La metáfora del armario desordenado para los pacientes con traumas
Desesperados, perdidos, rotos y angustiados. Los traumas psicológicos dejan fracturas emocionales de larga duración que no se ven a simple vista, pero que limitan la calidad de vida. A menudo, suele decirse que son muy pocos los que logran eludir este tipo de experiencias, porque el destino es a menudo impredecible. También cruel.
Sin embargo, esto no quiere decir que no se puedan sanar esas heridas, ni florecer de nuevo tras una etapa de estrés intenso, ansiedad permanente, insomnio y problemas relacionales. Como señala el neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik, toda persona herida se ve obligada a la metamorfosis. Y aunque el dolor siempre deja huella, podemos darle otra vida, una vida más soportable y a veces incluso hermosa y con sentido.
Tal realidad la podemos alcanzar mediante la terapia psicológica. Es en este entorno de protección y conexión humana, desde donde podemos iniciar esa transformación. Para ello, para comprender ese viaje hacia la sanación, nos será de utilidad una bella metáfora sobre cómo funciona el abordaje de los traumas. Lo analizamos.
El trauma es un hecho inesperado que amenaza nuestra vida e integridad. Nos desintegra y nos deja en una situación de vulnerabilidad muy frágil y estresante.
¿En qué consiste la metáfora del armario desordenado?
Hay un dato que no deja indiferente a nadie y que genera más de un escalofrío. Una investigación realizada en colaboración entre universidades de todo el mundo indica que más del 70 % de las personas encuestadas declararon haber padecido un trauma. De hecho, a la hora de buscar apoyo psicológico, son muchos los que lo hacen por arrastrar las secuelas del estrés postraumático.
Esta situación abruma y no hace más que describir una realidad: todos somos susceptibles de vivir una circunstancia amenazante. Desde que una persona viene al mundo, hay infinitas circunstancias que pueden alterar su integridad física y emocional. Estas pueden ir desde el maltrato en la infancia, la pérdida de un ser querido, los abusos sexuales, los asaltos, las relaciones afectivas dolorosas o los eventos sociales adversos.
Las lesiones traumáticas que nos dejan estas experiencias impactan en todas las áreas de nuestro ser: emocional, cognitivo, relacional, físico, social… En estas situaciones es decisivo contar con dos pilares: el apoyo del entorno y una intervención psicológica especializada. La recuperación requiere proceder a una serie pasos que ejemplifica muy bien la metáfora del armario desordenado. Profundizamos en ella.
A veces los recuerdos en los traumas se almacenan de una manera que no es accesible a nuestra memoria consciente.
¿Para qué se usa?
La metáfora del armario desordenado se utiliza para entender cómo se organizan los recuerdos traumáticos. Por lo general, los supervivientes de un trauma evidencian recuerdos muy desordenados sobre el evento doloroso. A menudo pueden estar bloqueados, escondidos de manera profunda en la mente o incluso suelen estar acompañados de ideas del todo irracionales y perjudiciales.
Este recurso facilita al psicólogo y al paciente una imagen sencilla e ilustrativa sobre cómo será el trabajo terapéutico. Hay que recuperar esos recuerdos de esos lugares recónditos, analizarlos y después, guardarlos de manera correcta.
El hipocampo “desordena” nuestro armario mental
El hipocampo cumple un papel decisivo en la formación de los traumas psicológicos. Una investigación de la Universidad de Ryerson, en Toronto, habla sobre cómo esta región cerebral se ve afectada por las experiencias adversas. Y no solo eso, es importante saber que esta área es la que convierte esos recuerdos en imágenes dolorosas y estresantes.
El hipocampo es el responsable de “etiquetar” los recuerdos como traumáticos o no traumáticos. Él es, metafóricamente, quien los coloca en lo más profundo del cerebro de manera turbadora, acompañándolos de esas emociones de valencia negativa. Estas son tan intensas que, a veces, lo que sucedió en el pasado se puede recordar con la misma angustia como si aún fuera hoy.
La amígdala etiqueta los recuerdos como peligrosos en tus estanterías psicológicas
Si el hipocampo es quien clasifica tus recuerdos como turbadores, la amígdala es la que te genera esa sensación de amenaza constante. Esta última suele evidenciar una alta hiperactividad en circunstancias asociadas a los traumas. Esto provoca que cualquier recuerdo y sensación lo vivamos con la idea de que esa amenaza está sucediendo de nuevo.
La metáfora del armario desorganizado nos enseña que quienes han alterado nuestra ropa (recuerdos) son esas dos figuras a las que deberemos hacer frente. ¿De qué manera? Reorganizando los recuerdos y etiquetándolos de otro modo.
Los recuerdos traumáticos deben examinarse a fondo y etiquetarse de manera correcta, antes de doblarlos cuidadosamente y volver a colocarlos en el armario.
Ordenar el armario mental para ordenar nuestra vida
La metáfora del armario desordenado busca hacer ver al paciente que su mente contiene recuerdos que deben revisarse, etiquetarse de manera correcta y guardarse de nuevo de forma cuidadosa. Porque el objetivo de la terapia no es borrar las experiencias dolorosas, es ofrecer herramientas para que esos hechos duelan menos. También para que se pueda vivir con integridad y nuevas fortalezas.
Si no ordenamos nuestros recuerdos, cada vez que abramos la puerta de la memoria, el dolor se nos vendrá encima de nuevo. La meta no será otra más que integrar esos hechos en la narrativa de la vida para que sean accesibles de una manera menos angustiosa psicológicamente.
Para que en nuestro armario mental coexistan esos recuerdos adversos con los inocuos, hay que sacarlos a la luz y analizarlos. A veces, las víctimas se sienten culpables de lo sucedido y esto es algo que debe reformularse y sanarse. Los psicólogos también ofrecerán estrategias para desahogar esas emociones ancladas a cada recuerdo, liberando tensiones y favoreciendo la aceptación.
Estamos ante un abordaje muy delicado, concienzudo y también valiente. Si lo pensamos bien, son muchas las personas que viven con experiencias muy dañinas escondidas en lo más profundo de sus estanterías mentales. Hay que ordenar nuestros armarios mentales para poder encontrar el equilibrio y el orden en nuestra existencia. El esfuerzo vale la pena.
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