Los mandalas y los niños
Existe una relación entre pintar mandalas en la niñez y la capacidad de resolver ciertas situaciones o aprender mejor en la escuela. También estos dibujos sirven para expresar emociones y vivir en armonía, sin importar la edad que tengamos.
Se dice que los mandalas nos permiten alcanzar el equilibrio emocional, nos aportan paz y calma y alejan el estrés. Aunque pensemos que pintar es cosa de niños, lo cierto es que muchos de nuestros problemas se acabarían si les pidiésemos prestados los lápices a nuestros hijos.
“Una verdadera pintura del más pequeño hombre es capaz de interesar al hombre más grande.”
-Thomas Carlyle-
Los mandalas, una tradición ancestral
Cada vez son más los peques que asisten a la consulta médica y psicológica debido a su hiperactividad. No pueden quedarse quietos ni por un instante, necesitan hacer algo porque sino se aburren o empiezan a portarse mal. Una buena manera de serenar a los niños es darles un papel y un lápiz y que se pongan a dibujar.
Basándose en ese secreto para madres, en las escuelas se está empezando a ofrecer mandalas a los niños. ¿Qué son los mandalas? Los mandalas son un conjunto de formas geométricas que representan las características de lo que nos rodea.
Tienen su origen en India y la palabra quiere decir “círculo”. Con un centro bien determinado y dibujos simétricos en los alrededores para formar una pieza única.
Los mandalas se relacionan con el arte de la meditación y la sabiduría hindú. Seguro os habrás visto en una tienda de decoración o en un negocio de moda. Tienen muchos colores y las formas pueden ser algo hipnóticas.
¿En qué beneficia a los niños pintar mandalas?
Tenemos muchas maneras de que nuestras emociones salgan al exterior. Los pequeños también necesitan expresar lo que les sucede de alguna manera. Algunos optan por llorar, otros por ir de aquí para allá y otros se apoyan en el arte para demostrar sus sentimientos.
Para conseguir un estado de armonía con uno mismo y con quienes nos rodean los mandalas son una excelente opción, tengamos la edad que tengamos. ¿Qué cambia en los niños? Que ellos suelen estar más familiarizados con los dibujos y las pinturas y ven esos esquemas como algo bonito en lo que distraerse.
El hecho de pintar mandalas a corta edad está relacionado con un mejor desarrollo en tres campos: emocional, cognitivo y conductual. Los estímulos que recibe el pequeño al hacer esta actividad son variados. ¡Y son todos beneficiosos para su crecimiento! Las ventajas más destacadas son:
- Fomentan la atención y la concentración
- Favorecen la psicomotricidad fina de los dedos
- Reducen el estrés y la ansiedad
- Ayudan a desarrollar la paciencia, la perseverancia, la constancia.
- Adquisición de conocimientos sobre las formas geométricas.
- Aportan bienestar, aumentan la creatividad y la imaginación, posibilitan que combinen colores y figuras
- Incrementan la autoestima y estimulan el sentido por lo estético.
Si los niños pintasen mandalas de manera periódica se evitarían muchas peleas, discusiones y comportamientos poco adecuados. Por este motivo son cada vez más las escuelas que incluyen estos dibujos en el aula, siguiendo los pasos de Marie Prévaud, quien fue la pionera en este campo hace varias décadas.
Pero, antes que ella, Carl Jung usó los mandalas como terapia para interpretar los sueños o conocer la personalidad de sus pacientes.
Los mandalas en la vida adulta
Haber dejado atrás la infancia no significa que las pinturas también tengan que quedarse en el pasado ¡Por supuesto que tienes la posibilidad de hacerlo y disfrutar de sus beneficios! Los mandalas en adultos se emplean para conseguir un estado de meditación profundo y según la psicología actual representan al ser humano y su relación con el Universo.
Por lo tanto, pintar uno te ayudará a conectarte con tu “yo interior”, a sacar a relucir tu lado más creativo, disminuir las pulsaciones de tu corazón y la presión arterial. Se trata de hacer un viaje hacia lo más profundo de tu ser, aprovechar para no pensar en nada más que en el dibujo, en las formas y en los colores.
Un mandala no es simplemente un regalo bonito o una pieza en la decoración de tu hogar. Es también una excelente manera de ingresar en un mundo hasta ahora desconocido, en el que lo mejor de ti está esperando para salir a la luz.
Sentirás como a través de estas formas coloridas encuentras la calma en medio del vendaval, el arco iris después de la tormenta y la luz tras tanto tiempo de oscuridad.