Los tres filtros de Sócrates

Los filtros de Sócrates nos invitan a no recibir ni compartir mensajes que sean mentira, que dañen o que sean inútiles. Si quieres saber en qué consisten y cómo aplicarlos, ¡sigue leyendo!
Los tres filtros de Sócrates

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 06 diciembre, 2023

Los tres filtros de Sócrates hacen referencia a una anécdota del gran filósofo griego que ha llegado hasta nuestros días. Es considerada una gran lección de vida, que se aplica particularmente a aquellas situaciones en las que prima el cotilleo y el rumor.

Esta historia, además, es una poderosa herramienta para mejorar nuestra manera de relacionarnos con los demás. Por eso, en este artículo, ahondaremos en ella y te enseñaremos a aplicar estos tres principios socráticos en tu vida cotidiana.

En qué consisten los tres filtros de Sócrates

Cuenta la historia que, en una ocasión, uno de los discípulos de Sócrates llegó en gran estado de agitación. Le dijo al filósofo que se había encontrado con uno de sus amigos y que este había hablado mal de él con gran malevolencia.

Al escuchar esto, Sócrates le pidió que se calmara. Después de pensarlo un momento, le pidió que esperara un minuto y le manifestó que antes de escuchar lo que tenía para contarle, el mensaje debía pasar por tres filtros. Si no los superaba, no sería digno de atención.

Primer filtro: la verdad

Como era costumbre en las lecciones de Sócrates, el sabio griego le formuló una pregunta a su ansioso discípulo. Dicho interrogante era: «¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es verdad  El discípulo pensó un momento.

En realidad, no podía estar seguro de si lo que había escuchado era verdad. Todo era cuestión de perspectivas. «Entonces, no sabes si todo es cierto o no», dijo el filósofo. El discípulo tuvo que admitir que no.

Segundo filtro: la bondad

Luego, el gran maestro griego formuló una segunda pregunta: «¿Lo que vas a decirme es bueno o no?» El discípulo contestó que, por supuesto, no era nada bueno. Lo que tenía que contarle eran palabras que, a su juicio, le causarían malestar y aflicción.

Entonces, Sócrates señaló: «Vas a decirme algo malo, pero no estás totalmente seguro de que sea cierto». El discípulo admitió que así era.

Tercer filtro: la utilidad

Para terminar, Sócrates debía plantear un tercer interrogante y así lo hizo. Dijo: «¿Me va a servir de algo lo que tienes que decirme?» El discípulo dudó. En realidad, no sabía si esa información le sería de utilidad o no. Quizás solo lo distanciaría de ese amigo, pero, teniendo en cuenta que no se sabía si era verdad o no, tal vez divulgarlo no resultaba útil.



La verdad, la bondad y la utilidad

Al final, el filósofo se negó a escuchar lo que su discípulo quería decirle. «Si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno e incluso no es útil, ¿para qué querría saberlo , mencionó para concluir.

La verdad, la bondad y la utilidad son los tres filtros de Sócrates. A juicio del sabio, estas son las preguntas que toda persona se debe formular antes de decir algo. La primera: «¿Estoy seguro de que lo que voy a decir es cierto?»; la segunda: «¿Lo que voy a decir es bueno?», y la tercera: «¿Es necesario decirlo?».

Este triple filtro es una excelente guía, tanto para cuando vamos a emitir un comentario, como para lo que vamos a escuchar. Representa un conjunto de parámetros en torno a lo que es una comunicación saludable y constructiva. Por eso, esta historia sigue vigente a pesar del paso de los siglos.

Cómo aplicar los 3 filtros de Sócrates

En la vida cotidiana no es fácil definir lo verdadero, lo bueno y lo necesario. Son conceptos abstractos que a veces resultan difíciles de aplicar. Por eso, también hay algunas preguntas adicionales que ayudan a aplicar los 3 filtros de Sócrates. Dichas preguntas son:

Frente a lo verdadero

  • ¿Me consta? Antes de divulgar información sobre la vida de otras personas, cuestiónate primero si eso que dirás es cierto. Si fue algo que escuchaste de una persona que lo oyó de otra, es mejor que seas cauteloso.
  • ¿Puedo probarlo? Pon a prueba la veracidad de lo que sabes. Busca las evidencias a favor o en contra antes de esparcir un rumor innecesario. No te bases en personas poco fiables.
  • ¿Estaría en capacidad de sostenerlo ante cualquier persona? Piensa si serás capaz de defender tu postura o la información que tienes de la otra persona frente a ella, o ante un grupo de escépticos. Si no lo estás, mejor no la compartas.
  • ¿Estaría dispuesto a jugarme mi reputación por esto? No hay nada más importante que el honor y la reputación. Si no estás dispuesto perderlos, mejor no continúes esparciendo el chisme del que te enteraste. Recuerda que está en juego tu credibilidad.

Frente a lo bueno

  • ¿Beneficia o hace sentir mejor a la otra persona o a mí mismo? Evalúa de manera crítica si divulgarás algo negativo solo para obtener satisfacción personal. En caso de que así sea, reflexiona sobre esta necesidad y trabaja en tu bondad.
  • ¿Despertará emociones positivas? Piensa en los sentimientos que generarás en tu prójimo. Si lo harás sufrir y vivir consecuencias negativas debido al rumor que compartiste, entonces, sé discreto y no compartes lo que ahora sabes.
  • ¿Demostrará mis virtudes? Reflexiona sobre si eso quieres compartir refleja la clase de ser humano que eres o quieres ser. Evita hacer cosas que no están en sintonía con tus virtudes.

Frente a lo necesario o útil

  • ¿La vida de esa persona o mi vida mejorarán? Analiza el valor práctico que tendrá lo que dirás. En caso de que no enriquezca la vida del otro o la tuya, mejor resérvate lo que sabes.
  • ¿Podrá esa persona realizar alguna acción práctica con esa información o ese mensaje? Si a nadie le sirve ese mensaje, y si solo alimenta un rumor infundado, entonces, ahórrate su difusión.
  • ¿En qué le perjudica o le afecta el no saberlo? Piensa en las consecuencias de omitir la información. Cuando el acto de ocultarla perjudica la vida o la reputación de la otra persona, vale la pena publicarla, de lo contrario, es mejor no decir nada.


Los filtros de Sócrates contra los chismes

Como lo señalamos al comienzo, los tres filtros de Sócrates están particularmente orientados a los rumores o cotilleos. Aplicándolos se logra detener esos molestos chismes en el trabajo, la escuela, la comunidad, la familia, etc.

Sin embargo, todo esto también resulta válido para otro tipo de mensajes: los que recibimos a través de los medios de comunicación y las redes sociales. Buena parte de la información que circula por ahí también tiene un carácter dudoso e insano.

Antes de terminar, es necesario mencionar que si bien esta es una historia bastante bella y que trae consigo un mensaje poderoso para nuestro día a día, no existe información histórica o bibliográfica que relacione la anécdota con el filósofo griego.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.