Los hikikomori, personas invisibles

Los hikikomori, personas invisibles
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 16 enero, 2020

 

Saito es un chico de 20 años y de clase media que lleva años encerrado en su habitación por voluntad propia. Se pasa casi todo el día durmiendo y dedica la noche a ver la televisión o a jugar a los video juegos, sus únicos amigos son virtuales… jamás trascienden de la pantalla del ordenador.

Saito no permite que nadie entre en su habitación. Su madre le deja cada día en la puerta de su dormitorio la comida, con una resignación que la sume en una profunda tristeza… Sus padres viven con mucha vergüenza y un gran sentido de la culpabilidad pensando que no han sabido educar bien a su hijo y que tratan de ocultar en la comunidad de vecinos.

Su cuarto es su único mundo, en él duerme, come, orina y defeca. Saito está empezando a acumular basura y a descuidar su aspecto... pero nadie quiere o nadie puede hacer nada. Sus padres tampoco saben como enfrentar el problema.

 

Los hikikomori

 

El caso de Saito es una historia ficticia basada en la lectura de muchos casos como el del protagonista de nuestra historia que responden al mismo tipo de conducta. Son los hikikomori, un término que se acuño en 1986 y que significa “apartados de la sociedad”, y que hace referencia a adolescentes y adultos jóvenes en su mayoría varones y primogénitos y es que en Japón se ejerce una mayor presión en el varón que en la mujer.

Un fenómeno social que parece estar fundamentado en la estricta sociedad japonesa en la que viven sus habitantes y que en muchos casos sobretodo a los más jóvenes los ahoga. Y es que Japón tiene uno de los mejores sistemas educativos de todo el mundo, las mejores empresas y una economía más que sobresaliente.

Desgraciadamente el fenómeno se está extendiendo y en España se contabilizan unos 165 casos según el Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar de Barcelona, el primer estudio a nivel europeo.

Y es que desde que un niño nipón entra en la guardería ya empieza la competencia. Tiene incluso que pasar un examen para entrar…  El sistema escolar y las perspectivas de futuro son tremendamente exigentes con los japoneses…

Muchos no soportan el sistema, sienten tanta presión , tanto miedo al fracaso que la única salida que encuentran es refugiarse en su cuarto, donde nada ni nadie les puede exigir ni dañar. Desgraciadamente hay un porcentaje de casos que termina en suicidio aunque otros afortunadamente terminan reinsertándose en la sociedad.

 

La ONG New Start

 

En japón sigue siendo un problema muy delicado al que la sociedad le sigue dando la espalda. Por eso hace más de una década, un profesor jubilado, Futagami Noki, que en los años 90 había tenido alumnos con este problema, decidió crear una ONG para ayudar a este tipo de chicos, es la “New Start”.

Su método consiste en alojar a los chicos en apartamentos compartidos y durante la semana pueden hacer algunas actividades que les ofrece el centro y que a ellos más les motive: cafetería, panadería, granja, centro de día para ancianos, escuela de enfermería e incluso una sala de redacción para hacer publicaciones en un periódico local. Si mejoran entran en el programa de reinserción laboral que la ONG tiene concertada con distintas empresas.

Un grave problema a la que esta valiente y luchadora ONG se enfrenta cada día. En algunos casos los Hikikomori ingresan voluntariamente en New Start pero en otros muchos son los padres los que piden ayuda.

Empieza un duro trabajo en el que se le envían cartas a los chicos en el que se les pide que salgan de la habitación y acudan a New Start, cartas que nunca responden; como última opción “hermanos y hermanas de alquiler” van varias veces a su casa para intentar convencerlos.

De hecho un problema tan duro como nos afirma uno de los colaboradores de esta ONG, Ayako Ogury“A veces podemos estar visitándoles más de un año antes de que salgan del cuarto… Si es que salen”

“Los hikikomori constituyen un mensaje poderoso para la sociedad japonesa”, según la doctora Hisako Watanabe. “Su simple existencia tendrá que forzar el cambio”.

 


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