Mi herida no cierra porque está hecha de puntos suspensivos
Una vez de pequeña me hice una herida en un brazo, el médico que me curó, me contó cual es el proceso por el que sanan las heridas. Algunas heridas requieren una costura, unos puntos, otras no, pero todas requieren cuidado y un tiempo para que desaparezcan. A veces, puede quedar una pequeña cicatriz y otras veces pueden desaparecer del todo.
Una herida del alma es parecida a una herida del cuerpo, no es visible, pero la sentimos en los más profundo de nuestro ser, nos hace sufrir y solo el paso del tiempo y nuestra voluntad de superación hacen que se curen. Pero, al igual que una herida física, también puede dejar cicatrices que nos recordarán lo ocurrido y lo que sentimos.
“Recuerdo incluso lo que no quiero. Olvidar no puedo lo que quiero.”
-Cicerón-
Cómo aprender a olvidar las cosas negativas
Cada uno de nosotros hemos vivido situaciones que son muy complicadas de olvidar, que nos hacen daño. Puede tratarse de una infancia complicada, de una ruptura de pareja, del fallecimiento de un ser querido, de alguna situación en el trabajo en la que nos hemos sentido mal. Situaciones que generan una herida en nuestra alma.
Las situaciones vividas que nos han hecho daño o que nos han afectado de forma negativa, pueden ser de muy diverso tipo, pero solo nosotros podemos gestionar y controlar la forma en la que nos afectan las experiencias que vivimos.
El primer paso para olvidar es aceptar. No es necesario desterrar completamente el recuerdo, porque el recuerdo es algo muy humano, y no podemos evitar recordar, pero sí debemos realizar un esfuerzo para aceptar ese recuerdo, dejarlo en nuestra memoria y convivir con él de forma pacífica.
No se trata de olvidar por completo sino de que ese sufrimiento no nos invada cada vez que viene a nuestra mente el recuerdo doloroso.
“Aunque nos olvidemos de olvidar seguro que el recuerdo nos olvida.”
-Mario Benedetti-
Una vez que hayamos aceptado, podremos perdonar. No se trata de perdonar a los demás sino de perdonarnos a nosotros mismos, también sin culpabilizarnos. De saber que el pasado no se puede cambiar, pero el futuro sí, y está en nuestra mano vivir ese futuro de forma diferente y sin que unos recuerdos negativos nos condicionen.
Si aprendemos a ver aquello que nos ha hecho daño en el pasado, también podremos apreciar que hay supuestos en los que es necesario que asumamos nuestra responsabilidad. No quiere decir que nos sintamos culpables, sino que se trata de aprender a ver con objetividad lo ocurrido y aprender.
Toma el control de tu vida
Las heridas del alma a veces son más dolorosas que las heridas del cuerpo y duran mucho más tiempo, pero llega un momento en el que debemos atrevernos y tener el valor de tomar el control de nuestra vida y ser nosotros mismos, controlando y gestionando nuestras emociones.
Tomar el control de tu vida, es un acto que requiere valentía y honestidad. Significa ser realista y ver que si algo en nuestra vida no va bien o no es lo que deseamos, de la única persona de la que depende es de nosotros mismos, no depende de otras personas ni de otras situaciones.
Lo que ocurra cada día en tu vida va a depender de tu actitud, de lo que hagas o dejes de hacer, de tu sonrisa, de tu alegría, de tu voluntad de superarte.
“Recordar un buen momento es sentirse feliz de nuevo.”
-Gabriela Mistral-
Deja que pase el tiempo
Es cierto que el tiempo todo lo cura o al menos nos permite tener una perspectiva distinta, aunque no todos necesitamos el mismo tiempo para eliminar de nuestra mente o mitigar recuerdos dolorosos.
Cada persona es muy distinta a otra, y nuestro duelo ante recuerdos difíciles o ante situaciones que nos han hecho daño requiere unos tiempos que pueden ser más o menos largos.
Una ruptura amorosa con alguien a quien quisimos mucho es algo que es complicado de olvidar y de aceptar, pero con el paso del tiempo, poco a poco, nos daremos cuenta que quizás era algo que tenía que suceder para que entrara otra persona en nuestra vida o para que aprendiéramos a disfrutar de nuestra soledad.
Esta situación es solo un ejemplo, pero nos permite ver cómo el lento transcurrir del tiempo va sanando poco a poco nuestras heridas hasta que un día sin darnos cuenta han desaparecido.