Madres competitivas con sus hijas: ¿cómo son?
Las madres competitivas con sus hijas dejan pronto su papel de protectoras para alzarse como rivales. Asumen un papel de eternas adolescentes (y no nos referimos a su modo de vestir). Son por lo general mujeres con cierta inmadurez emocional, definidas por la inseguridad, la baja autoestima y por la necesidad constante de reconocimiento y atención externa.
Lo cierto es que este fenómeno es más común de lo que pensamos. Es un estilo de maternidad que ve a las propias hijas como figuras con quien medirse y a quienes superar. Son competencia, pero al mismo tiempo no pueden vivir sin ejercer esa competitividad nociva y contra natura, porque es así como entienden su propia existencia. Necesitan retarlas para visibilizarse.
Asimismo, este estilo de personalidad encierra unos claros rasgos narcisistas. No es fácil vivir con una madre dominada por la envidia y por la necesidad constante de eclipsar a las hijas apagando su potencial, su autonomía y su identidad. Son muchas las jóvenes que lidian ahora mismo en esta singular batalla.
Profundicemos un poco más en este tema.
Cuando una hija vive bajo la sombra de una madre que la envida, es común que su desarrollo psicoemocional se vea afectado por esas críticas constantes.
Características de las madres competitivas con sus hijas
Se dice que cuando los hermanos Grimm empezaron a escribir el cuento de Blancanieves, decidieron que la reina malvada sería madre de la protagonista. En un momento dado, y cuando la niña alcanzara la adolescencia, su belleza y encanto serían motivo de envidia de la progenitora y por ello, llevada por los celos, orquestaría su maquiavélico asesinato.
Ahora bien, por alguna razón, Jacob Grimm y Wilhelm Grimm decidieron cambiar el argumento y sustituir al personaje materno por la clásica madrastra. Seguramente pensaron que no es lícito ni creíble que una madre albergue sobre sus propios hijos emociones como el odio, los celos y la envidia. Sin embargo, la realidad en ocasiones nos sorprende y propone auténticos escenarios de intriga y terror.
Comprendamos qué características definen a las madres competitivas con sus hijas.
Haz cosas por mamá, pero no las hagas demasiado bien para no eclipsarla
La hija de una madre definida por la envidia vive en una constante paradoja existencial. Se ve en la obligación de esforzarse por lograr objetivos para satisfacer así a su progenitora. Sin embargo, aprenderá que si destaca demasiado, será rápidamente criticada e infravalorada. El conflicto sume a la niña o adolescente en una tesitura psicológica muy compleja.
Las madres competitivas con sus hijas las impulsan a tener una buena apariencia, a lograr metas altas. Sin embargo, cuando sus hijas alcanzan un logro, pueden sentirse amenazadas y no dudan en despreciarlas de manera cruel.
Las madres competitivas se enorgullecen públicamente de sus hijas, no dudan en alabar su belleza e inteligencia. Sin embargo, en privado las ridiculizan, critican su manera de vestir y boicotean su personalidad, sueños y aficiones.
Eres mi rival y puedo ser mejor que tú
La rivalidad que la madre ejerce sobre la hija es casi constante. La madre intentará (en la medida de lo posible) superar cualquier iniciativa que lleve a cabo. Si se apunta al gimnasio, a clase de idiomas o algún curso de formación, la madre lo imitará.
Ahora bien, en el ámbito donde hay rivalidad es en el estético. A una mujer que compite con su hija le define sobre todo su obsesión con el aspecto físico. Son personas con temor a envejecer, incapaces de madurar con integridad y equilibrio.
Aún más, en su afán por verse como eternas adolescentes, hace que caigan en dietas extremas y que se conviertan en un mal modelo en materia de alimentación para sus hijos.
Sabotaje en el desarrollo de la hija
Las madres competitivas con sus hijas distorsionan por completo las bases de una educación saludable y enriquecedora. La niña deja de tener en su madre ese espejo en el que reflejarse para aprender. Lo que encuentra es un campo minado en el que no sabe cómo moverse. Cualquier cosa que haga será analizada y se convertirá en motivo de rivalidad.
Su aspecto físico, su formación, sus amistades y sus parejas serán analizadas y criticadas en muchos casos. Porque la mirada materna, en lugar de alentar su desarrollo como mujer y ser humano, envidia su juventud, sus logros, su felicidad… Ese sabotaje merma, en muchos casos, su autoestima e identidad.
El narcisismo y las madres competitivas con sus hijas
La madre competitiva con su hija revela una personalidad narcisista. El hecho de ver en el aspecto físico de la niña o en sus cualidades dimensiones amenazantes y motivo de envidia esconde una clara inseguridad y una baja autoestima. También una personalidad claramente inmadura.
Así, trabajos de investigación como los realizados en la Universidad Trinity destacan algo importante. El comportamiento motivado por la envidia y la amenaza al ego tan común en los narcisistas son una clara forma de agresión. Por tanto, esta conducta es una forma de maltrato emocional más que deja serias secuelas en la mente de esas niñas desde edades tempranas.
La madre que compite con la hija y que la boicotea de forma constante para que no la eclipse o no destaque más que ella está ejerciendo una forma de maltrato psicológico.
¿Qué hacer cuando tenemos una madre que nos envidia?
En la actualidad aparecen cada vez más libros y publicaciones sobre esas figuras maternas que han dejado en sus hijas serias secuelas psicológicas. Uno de ellos es el escrito por Caroline Foster, Madres Narcisistas: Cómo lidiar con una madre narcisista y recuperarse del TEPT-C.
Cabe señalar que resulta muy complicado lidiar con las madres que compiten con sus hijas. Cuando uno crece con un progenitor abusivo no es consciente de ello hasta que llega la adolescencia o la primera juventud.
La niña no pone en duda a su madre, la obedece y se ajusta a sus demandas. Esto provoca que se llegue a la edad adulta con una identidad distorsionada, algunos traumas, sentimientos de vergüenza y una gran colección de complejos.
Enfrentarnos a la madre narcisista rara vez sirve de algo. Hay que volver la atención hacia una misma e individualizarse. Es necesario sintonizar con el propio yo mediante la autocompasión y la aceptación para reformular muchas narrativas internas. Cuando hemos crecido con una voz que siempre nos ponía en duda y que nos veía como un rival, es vital reescribirnos de nuevo para convertirnos en aliadas de nuestro bienestar y potencial humano.
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