Los Koan y el pensamiento lateral
Los Koan son acertijos empleados en la filosofía zen. Se los plantean como una vía para que una persona logre ver la realidad desde un punto de vista distinto a lo convencional. Ese acertijo lleva implícito un problema en el que la respuesta lleva la pregunta, en lugar de hacer lo contrario.
Los Koan promueven el pensamiento lateral. Esta es una modalidad de pensamiento en el que predomina la creatividad y la intuición, antes que el análisis y la lógica formal. Por eso, muchas veces un Koan puede parecer absurdo, ilógico o irracional. Su sentido está en llevar la razón a otro terreno.
En los Koan hay varios significados implícitos y por eso no se pueden tomar de forma literal. La misma pregunta en la que se plantea el problema debe ser sometida a la reflexión, ya que muchas veces encierra un sentido oculto solo visible a la luz de la intuición.
“Un monje le preguntó a Kegon: “¿cómo regresa un iluminado al mundo ordinario?”. Kegon respondió: “un espejo roto nunca vuelve a reflejarse; las flores caídas nunca vuelven a las viejas ramas”.
-Koan zen-
El pensamiento lateral
El cerebro ejecuta dos tipos de pensamiento: el lógico y el creativo. El pensamiento lateral corresponde a este último y mediante él se generan ideas, se resuelven problemas y se abordan las situaciones de una forma innovadora. Se caracteriza porque su independencia de preconceptos y patrones.
El concepto de pensamiento lateral se le debe al psicólogo Edward de Bono. Él acuñó este término en su obra El uso del pensamiento lateral, en 1967. En su obra, hace una distinción entre el pensamiento lateral y el pensamiento vertical:
- Pensamiento lateral. Es divergente y en él influye el hemisferio derecho. Parte de analogías y no sigue una secuencia lineal.
- Pensamiento vertical. Es lineal y en este influye el hemisferio izquierdo. Trabaja sobre la base de esquemas o patrones.
Una de las técnicas de las cuales se vale el pensamiento lateral es la de generar asociaciones al azar. Los koan aplican básicamente esta lógica. Así mismo, acuden a la analogía, la cual está en la esencia de este tipo de pensamiento.
Los koan
Los koan se parecen a lo que se conoce como aporías, es decir, razonamientos que incluyen paradojas o contradicciones que parecen irresolubles. Lo usual, en el terreno zen, es que el maestro los comparta con sus discípulos como una parte más del aprendizaje.
Hay varios koan famosos. Uno de los más conocidos es del maestro Hakuin Ekaki y dice: “este el sonido de dos manos, ¿cuál es el sonido de una sola mano?” Otro muy difundido es el que señala: “Cuando un árbol cae en un bosque, ¿hace ruido si no hay nadie para escucharlo?”. Este también es muy conocido:
“–Maestro, ayúdame a encontrar la verdad.
–¿Percibes la fragancia de las flores?
–Sí.
–Entonces no tengo nada que enseñarte”.
El objetivo en los koan no es encontrar la respuesta a un problema como tal, sino propiciar una forma de pensamiento que estimule la revisión de lo que damos por cierto. Incluso dentro de la enseñanza zen, se dice que intentar resolver uno de estos acertijos es muestra de que no se está aprendiendo nada.
El valor de los koan
Los koan propician el pensamiento lateral, su forma de entender en funcionamiento óptimo del cerebro es una invitación a romper con los prejuicios. Piensan que la racionalidad despoja la realidad de su complejidad. En esta no puede existir la dualidad al mismo tiempo: o es o no es. Estos acertijos tratan de mostrar lo contrario: es y no es de forma simultánea.
Aunque es una vía de enseñanza, su objetivo no es trasmitir un contenido específico, sino entrenar la capacidad de pensar el mundo de otra manera, deshacer los preconceptos. El siguiente ejemplo lo ilustra de forma muy clara:
“El maestro preguntó a un monje qué era una piedra.
Uno de los monjes le contestó:
– Desde el punto de vista del budismo, todo es una representación mental; así que yo diría que está dentro de mi mente.
– ¡Debes de sentir tu cabeza muy pesada si vas por ahí cargando con una piedra como esa en tu mente!”.
En la filosofía zen, el propósito no es acumular conocimientos o saberes, sino “despertar”. Esto significa, ser capaz de contemplar el mundo en toda su complejidad y descubrir que el pensamiento no es un bloque sólido, sino un ciclo lleno de grietas.
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- Heine, S., & Wright, D. S. (2000). The Koan: texts and contexts in Zen Buddhism. Oxford University Press on Demand.