Los huesos y el estrés, una relación interesante
Un grupo de científicos de la Universidad de Columbia, dirigido por Gerard Karsenty del Centro Médico Irving, descubrió una interesante relación entre los huesos y el estrés. Detectaron una hormona ósea que es liberada como respuesta al estrés agudo.
La investigación fue publicada en la revista Cell Metabolism y representa un hallazgo importante. Hasta ahora se pensaba que el organismo respondía al peligro segregando cortisol, adrenalina y noradrelina. No se hablaba de una relación entre los huesos y el estrés.
El equipo de Columbia detectó que hay otra hormona que participa en la respuesta ante un estímulo estresante. Se trata de la osteocalcina, una hormona ósea. Esto prueba no solo que existe una relación entre los huesos y el estrés, sino también que el esqueleto, desde el punto de vista evolutivo, se formó en gran medida para responder al peligro.
“La noción de que el hueso media la respuesta al estrés es totalmente nueva, al igual que la noción de que las glándulas suprarrenales no median la respuesta al estrés”.
-Gerard Karsenty-
Las hormonas del estrés
Como muchos lo saben, cuando un organismo se expone a un estímulo amenazante se produce una respuesta de estrés agudo, que prepara el cuerpo y la mente para la lucha o huida. Dicha respuesta está mediada por el sistema nervioso simpático y es fundamental para garantizar la supervivencia.
La respuesta ante el peligro implica la segregación de tres hormonas: el cortisol, la adrenalina y la noradrenalina. Todas ellas son secretadas por las glándulas suprarrenales que están ubicadas encima de los riñones.
Una vez que esas hormonas entran en acción, se producen una serie de cambios fisiológicos. Aumenta la temperatura, se eleva la frecuencia cardíaca, así como la frecuencia respiratoria y la presión arterial. De este modo, los músculos se preparan para la acción, que, en condiciones de peligro, puede ser lucha o huida.
Gerard Karsenty, director de la nueva investigación, señaló que todo esto estaba muy claro, excepto por un punto: el cortisol es un tipo de hormona que requiere de varias horas para provocar cambios fisiológicos. Aunque participa en la respuesta al estrés agudo, su acción no es tan inmediata. Por lo tanto, Karsenty pensaba que debía existir “algo más” en ese esquema.
Los huesos y el estrés
La hipótesis de base de Gerard Karsenty y su equipo era que la función original de los huesos es la de responder al peligro. Esto es debido a que protegen los órganos internos y permiten que los organismos se muevan y puedan huir. Sobre esa premisa, plantearon la idea de que también debían estar involucrados en el estrés agudo.
Para probar su idea, el equipo retuvo a un grupo de ratones en una jaula por 45 minutos. Esto era un estímulo estresante. Así se dieron cuenta de que la hormona osteocalcina había aumentado un 50 % en los ejemplares retenidos.
A ese grupo de animales se le expuso a un hisopo de algodón empapado en orina de zorro, enemigo natural de los ratones. Esto llevó a que el nivel de osteocalcina aumentara a un nivel de 150 %. Era claro que había una relación entre los huesos y el estrés.
Nuevas evidencias
Para corroborar los hallazgos, el equipo de investigadores le extirpó las glándulas suprarrenales a algunos ratones. Al hacerlo, impedían que se secretaran las clásicas hormonas del estrés. Después se les expuso a un estímulo amenazante y comprobaron que los niveles de osteocalcina aumentaban de manera significativa.
Lo interesante es que la osteocalcina fue capaz de desatar una respuesta al estrés agudo. En otras palabras, cumplió el papel de provocar los cambios fisiológicos propios de una situación de peligro. Por lo tanto, hubo aumento de frecuencia cardiaca y respiratoria, incremento de temperatura, etc., sin adrenalina, ni cortisol, ni noradrenalina.
La relación entre los huesos y el estrés se reconfirmó con una nueva prueba. A ratones sin glándulas suprarrenales y sin capacidad para producir osteocalcina se les inyectó esta última en una alta proporción. A los pocos minutos los ejemplares mostraron un aumento de temperatura corporal, mayor frecuencia cardiaca y todo el cuadro de estrés convencional.
La pregunta de oro es: ¿opera así mismo en los humanos? La respuesta es: sí. Un grupo de 20 personas fueron sometidas a un estímulo de estrés: hablar en público. La respuesta fue similar a la de los ratones y se pudo verificar el aumento de osteocalcina. Además, hay un dato adicional: la relación entre los huesos y el estrés se reduce con los años. A mayor edad, menor capacidad para producir esa hormona.
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