Los enigmas que guardan nuestros sueños
Algunos optan por no hacer caso a los sueños y otros les prestan total atención. Algunos, por su parte, piensan que los sueños son el grito desesperado de aquello que no se dice cuando estamos despiertos. Lo cierto es que existen diversas teorías e investigaciones en relación a lo onírico y por ello hay tantas hipótesis sobre lo que sucede en nuestra mente mientras dormimos.
¿Por qué soñamos? ¿Qué quieren decir los sueños? ¿De dónde provienen las imágenes que aparecen en la mente? ¿Cómo están formadas las pesadillas? Las respuestas no son para nada simples y muchas de ellas aún no se han podido responder con una rigurosidad científica adecuada. Para las que sí, hemos escrito precisamente este artículo.
Los sueños: más que el REM
No vamos a hablar aquí de las fases del sueño ni de las etapas REM que atravesamos cada vez que cerramos los ojos y nos disponemos a descansar. Pero sí de lo que sucede en nuestra mente en relación a esas imágenes que aparecen, muchas veces sin sentido ni explicación.
Algunos estudios apuntan a que todo lo que hacemos en nuestro día se va acumulando en un área específica del cerebro y cuando estamos dormidos vuelve a “salir” a la luz, pero de manera mezclada, simbólica e incoherente. Una noticia que hemos leído, una salida con amigas, una discusión con la pareja, una película que hemos visto o un edificio que llamó nuestra atención mientras íbamos camino al trabajo, etc.
Las imágenes, los sonidos, los recuerdos y las vivencias se juntan para dar forma a un sueño como si se tratase de un resumen de todo lo que pasó en esa jornada. Pero claro, no solo está compuesto por situaciones tan actuales. Muchas veces se combinan con ecos del pasado, hechos que han ocurrido hace un tiempo o personas de las que nos hemos acordado.
La experiencia de soñar
Todos atravesamos por ello aunque no siempre nos acordemos. Aunque intentemos contar un sueño o escribirlo en un libreta, lo habitual es que nos falten piezas para armar un rompecabezas que tenga algo de sentido o del que podamos aprovechar algo para la realidad. Nadie tiene la capacidad para retratarlo al detalle y de forma exacta. A pesar de que podamos recordarlo con viveza, solo contamos con lo que podemos recordar cuando nos despertamos.
Según Allan Hobson, al soñar la actividad mental que mantenemos es muy parecida a la que se produciría si estuviéramos actuando de esa manera en la realidad, aunque haya determinados elementos que sean imposibles en un estado de vigilia (Ej: ver a un familiar fallecido, volar como un pájaro o vernos como niños siendo adultos).
Cuando soñamos no solo el cerebro entra en acción sino también los sentimientos y hasta los músculos. El miedo, la felicidad y la incertidumbre nos gobiernan. Podemos despertar con taquicardias, bañados en sudor o con la respiración entrecortada. Pero, la mayoría de las veces los sueños suceden “sin ton ni son” y desaparecen sigilosamente al abrir los ojos u oír el sonido del despertador.
¿Por qué? Todo depende de varios factores. Por un lado, de la fase del sueño en la que nos encontramos. Si estamos en REM las imágenes y vivencias son más nítidas, extensas y perceptivas. Puede que no sepamos discernir entre la realidad o el sueño. Si en cambio suceden durante NREM habrá menos imágenes y más escenas típicas de la vida cotidiana (en el trabajo, cocinando, en el parque, etc).
¿Cuál es la función de los sueños?
El objetivo principal del descanso es reparar el organismo para que se mantenga en condiciones óptimas si nos referimos al ámbito fisiológico. Pero, en lo que tiene que ver con los psicológico cuentan a menudo con un gran contenido emocional y por ello no hay que desestimarlos.
Los estudios han demostrado que los sueños consolidan la memoria y ayudan a recuperar los recuerdos de forma efectiva. También hay teorías que afirman que los sueños proporcionan al cerebro la estimulación que necesita para poder despertarse de un sueño profundo y que activan los “circuitos cerebrales” asociados a las emociones.
Los sueños y sus teorías
Desde los estudios de Sigmund Freud, quien estaba convencido de que los sueños son un disfraz para los deseos reprimidos, “corrió mucha agua debajo del puente”, como se dice habitualmente. Nuevas teorías han aparecido en el siglo XX que o bien confirman o refutan las hipótesis del llamado “padre del psicoanálisis”.
Una de ellas es la de la psicóloga de Harvard Deirdre Barret, quien indica que los sueños sirven para resolver problemas cuando estamos descansando. Esto quiere decir que los humanos hemos evolucionado a tal punto de que durmiendo tenemos la capacidad para resolver todo tipo de enigmas. ¡Qué bueno sería si eso se cumpliese siempre!
Lo cierto es que los sueños son muy visuales pero no suelen tener mucha lógica. Así, para que realmente nos sirvan de solución a nuestros problemas habría que analizarlos más en detalle. Hasta aquí todo bien, pero hay que tener en cuenta que únicamente recordamos una parte de ellos. Según esta teoría el sueño es otra forma de pensamiento y nos podría ayudar para darle “un plan b” a nuestros problemas.
Por otra parte, el psiquiatra Jie Zhang ha propuesto una idea sobre los sueños y sus funciones. Según este profesional, todo el tiempo el cerebro almacena recuerdos, sin importar si dormimos o estamos despiertos.
Esto significa que los sueños son iguales a los pensamientos o recuerdos que acuden a nuestra mente cuando tenemos los ojos abiertos. Piensa, ¿A qué alguna vez te han sorprendido “soñando despierto”? Algo similar sucede cuando te acuestas para dormir, solo que en ese caso podría tratarse de una actividad inconsciente y que no podemos controlar.