Las excusas que prolongan la dependencia emocional
La dependencia emocional se propaga por un apego muy intenso y mal elaborado hacia una persona en concreto. Normalmente se trata de la pareja a la que se la suele ensalzar e idealizar, creyendo que, sin su existencia, la felicidad sería imposible. Por otro lado, existen una serie de excusas que prolongan la dependencia emocional, haciendo que la persona se sienta incapaz de desprenderse de ella.
La persona dependiente alberga en sus entrañas una serie de esquemas o creencias nucleares que traen consigo el miedo o rechazo a quedarse solo o la creencia de que uno debe apoyarse en los demás, que solo no puede hacer nada, que las decisiones las deben tomar otros.
Al tener estas creencias, las personas con dependencia emocional se ven a sí mismo como seres más bien débiles.
Subestima sus propias capacidades y necesitan apoyarse en otro. Esta necesidad de estar junto a otra persona o de tener pareja les lleva a buscar a alguien que cubra ese vacío del que emana el miedo a la soledad.
La pareja puede faltarnos al respeto, sernos infiel o tratarnos mal; sin embargo, aunque por instantes deseemos romper el hilo, no “podemos” desapegarnos. Sabemos que estamos sufriendo y nos gustaría que nuestra vida fluyera por otro caudal, pero ni uno es capaz de cambiar su actitud ni el dependiente de parar el daño y empezar a cicatrizar la herida.
En este sentido, se crea una disonancia cognitiva entre lo que debería hacer por mi propio bien y lo que realmente estoy haciendo.
Uno sabe que tiene que irse; sin embargo, se queda cada día. Es aquí cuando surgen las excusas que prolongan la dependencia emocional, como autoverbalizaciones para engañarnos a nosotros mismos y así seguir aferrados a la persona que nos hace daño o a una relación que es tóxica.
¿Cuáles son las excusas que prolongan la dependencia emocional?
En lo referente a la dependencia emocional, las excusas para no romper con la situación pueden ser tantas como personas dependientes haya. En este sentido, se ha visto que hay ciertas verbalizaciones dañinas que introducen en su diálogo interno o, incluso, llegan a compartir con los demás. Serían las siguientes y servirían como excusas que prolongan la dependencia emocional:
Seguro que cambia
Esta excusa es un clásico. Para rechazar la idea de que la persona que tenemos a nuestro lado no es la adecuada, nos decimos a nosotros mismos que cambiará. Pero, ¿por qué tendría esa persona que cambiar?, ¿cómo estás seguro de que realmente lo hará? Si no lo ha hecho ya, ¿cuál será el estímulo que le hará cambiar?
Por lo tanto, en lugar de darle la espalda a la realidad, es mejor asumir que probablemente esa persona no cambie y que tenemos dos opciones: aceptarla tal y como es -lo cual, si estamos sufriendo no es buena opción- o cortar la relación que nos une a ella, aunque esto suponga atravesar un proceso de duelo.
Hay que tener presente que las personas son como son y a no ser que ellos mismos decidan cambiar su comportamiento o modelar su forma de ser, el cambio no vendrá por arte de magia.
Es que lo quiero demasiado
Pensamos muchas veces que por el hecho de creer que el amor es un motivo que todo lo legitima. Nos decimos “el amor todo lo puede” y conforme a esa idea la persona dependiente empieza a encajar los golpes. Da igual que alguien la manipule, le falte al respeto, la persona sigue aguantando porque entiende que es precisamente esta una demostración de amor.
Cuando estamos bien, todo es genial
Evidentemente, todas las parejas tienen sus momentos buenos y los no tan buenos. La idea es plantearse hasta qué punto los momentos malos superan en frecuencia e intensidad a esos en los que la pareja parece funcionar bien. Si claramente notas que los desprecios por parte de tu pareja, las discusiones y la toxicidad se imponen sobre los momentos positivos, es preciso que levantes la cabeza hacia el horizonte y te preguntes sobre qué es lo que realmente quieres dibujar en él.
¿Y si me equivoco al dejar la relación?
Esta es la excusa perfecta que cualquier persona con dependencia emocional se diría para no dar ese paso de poner fin a la relación. Va muy unida a la de “seguro que cambia”. Nuestro deseo de que las cosas marchen de otra forma, nos hacen anclarnos en la ilusión de que el futuro mejor llegará; así, no puedo marcharme porque me perderé ese futuro. Si te fijas, no es más que una ficción que nuestro cerebro crea para no tener que pasar por un proceso de duelo.
Si tu pareja no ha hecho ya cambios, si todo siempre es igual, si llevas incluso años así, si lo has intentado todo… ¿en qué vas a equivocarte? ¿no es posible que, más bien, te estés equivocando ahora?
Ahora no es momento de hablar
El momento perfecto no existe, al igual que no existe la forma perfecta de comunicarnos con nuestra pareja. La clave está en que lo hagamos lo antes posible: ya hemos comprobado que es un problema que no se va a solucionar solo.
Los momentos posibles para dar ese paso adelante son muchos, los propicios, por ser un conversación que no nos apetece tener, ninguno. Va a ser su cumpleaños, se acaban de separar sus padres, la Navidad está a la vuelta de la esquina…, ¿cómo se lo voy a decir ahora que es nuestro aniversario?
Piensa en si esas excusas son realmente motivos para postergar tu deseo de comunicarle algo o es el miedo que tienes a su reacción el que firma el aplazamiento.
La clave es la autoestima
Desprenderse de las excusas que prolongan la dependencia emocional no es fácil; en cierto modo por eso hablamos de “dependencia”. Por otro lado, hay factores que nos posicionan como buenos candidatos para dar forma a una relación de este tipo; uno de los más importantes es la autoestima.
La persona se mira en el espejo y no identifica motivos para que alguien quiera mantener una relación con ella. De ahí que vea la relación como una fortuna, una “especie de suerte” que puede tratar de conservar pagando un precio muy alto.
Por otro lado, también tiene momentos de lucidez en los que es consciente de que la misma relación a la que se aferra es la que le está haciendo daño. Es en estos momentos cuando aparecen las excusas que prolongan la dependencia emocional, de ahí que sea tan necesario eliminarlas del diálogo interno.
En la dependencia emocional, hay uno que está encima de un pedestal y el otro le rinde pleitesía desde abajo porque realmente piensa que es inferior.
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- Riso, W. ¿Amar o depender? Cómo superar el apego afectivo y hacer del amor una experiencia plena y saludable. Editorial Planeta/Zenith