El liderazgo plural, una nueva forma de dirigir
El liderazgo plural es un concepto que rompe con la idea tradicional de lo que es un líder. Se trata de un enfoque de dirección mucho más compleja, ya que implica más habilidades que las del líder convencional. Aun así, se cree que será la forma predominante de liderar en un futuro próximo.
Es importante anotar que el liderazgo plural también es una nueva forma de entender el poder, como resulta obvio. Hoy por hoy, es más clara la necesidad de encontrar caminos para construir colectivamente aquello que tiene que ver con todo un grupo. Cada día pierde más validez la vieja idea de que son las grandes figuras individuales quienes deben decidir por los demás.
“Juntarse es un comienzo. Seguir juntos es un progreso. Trabajar juntos es un éxito”.
-Henry Ford-
Los cambios sociales y políticos suceden a un ritmo mucho más lento que los cambios individuales. Hay muchas señales de que la sociedad actual está sufriendo una gran transformación. Parte de este proceso tiene que ver con el avance del liderazgo plural, el cual, seguramente, se irá consolidando en los próximos años.
El liderazgo plural
El aspecto esencial del liderazgo plural es el hecho de que la dirección no está representada en un solo individuo. Por lo tanto, exige una forma diferente de gestionar el diseño de los objetivos y la consecución de estos. Asimismo, no es un rol que se ejerza en pleno, sino de forma compartida.
Esta forma de liderazgo también implica un proceso de toma de decisiones mucho más colectivo. Derivado de esto, a diferencia de la visión convencional, supone la presencia de diferentes formas de pensar y actuar, buscando medios para combinarse y actuar en conjunto.
No es un solo enfoque el que guía todo, sino que debe primar la conciliación de diversas perspectivas sobre un mismo principio o asunto.
El liderazgo plural es también mucho más transparente. Da cuentas de sí a quienes son dirigidos. Por lo tanto, no existe allí algo como los arreglos por debajo de la mesa o el secretismo frente a asuntos relevantes. En esta forma de liderar, en definitiva, el poder está en los dirigidos y se deben buscar mecanismos para que esto sea real y no solo un propósito.
Los mecanismos de acción
El liderazgo plural lo es en varios sentidos. El primero de ellos tiene que ver con el ejercicio mismo del poder dirigente. El principio básico aquí es que la facultad para decidir, actuar o impedir actuar a otros, no debe estar concentrada en ninguna figura en particular. Por el contrario, lo que se busca es que haya un esquema de pesos y contrapesos.
Lo anterior quiere decir que el sistema debe incluir instancias de decisión, pero al mismo tiempo instancias de control real, que estén en manos de los dirigidos. Esta idea está en la esencia misma de la democracia, pero en la práctica no siempre logra concretarse.
Para efectos prácticos, solo se consigue si las funciones de dirección están suficientemente habilitadas para guiar y suficientemente limitadas como para impedir que concentren poder.
Los mecanismos de participación son definitivos en esta perspectiva. Estos deben tener como protagonistas centrales a las personas que son dirigidas por otros. El poder último de decisión debe residir sobre ellos y no solo en términos de validar o no propuestas o candidatos, sino otorgando también competencia para proponer.
De los grandes individuos a las estructuras inteligentes
En el liderazgo plural lo más importante es la estructura de poder, de toma de decisiones y de control, en sí misma. Líder ya no es alguien con habilidades o virtudes excepcionales. En este caso, se pretende lograr una sinergia de talentos y, por tanto, diversos protagonismos en simultáneo.
Hay acciones que exigen más unas habilidades que otras. Asimismo, hay momentos que demandan determinadas experiencias o virtudes. El objetivo es que los diferentes liderazgos se combinen, en función de la actividad, la acción o el momento. Es la dinámica de la realidad la que establece quién debe tomar la batuta.
Como resulta obvio, un sistema, de todos modos, requiere de instancias de coordinación para que funcione de manera coherente. En este modelo, se pretende que dichas instancias sean colectivas también y no individuales. Entonces, se trata de convertir el trabajo en equipo en el paradigma predominante.
Esta concepción es más bien teórica en el momento actual de la historia. Sin embargo, está claro que las organizaciones y las sociedades han ido dando pasos hacia formas de poder más horizontales y participativas, paulatinamente. El modelo del liderazgo plural todavía no toma forma concreta, pero todo indica que nos encaminamos hacia este.
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