Mario Capecchi, de vagabundo a Nobel de medicina
La vida de Mario Capecchi es una de esas historias que te obligan a consultar varias fuentes para ver si en realidad es cierta o no. Lo más desconcertante de lo que vivió este genio es el hecho de que el azar juega a favor y en contra, de una manera caprichosa e incomprensible, finalmente.
Mario Capecchi nació en Verona, Italia, el 6 de octubre de 1937. Estaba, aparentemente, destinado a ser un niño feliz. Tenía despejados los caminos hacia el éxito. Su padre, Luciano Capecchi, era un aviador próspero. Su madre, Lucy Ramberg, era de origen estadounidense y provenía de una familia de artistas con buenos recursos económicos.
“El mundo rompe a todos, y después, algunos son fuertes en los lugares rotos”.
-Ernest Hemingway-
El padre viajaba por todo el mundo y fue así como conoció a Lucy. Los dos se enamoraron perdidamente y ella decidió seguirlo hasta Italia e iniciar una vida a su lado. Ella formó un grupo de artistas en Europa, llamado “Los bohemios” y también fue profesora de poesía en La Sorbona. El futuro parecía depararles solo dicha.
El ascenso del fascismo
Los Capecchi no contaban con que el fascismo comenzara a abrirse paso en Italia y los tambores de guerra se convirtieran en un martilleo diario. Lucy, la madre de Mario Cepecci, inició una campaña más o menos clandestina contra el fascismo. Fundó un periódico y se opuso decididamente a las llamadas “leyes raciales” de Mussolini.
Comenzaron los combates y el padre de Mario Capecchi fue llamado a las filas. Debía partir hacia África para incorporarse a una unidad de artillería antiaérea.
Antes de irse, tuvo temor por su familia. Sabía que en cualquier momento su mujer podía meterse en problemas con las autoridades. Temiendo lo peor, le dio dinero a unos campesinos de Bolzano para que se hicieran cargo del niño, si su esposa era detenida. Ellos aceptaron.
Tal y como lo había previsto, en 1941 la Gestapo detuvo a Lucy Ramberg. La enviaron al campo de concentración de Dachau. El pequeño Mario tenía tan solo 3 años. Los campesinos se hicieron cargo de él.
En ese punto hay versiones contradictorias. Algunos dicen que maltrataban al niño y que este decidió huir. Otros dicen que simplemente se acabó el dinero y entonces decidieron abandonarlo. Lo cierto es que dejaron a Mario Capecchi en la calle, con tan solo 4 años de edad.
Mario Capecchi, un genio en la calle
Mario Capecchi no tiene recuerdos claros sobre lo que sucedió en aquella época. Solo sabe que de pronto se vio solo y desamparado, en plena calle. Comenzó a vagar por la carretera y encontró varios grupos de niños que estaban en una situación similar. No tenían adultos que se preocupasen por ellos y estaban obligados a sobrevivir como fuera.
Estas pandillas de niños robaban comida y dormían en la calle o en cualquier lugar en donde encontraran abrigo. Solo se ocupaban de sobrevivir un día más. No tenían la más mínima noción de futuro. Simplemente enfrentaban la adversidad con su instinto de conservación.
Mario Capecchi vivió como un vagabundo durante cinco años. Cuando cumplía 8 años de edad, de pronto se enfermó. No tiene idea de qué sucedió. Lo más probable es que se desmayase en la calle y que algún buen samaritano lo encontró y decidiera ayudarle. De uno u otro modo, llegó a un hospital. Tenía tifus y debían atenderlo.
Los laberintos del destino
La guerra ya había terminado y Mario Capecchi no tenía fuerzas para escapar del hospital, como solía hacerlo cada vez que alguna institución lo “adoptaba”. Le había sucedido varias veces. En esta ocasión, la enfermedad apenas si lo dejaba moverse.
Un día cualquiera, se acercó una mujer a su cama. Apenas si la reconoció. Era su madre. Había sobrevivido al campo de concentración y lo buscaba desde hacía 18 meses. Era un milagro que lo hubiera encontrado.
Ella estaba muy cambiada, tanto en el cuerpo como en la mente, pero el reencuentro fue feliz. Los dos partieron hacia Estados Unidos y allí comenzaron una nueva vida. Capecchi decidió estudiar medicina. Fue un alumno brillante.
A principios de los 80, contrariando la voluntad de los investigadores del Instituto Nacional de Salud, inició un experimento con ratones. Tomó un gen del ADN de estos y lo cambió por otro.
En 2007 ganó el Premio Nobel de Medicina, junto con Martin Evans y Oliver Smithies. Una mujer llamada Marlene Bonelli, que vivía en Austria, reconoció el apellido cuando le entregaron el Nobel. Mario Capecchi no tenía idea, pero ella era su hermanastra, hija de la misma madre. Ella buscó la forma de comunicarse con él y un año después se produjo el reencuentro. Otra vez el azar jugaba a favor.
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- de la Torre, T. (2009). Adversidad creadora: Teoría y práctica del rescate de potencialidades latentes. Encuentros Multidisciplinares.