Los cambios que producen las decepciones
A veces, los cambios que producen las decepciones pueden ser irreversibles. Este hecho puede no ser negativo, aunque siempre dependerá de la dirección en que se produzca la transformación dentro de nuestro corazón y mente.
Pero debo añadir que si los cambios producidos por las decepciones son en sentido negativo, pueden ser fatales para nuestro propio ser, y esto no es algo bueno.
Decepciones que te hacen perder la esperanza
Las decepciones pueden hacernos perder toda esperanza de una vida mejor, un futuro más luminoso, o un presente feliz y alegre. Y esto logrará que perdamos la perspectiva
Pongamos por caso un fracaso amoroso. Las decepciones relacionadas con el corazón suelen ser verdaderamente duras. Tanto, que muchas personas jamás consiguen superarlas. Como es lógico, un fracaso amoroso puede provocar tanto dolor en nuestro corazón y alma, que tal vez ya nos cerremos en banda y no queramos volver a sufrir otra decepción similar.
Sin embargo, pensando y poniendo en una balanza todo lo bueno que nos aporta el amor, y lo malo que supone una ruptura o depresión, ¿realmente merece la pena cerrarse del todo por una relación que ha fracasado?
Si me lo preguntan a mí, diría que no con toda seguridad. El amor ha aportado mucha felicidad a mi vida, y algunos dolores y desengaños. Sin embargo, lo que he vivido y sentido estando enamorado suple de sobra la decepción de una ruptura.
Así que las decepciones por amor deberían ser tomadas como un fracaso temporal, que te hará más fuerte, más sabio, y más paciente, pero nunca tendría que convertirte en una persona cerrada a volver a vivir otra aventura similar, puesto que es un mundo maravilloso al que estarás dando la espalda.
“Mejor es la esperanza; pues produce paciencia, arma fuerte contra la decepción temprana”
-Miguel Ángel Retana Zamora-
Otras duras decepciones
No solo las decepciones por amor pueden producir cambios negativos irreversibles en nuestra mente y corazón. La traición puede provocar gran dolor… Imagina que tienes un buen amigo en quien confías ciegamente. Le cuentas todo y hablas con él de cualquier detalle. Si tienes problemas, se los comentas y él te ayuda siempre a salir del pozo.
¿Hay mayor dolor en el mundo que la traición de un buen amigo? Sin duda, es difícil de encontrar. Aunque podemos añadir que la propia traición en si, ya sea por parte de un ser querido, familiar, amante o persona cercana, siempre es muy dolorosa.
Pero no debemos dejar que esto nos permita caer en el abismo de la constante inseguridad y la desconfianza hacia todos. De lo contrario, seremos personas muy desgraciadas. El ser humano necesita confiar en otras personas. Debe sentirse seguro arropado por quienes más le quieren. Ha de tener un refugio en gente cercana que le cuide, de lo contrario, cae en actitudes despóticas, desagradables, inseguras, malpensantes y negativas.
Jamás debemos cerrar la puerta a la llegada de nuevas personas a nuestra vida. El hecho de que hayas sido traicionado, no debe obrar en ti el cambio total de actitud, pues caerás en un estado de tristeza permanente del que es muy complejo escapar.
“Tristeza y melancolía no las quiero en casa mía”
-Santa Teresa de Jesús-
El estado de las decepciones
Por desgracia, en ocasiones parece que vivimos en una sociedad insolidaria en la que las decepciones constantes son una máxima, y es complejo encontrar personas sanas y sinceras que realmente merezcan nuestra confianza.
No obstante, una nueva corriente más humanista y cercana a la bondad del ser humano empieza tomar forma. Cada vez es más poderosa y notoria, y entronca directamente la potenciación de todo lo bueno que tenemos los hombres.
Aunque no es fácil verla a través de las malas noticias constantes y el desaliento que produce una sociedad muy competitiva, agresiva y ambiciosa, esta nueva actitud de bondad y solidaridad con las gentes que han sufrido decepciones está ahí, y ha venido para quedarse.
Este mismo proyecto de La Mente es Maravillosa es un claro ejemplo de todo lo bueno que el ser humano puede dar a los demás, sin pedir nada a cambio, por el simple hecho de querer ayudar.
Así que no permitas que tus decepciones sean quienes marquen el camino a seguir, pues errarás constantemente la dirección. Sé tú mismo, obra el cambio positivo y confía en quienes lo merecen, pues aunque parezcan invisibles, están entre nosotros.