Límites porosos o permeabilidad emocional: ¿la sufres?
¿Cómo te criaron? ¿Tus cuidadores validaban cada uno de tus sentimientos y emociones? ¿Creciste sintiendo que tus necesidades eran importantes? Puede no fuera así. Es posible que tú, al igual que miles de personas, llegaras a la madurez asumiendo que las necesidades de tu padre o de tu madre tenían prioridad. Estas experiencias tempranas suelen dejar serias secuelas.
Una de ellas, la más frecuente, es desarrollar lo que entendemos como límites porosos. Es decir, asumimos que hay una línea muy difusa entre lo que es aceptable e intolerable en nuestra vida. No saber establecer límites saludables es una secuela común entre quienes han crecido en hogares negligentes. Es el resquicio de una herida por donde se escapa la autoestima y el autorrespeto.
Comprender esa porosidad defensiva, su origen y cómo se manifiesta puede sernos de ayuda para fortalecer nuestras barreras psicológicas ante los demás. Esas fronteras que, de no respetarse, nos abocan a relaciones dañinas, insatisfacción y problemas para sentirnos realizados. Fue el psicólogo y fundador de la terapia familiar estructural, Salvador Minuchin, quien profundizó en este tema que vale la pena recordar.
Los límites personales son clave para desarrollar un buen autocuidado psicológico y para empoderarnos como personas.
Límites porosos: ¿cómo se manifiestan?
Amigos que siempre piden favores. Hermanos con conductas pasivo-agresivas. Parejas que pasan por alto nuestros valores y que priorizan sus deseos y voluntades. Poner límites es más necesario de lo que pensamos, sobre todo, en esas relaciones con las personas más cercanas, esas con las que convivimos.
Es precisamente en ese territorio de lo afectivo donde las fronteras entre nuestras necesidades y las de los demás se vuelven más fluidas. Tanto que terminan por volverse permeables. Los límites porosos aparecen cuando nos involucramos en exceso en la atención de esas figuras que conforman nuestro entorno más próximo. Lo hacemos hasta diluirnos por completo en prioridades ajenas.
Tal y como explicó el médico y psiquiatra Salvador Minuchin, en su trabajo “Reflections on Boundaries”, de 1982, la creación de límites es el principio básico para construir sistemas relacionales saludables. Sin embargo, nuestros condicionamientos heredados de la infancia imposibilitan muchas veces habilitarnos en esta competencia.
Las personas nos atrevemos a poner límites cuando por fin logramos amarnos como merecemos.
¿Cómo es y cómo se comporta una persona con esta característica?
Las personas que aplican límites porosos con su entorno evidencian vínculos de dependencia con sus figuras más cercanas. Es posible que tenga una relación de pareja basada precisamente en la codependencia excesiva. Puede, también, que apenas tengan amigos, pero el miedo a perderlos hace que no sitúen ni una frontera defensiva.
- Incapacidad para decir “no” ante cada solicitud del entorno.
- Priorizan antes las necesidades ajenas a las propias. Se han habituado a dejarse siempre en segundo lugar.
- Necesidad de ajustarse a las expectativas ajenas. El miedo a defraudar o decepcionar es muy intenso.
- Lo que los demás opinen de ellos es una preocupación constante, casi obsesiva.
- Miedo al abandono.
- Evidencian una gran empatía, es común que sufran constantes contagios emocionales. Es decir, interiorizan el estrés de la pareja, la preocupación de ese mejor amigo o el malestar de la familia.
- No dudan en abrirse emocionalmente a esas personas de su entorno, todo lo cuentan, todo lo explican sin pensar en qué pueden hacer los demás con esa información.
- Normalizan los desaires, las decepciones, los vacíos que pueden hacerles esas personas cercanas. Lo hacen porque repiten el mismo patrón que en la infancia, cuando fueron educados por familias disfuncionales.
¿Qué efectos tienen sobre la salud los límites porosos?
Focalizarse en los demás, a expensas del propio bienestar emocional, nos deja lesionados, heridos de muchas maneras. La porosidad en los límites hace que la autoestima nunca llegue a materializarse. El autorrespeto no existe, la oportunidad de centrarse en los propios sueños y necesidades es poco más que una quimera…
Como bien podemos deducir, los efectos de vivir varias décadas con esas empalizadas psicológicas rotas y caídas provoca que la convivencia con los demás los avasalle.
- La necesidad por complacer a los demás agota todos los recursos. Es común que estas personas lidien con trastornos como la ansiedad y la depresión.
- Es habitual derivar en relaciones de pareja abusivas.
- La persona con límites porosos casi nunca alcanza la autorrealización personal y profesional.
- Asimismo, no podemos dejar de lado un hecho. Tras esa figura que no es capaz de alzar límites entre ella misma y los demás suele existir un trauma de infancia. Un pasado en el que no hubo un afecto sincero, válido y seguro.
¿Cómo podemos reparar esos límites fluidos y falibles?
Pasar de unos límites porosos a unos saludables requiere llevar a cabo un profundo trabajo personal. Lograrlo nos permitirá no solo ganar en salud mental, sino que también nos empoderaremos como seres humanos y trabajaremos mejor en nuestros sueños y necesidades. Sin embargo, ¿por dónde empezar?
- Autocompasión como ejercicio de validación. No podemos establecer fronteras entre nosotros y los demás si primero no reconocemos nuestro valor como personas. Es necesario fortalecer el amor propio, tratarnos con compasión.
- Aprender a comunicar de manera asertiva. Nada nos beneficiará tanto como aprender habilidades asertivas y técnicas de comunicación. Hablar de manera clara y segura es una herramienta de vida.
- Siéntete cómodo/a en el “NO”. Decir no no es un acto agresivo. Forma parte de nuestras interacciones cotidianas, es una forma de autorrespeto y nuestra realidad puede cambiar por completo cuando nos habituemos a declinar demandas, a poner límites ante lo que no queremos o no nos apetece.
- Aprende a decepcionar a los demás. Para convivir, para ganar en bienestar psicológico y en crecimiento personal, es necesario decepcionar de vez en cuando a más de una persona de tu entorno. No puedes encajar en todo molde y expectativa que los demás trazan sobre ti.
- Conoce tus límites y explora tus intereses. ¿Qué es lo que no deseas en tu vida? ¿Qué dinámicas, gestos y conductas no puedes tolerar más en tus relaciones? Clarifícalo y tenlo presente. Después, pon la mirada en tu interior para descubrir qué es lo que deseas y sueñas en este momento de tu existencia.
Para concluir, a veces nos pasamos media vida situando nuestro enfoque en ciertas personas. Hay que cambiar de lente y explorarnos más a nosotros mismos. Somos más importantes de lo que creemos, y es hora de atendernos como merecemos. Saneemos esos límites porosos y evitemos que por ellos se escape la dignidad y la felicidad.
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- Minuchin, S. (1982). Reflections on boundaries. American Journal of Orthopsychiatry, 52(4), 655–663. https://doi.org/10.1111/j.1939-0025.1982.tb01455.x
- Minuchin, P. (1985). Families and individual development: Provocations from the field of family therapy. Child Development, 56(2), 289–302.
- Scott, L., Julian, A., Tu, C. (2019). El establecimiento de límites en la terapia de pareja y familia. En: Lebow, JL, Chambers, AL, Breunlin, DC (eds) Encyclopedia of Couple and Family Therapy. Springer, Cham. https://doi.org/10.1007/978-3-319-49425-8_313