Mary Wollstonecraft: biografía de la primera feminista
Cuando el feminismo todavía no era una corriente tan importante, cuando las mujeres quedaban relegadas a lo doméstico, la abuela de Frankenstein comenzó a abrir el camino. Hablamos de Mary Wollstonecraft, madre de Mary Shelley, una mujer realmente atípica para la época en la que le tocó vivir. Filósofa y escritora, vivió toda una vida entre letras.
La figura de Mary, por desgracia, se vio envuelta en la polémica, fue duramente criticada y cuestionada por sus coetáneos. Murió poco después de traer al mundo a su hija, Mary Shelley, por una infección consecuencia del parto.
Tras su muerte, su esposo el también escritor y filósofo, William Godwin, trató de rendirle homenaje publicando sus memorias. Pero, a pesar de la buena voluntad de Godwin, Wollstonecraft únicamente sería recordada por sus polémicas y, en consecuencia, sería una figura desechada por los intelectuales del momento.
Su historia y su obra quedaron silenciadas, guardadas en secreto para que nadie, como Mary, se atreviera a pensar, a reivindicar los derechos de la mujer. No será hasta un tiempo después cuando la nueva oleada de feminismo de principios del XX se encargó de desempolvar sus textos y devolverles la luz.
Virginia Woolf y otras feministas de la época fueron las encargadas de resucitar a Mary Wollstonecraft, una mujer incomprendida y, sin duda, adelantada a su tiempo.
“El uso adecuado de la razón es lo único que nos hace independientes de todo, excepto de la misma razón despejada, a cuyo servicio está la libertad perfecta”.
-Mary Wollstonecraft-
Mary Wollstonecraft: infancia y juventud
El 27 de abril de 1759 nacía Mary Wollstonecraft en Spitalfields (Londres, Reino Unido). Nació en una familia con una posición económica estable, pero su padre terminó por derrochar todos los ahorros familiares. Su padre, además, solía beber demasiado y golpear a su esposa. Wollstonecraft se unió profundamente a sus hermanas y se convirtió en un importante pilar para ellas.
Wollstonecraft siempre defendió la independencia de la mujer y trató de desafiar los convencionalismos. Así, asesoró a su hermana Eliza para que abandonase a su familia, pero el mundo no estaba preparado para tal cosa y el destino de Eliza fue bastante precario.
Mary tuvo dos amistades importantes en su juventud que influirían enormemente en su futuro profesional: Jane Arden y Fanny Blood. Arden la acercó por influencia de su padre al mundo de la filosofía. Blood murió tras dar a luz y este hecho marcó enormemente a Mary.
Tras la muerte de su amiga, Wollstonecraft toma una decisión fundamental: convertirse en escritora. Sus primeros textos son una pequeña reflexión sobre los problemas de la mujer en el sistema educativo y laboral. Cuando quería buscar empleo, se daba cuenta de que sus posibilidades se reducían a dos: ser institutriz o cuidadora. Además, la educación que recibían las mujeres era muy distinta a la de los hombres y, como consecuencia, era tremendamente limitada.
Posteriormente, comenzó a trabajar como institutriz, demostrando ser bastante atípica con la educación que impartía a los niños. Fruto de esta experiencia escribe Reflexiones sobre la educación de las hijas (1787) y Relatos originales de la vida real (1778), su única obra de literatura infantil. Su primera obra seguía un estilo bastante común en la época, pero es cierto que adelantó algunas de las reflexiones sobre la mujer soltera, especialmente, sus limitaciones económicas.
Más tarde, obtuvo empleo en la editorial regentada por Joseph Johnson, trabajó como traductora y publicó Vindicación de los derechos del hombre (1790). Este texto, en realidad, fue una respuesta a la publicación de Burke Reflexiones sobre la Revolución Francesa (1790). Wollstonecraft atacó enormemente los derechos hereditarios y a la aristocracia, defendiendo la república. Pero este polémico texto fue solo la primera piedra para lo que vendría después…
“Como desde la infancia se les enseña que la belleza es el cetro de la mujer, la mente se adapta al cuerpo y, vagando por su jaula dorada, solo busca adorar su prisión”.
-Mary Wollstonecraft-
El primer feminismo
Mary Wollstonecraft desembarcó en París en 1792, en un París sumido en el caos y en el que Luis XVI iba a ser guillotinado. En este momento, Wollstonecraft comienza a desestabilizarse: por un lado, escribe Vindicación de los derechos de la mujer (1972); y, por otro, se enamora perdidamente de Gilbert Imlay, con quien tiene una hija. La relación con Imlay fue un fracaso y Wollstonecraft le escribía desesperadas cartas como consecuencia de la depresión en la que se vio sumida.
Era el siglo XVIII, eran tiempos de revolución y Wollstonecraft estaba sola con una hija. A su regreso al Reino Unido, trató de suicidarse. Paradójicamente, esta mujer reivindicativa que tanto defendía sus derechos y su independencia se encontraba en un profundo estado depresivo consecuencia del fracaso sentimental. Hablar de feminismo en Wollstonecraft resulta algo contradictorio, pues el término se consolidó de manera posterior.
Sin embargo, cuando leemos Vindicación de los derechos de la mujer, nos damos cuenta de que los primeros pasos de esta lucha se encuentran allí. ¿Qué criticaba exactamente Mary? Mary veía un problema en la novela rosa que se asociaba a las mujeres, pues estas justificaban de alguna manera esa dependencia del hombre y le impedían pensar a la mujer. Abogaba por una educación racional, por educar a las niñas de forma temprana en el pensamiento y poder tener las mismas oportunidades que los hombres.
Las habilidades de la mujer no eran una causa de su naturaleza, sino que residían en el propio sistema y, más concretamente, en la educación recibida. Mary abofeteaba así a casi todos los pensadores de su tiempo. Pero Wollstonecraft iba más allá del texto, llevando su ruptura con los convencionalismos casi al extremo.
Le llegó a proponer al artista y escritor Henry Fuseli que abriera su relación con su esposa y, así, convivir los tres. Por supuesto, en una época en la que el poliamor era mucho más que un tabú, las consecuencias de esta proposición fueron durísimas.
Última etapa
A Mary Wollstonecraft le costó enormemente superar su desengaño amoroso, por esta razón, le escribía innumerables cartas y trató de suicidarse por segunda vez consecutiva.
En 1796, publica una obra en la que recoge uno de sus viajes: Cartas escritas en Suecia, Noruega y Dinamarca. Ella emprendió este viaje con la intención de recuperar a Imlay, pero descubrió que estaba todo perdido. En esta obra, reflexiona sobre diversas cuestiones sociales e incluso sobre su propia identidad y la relación del “yo” con el mundo. Reivindica nuevamente la libertad y la educación de las mujeres y, finalmente, acepta que su historia con Imlay ha terminado.
En Londres, conoció a William Godwin, filósofo y escritor precursor del pensamiento anarquista. Ambos contrajeron matrimonio y establecieron una norma para respetar su independencia: vivir en casas separadas, pero contiguas.
A partir de este momento, Wollstonecraft se sumerge nuevamente en su labor como escritora. Por desgracia, la felicidad se esfumó rápido y Mary falleció poco después de dar a luz a su segunda hija, Mary Shelley, a la edad de 38 años. Sus hijas quedaron a cargo de Godwin quien, posteriormente, volvió a contraer matrimonio.
Godwin publicó en 1798 Memorias de la autora de Vindicación sobre los derechos de la mujer, aunque su recepción, como hemos anticipado, no fue del todo buena. En esta obra, Godwin se documentó a través de personas que habían conocido a Wollstonecraft, reagrupó todas sus cartas y obras.
Hoy, lo que pedía Wollstonecraft nos parece lo más lógico, pero en su momento generó una gran controversia. Tal vez, el mundo no estaba preparado para recibir a una mujer como Mary Wollstonecraft.
En ocasiones, se ha visto a Wollstonecraft como la primera feminista y, en cierto modo, lo fue; aunque no es la única mujer de la historia que se atrevió a reivindicar sus derechos. El feminismo todavía no había nacido, pero ella comenzó a gestarlo en su obra, que sería recuperada en el siglo XX. Con Wollstonecraft, el feminismo estaba un poco más cerca.
“Hagamos a las mujeres criaturas racionales y ciudadanas libres, y rápidamente se volverán buenas esposas y madres, esto es, si los hombres no descuidan los deberes de maridos y padres”.
-Mary Wollstonecraft-