Los 10 compromisos éticos, según la tradición budista

Lo más interesante de los compromisos éticos que propone el budismo es el hecho de que buscan guiar al ser humano para que deje de sufrir. En las llamadas “malas acciones” hay beneficios inmediatos y perjuicios a largo plazo. Eso es lo que quieren enseñarnos.
Los 10 compromisos éticos, según la tradición budista
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 02 agosto, 2019

Aunque los budistas tienen un enfoque muy diferente al de los occidentales, en materia de compromisos éticos es menos visible el contraste. De hecho, son muchas las culturas no occidentales que tienen preceptos similares. Parecería que hay un acuerdo tácito en la mayoría de las sociedades sobre las conductas morales.

Los compromisos éticos son esas pautas de conducta deseables para todos los miembros de una sociedad. Según apunta Freud, también nos hablan de la conveniencia de reprimir algunos deseos que nos asaltan a todos los seres humanos. No se prohíbe lo que nadie quiere hacer.

No lastimes a los demás con lo que te causa dolor a ti mismo”.

-Buda-

En el budismo, a diferencia de lo que ocurre en otras doctrinas, el tema de los compromisos éticos es sobre todo un asunto de inteligencia. Se considera torpe no cumplir con esas pautas de conducta, porque finalmente conducen a hacernos daño a nosotros mismos. Veamos cuáles son esos preceptos.

Maestro budista con sus discípulos

1. No tomar ninguna vida

Cuando los budistas hablan de no tomar ninguna vida, se refieren en realidad a toda forma de vida . Incluyen al hombre y a todas las especies. Por eso, la gran mayoría de budistas son vegetarianos e incluso insisten en tomar solamente partes no esenciales de las plantas. Tiene que ver con un respeto absoluto por la vida, pero también con una disciplina que fortalece el espíritu.

2. No tomar lo que no le pertenece a uno

Este es uno de los compromisos éticos que promueve la evolución espiritual a juicio de los budistas. El mandato de no robar no busca simplemente proteger la propiedad ajena. Lo que se busca con ello es más bien llamar al desprendimiento y a la generosidad. Quitarles a otros lo suyo va en contra de ambos principios.

3. No tener conductas sexuales dañinas

Los budistas entienden como conductas sexuales dañinas aquellas que causan destrucción o sufrimiento en uno mismo, en los demás o en ambos.

No hay un catálogo específico de cuáles son esas conductas. A lo que se llama es a abordar el terreno sexual como un espacio de crecimiento y evolución y no como una práctica que limita, degrada o esclaviza.

4. Abstenerse de mentir

Los budistas le dan mucha importancia a la palabra. Por eso también le dan gran valor al silencio. Las palabras no deben emplearse indiscriminadamente, sino guardarse para lo importante.

La mentira aleja de la realidad y puede causar daño porque separa de la verdad, a uno mismo o a los demás. La verdad es el objetivo de todo aquel que ha emprendido un camino de crecimiento espiritual.

5. Abstenerse de hablar con rudeza

La rudeza o la falta de amabilidad en el habla es una forma de violentar al otro. La sinceridad no implica crudeza o brutalidad.

Si hay ira en lo que decimos, eso que decimos pierde su valor. Lo que prima allí no es la intención de comunicar algo, sino el deseo de herir o destruir al otro. La violencia por ser verbal no deja de ser violencia.

6. No hablar de banalidades

Los budistas piensan que la comunicación debe ser útil. Si no lo es, resulta preferible el silencio. Hablar por hablar solo es una señal de falta de atención, de ansiedad o nerviosismo.

Es mucho más difícil alcanzar el equilibrio y la paz interior cuando no se le otorga a la palabra el verdadero valor que tiene. El decir banal solo resta energías y enturbia la comunicación con los demás.

7. No difamar, uno de los compromisos éticos del budismo

El no difamar es uno de los compromisos éticos más importantes del budismo. Hay difamación en el rumor, en el referirnos despectivamente a los demás cuando no están presentes o en alimentar informaciones que le hacen daño a esa persona. El objetivo de la comunicación es alcanzar el entendimiento y la armonía, en lugar de quebrantarlos.

8. Abandonar la avidez

La codicia es una de las grandes enemigas del progreso espiritual. Desear más y más es contrario al principio budista del desapego. Y si se promueve el desapego es precisamente porque esa dependencia de algo externo solo lleva al sufrimiento.

Cuanto más se desea, más se sufre. Por eso, quien tiene mucho, también acumula motivos para sufrir, pues nada es para siempre y todo deja de ser nuestro en algún momento.

Cara de Buda

9. Desechar el odio

Otro de los grandes pilares del budismo es la compasión, a la que ven como la forma más evolucionada de amor. En el extremo opuesto está el odio, que es la total negación y la total incomprensión frente al otro.

Para los budistas, el odio no solamente nos vuelve ciegos, sino que también implica un fuerte gasto de energía. Por eso nos descompensa y cierra los caminos hacia la serenidad y el equilibrio.

10. Purificar la mente

Este es uno de los compromisos éticos fundamentales del budismo. De hecho, es la meta a la que apuntan quienes practican esta doctrina.

Purificar la mente significa transformar la ignorancia en sabiduría. Supone un esfuerzo constante por desterrar todos aquellos factores que nublan el intelecto y el corazón y que nos impiden encontrar la verdad. Ser sabio es ser puro. Y ser puro es ver.

Como se ve, los compromisos éticos en el budismo buscan fundamentalmente promover el crecimiento de cada ser humano. No es un catálogo restrictivo en sentido estricto, pues no se orienta a castigar conductas sino a mostrar lo inconvenientes que estas pueden llegar a ser. El objetivo no es mantener el orden social como tal, sino mostrar un camino para alcanzar la armonía y con ella la felicidad.


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  • Jahr, F. (2013). Bio-ética: una perspectiva de las relaciones éticas de los seres humanos con los animales y las plantas (1927). Aesthethika. Revista Internacional sobre Subjetividad, Política y Arte, 8(2), 18-23.

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