La mente del mono: qué es y cómo controlarla
La mente del mono es una expresión que se utiliza en ciertas filosofías orientales para describir cómo funcionan a veces nuestros pensamientos: de aquí para allá y de allá hacia más allá, sin control. Tal y como un mono: de rama en rama, de grito en grito, con prisa y sin pausa.
Esta expresión es muy utilizada en la actualidad por los practicantes del mindfulness. Se podría decir que es lo opuesto a lo que ellos buscan. La mente del mono es una mente dispersa, sin orientación, desenfocada y, por lo tanto, caótica. Las diversas técnicas de relajación y meditación quieren lo contrario: aquietar esas aguas turbias.
Se ha planteado que la mente del mono es un estado precursor de la ansiedad. No es ansiedad en sí misma, sino más bien el contexto propicio para que esta aflore. Es decir, sería esa especie de caldo de cultivo que aumentaría de manera exponencial la posibilidad de que se desarrollara la ansiedad. Hablemos de todo esto.
“La dispersión es la mejor manera de no avanzar, por pérdida de energías”.
-Enrique Rojas-
La mente del mono
La mente del mono, por desgracia, es la mente de un buen número de personas. Se dice que el cerebro produce entre 70 y 90 000 pensamientos por día. Es una barbaridad. Sería una maravilla si todos esos pensamientos fueran valiosos o constructivos, pero no es así.
Veámoslo de una manera más gráfica. Estás intentando hacer una tarea, y piensas en ella, pero de pronto recuerdas que olvidaste llevar la ropa a la lavandería, y eso te remite a que la última vez que fuiste allí te encontraste con ese vecino tan pesado. Y pensando en gente que te cae mal, ¿qué se cree ese compañero que hoy te saludó haciendo mala cara? Por si fuera poco, mañana va a llegar la factura de la luz y cada vez está más cara…
Podríamos seguir así en una cadena interminable de pensamientos. Así funciona la mente del mono. De una rama a la otra, de una banana a la otra y al final no logras enfocarte en lo que debieras hacer. El mundo actual ayuda mucho a esto porque hay miles de estímulos, miles de actividades. Todo funciona de una manera muy vertiginosa.
La mente del buey
Para los orientales, lo opuesto a la mente del mono es la mente del buey. Este último animalito vive como si el tiempo no pasara. Se mueve lento, cuando se mueve. También come sin prisas, camina en forma pausada y solo se precipita cuando alguien lo arrea. Por lo demás, pasta y duerme de lo más tranquilo.
Para el tema que nos ocupa, la mente del buey vendría a ser el antídoto para la mente del mono. En teoría, solo se trata de despejar la mente y evitar esa andanada de ideas simultáneas. En la práctica, no es tan fácil de lograr. Para el cerebro no es fácil enfocarse en algo, en especial por mucho tiempo. ¿Qué hacer entonces?
La forma más sencilla de salir de ese estado es apelando a la técnica que algunos llaman “el mono trabajador”. Consiste en utilizar la respiración para recuperar la atención y la concentración. Comenzar a respirar profundo y pedirle a la mente que acompañe cada inspiración y expiración.
Salir de la mente del mono
¿Es suficiente la técnica del mono trabajador? No, al menos en principio. Lo usual es que al comienzo se imponga la mente del mono. Te dispersas, aplicas la técnica y logras enfocarte, pero solo por poco tiempo. Para salir de ese círculo vicioso, no hay otra manera que insistir. A medida que lo haces entrenas tu mente de buey y esta se hace cada vez más fuerte. Con el tiempo, sí que se alcanza gran eficacia.
También utilizar otros recursos. Uno de ellos es el de escribir esos pensamientos que se cruzan sin control de un lado para otro o comentarlos con alguien. Esto aplica en particular cuando hay preocupaciones puntuales que dan forma a pensamientos extraordinariamente invasivos. Si solo son pensamientos sin demasiado recorrido que aparecen por estrés, lo indicado es acudir a la técnica del mono trabajador.
Recuerda que las técnicas de meditación son una excelente vía para aprender a despejar tu mente y ganar mayor autocontrol. Practicar la relajación, el yoga o similares es de gran ayuda para evitar ese caos de pensamientos que, paradójicamente, no te dejan pensar.
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- Lariguet, G. (2016). El silencio del Rey Mono. Autoconocimiento y Ética. YUYAYKUSUN, (9), 189-194.