Michael Stone: perfil de un psicópata y su escala de maldad
Michael Stone, psiquiatra forense y profesor en la Universidad de Columbia, es toda una referencia en el conocimiento de la “anatomía del mal”. Fue él quien desarrolló la escala de maldad, una herramienta tan curiosa como llamativa. Dicha escala pretende ser útil para valorar los diferentes grados de agresividad o pulsiones psicopáticas que el lado más oscuro del ser humano puede llegar desarrollar.
Hay quien define la “escala de maldad” como un descenso al infierno de Dante, ahí donde cada círculo o cada eslabón define una serie de pecados, de actos cuya perversidad oscilan desde aquellos que todos justificaríamos o entenderíamos hasta esos que sencillamente navegan en el reverso más abyecto e incomprensible de nuestra esencia como personas.
“El mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad”
-Albert Einstein-
Cabe decir antes que nada que esta herramienta, a pesar de haber sido desarrollada por un psiquiatra forense muy reconocido, carece de valor clínico a la hora de juzgar a un criminal. No obstante, el propio doctor Stone, así como una buena parte de la comunidad científica, alega que el enfoque basado en análisis detallado de más de 600 criminales es lo bastante riguroso como para ser esa cerradura desde la cual entender mucho mejor el germen de la violencia y la propia llave del mal.
Tal vez, el escepticismo de los propios servicios jurídicos y de la comunidad forense al respecto de esta escala de maldad derive en su propio origen. Entre el 2006 y el 2008, el canal estadounidense Discovery emitió un programa llamado “ Most Evil”. En él, el doctor Stone analizó los perfiles de varios homicidas, asesinos en serie y psicópatas. Indagó a su vez en cientos de expedientes criminales, abordando los métodos y las motivaciones.
Asimismo, y a través de numerosas entrevistas realizadas a infinidad de criminales en prisión pudo mostrar al público cómo y de qué manera se articulaba su famosa herramienta de clasificación.
“La escala de maldad fascinó al público casi al instante. Está formada por 22 niveles donde cada tipología se analizan variables tan importantes como la educación, la genética, problemas neurológicos o factores ambientales que pueden determinar esos actos violentos”
No obstante lo que muchos expertos vieron en esta escala fue poco más que puro sensacionalismo. Sin embargo, los posteriores trabajos de Michael Stone denotan una meticulosa y profunda rigurosidad en el campo de la psicología forense y un cuidado excepcional a la hora de intentar explicarnos qué hay en ese laberinto sinuoso y perverso de la mente criminal.
Michael Stone y la escala de maldad
Planteémonos una sencilla pregunta. ¿Qué entendemos por maldad? ¿Qué pasa si un hombre mata a otro en defensa propia? ¿Qué ocurre si una mujer planea meticulosamente el asesinato de su agresor, de la persona que abusó de ella? ¿Consideramos estos actos como reflejos de la “maldad”? ¿Hay quizá una “frontera”?
Tal y como todos nos hemos planteado en más de una ocasión hay hechos justificables, otros que podemos comprender pero no justificar y bastantes que nos resultan incomprensibles. Todos nosotros tenemos la capacidad de ser violentos y agresivos, lo sabemos, pero hay matices, hay grados, niveles, tendencias y dinámicas que el propio doctor Michael Stone quiso definir.
Los crímenes de Charles Manson, Ted Bundy, Jeffrey Dahmer, John Wayne Gacy, Dennis Rader y otros asesinos de alto perfil son tan espantosamente horribles que la mayoría de la gente no dudaría en calificarlos de “malvados”, pero… ¿Pertenecen todos a la misma categoría de “maldad”?
Así, lo que nos diferencia a uno de otros, lo que sitúa una barrera entre lo que es concebible y no es nuestra personalidad, parte de nuestra genética, nuestra educación y el propio contexto social en el que hayamos crecido. Estos y otros factores son los que le sirvieron a Michael Stone para construir su escala de maldad con los siguientes 22 niveles que pasamos a definir.
Primer grupo: homicidio justificado
El nivel 1 hace referencia a la simple auto-defensa. En este caso, no hay rasgos de psicopatía y el propio doctor Stone concluye que estas personas, sencillamente, carecen de maldad alguna.
Segundo grupo: maldad por celos y odio
En este segundo grupo se engloban a todos esos perfiles que cometen asesinatos por celos, quienes se mueven por la venganza y quienes además son capaces de actuar como cómplices, hasta el punto de colaborar en un acto violento. Asimismo, cabe matizar que a pesar de que muchas de estas personas muestren rasgos narcisistas y una agresividad considerable, no presentan rasgos psicopáticos. Veámoslos con detalle.
- Nivel 2: crímenes pasionales cometidos por personas inmaduras o egocéntricas.
- Nivel 3: un ejemplo muy llamativo de este nivel en la escala de maldad de Michael Stone, es Leslie Van Houten. Esta mujer era un miembro de la “familia” de Charles Manson. Una mujer que fue capaz de matar porque Manson así se lo ordenó.
- Nivel 4: son personas que matan en defensa propia pero que antes, no han dudado en iniciar la propia reyerta o la agresión en sí
- Nivel 5: personas traumatizadas (que sufrieron abuso en su mayoría) y que llevadas por la rabia, no dudan en llevar a cabo una efectiva venganza.
- Nivel 6: asesinos impulsivos que se dejan llevar por un ataque de rabia puntual incontrolada.
- Nivel 7: individuos muy narcisistas que matan por celos por celos o pasión.
Tercer grupo: rozando la frontera de la psicopatía
Hay un límite confuso, complejo y caótico donde los expertos tienen grandes dificultades a la hora de diagnosticar al perfil psicopático. En este tercer grupo se aglutinan todas esas personas, todas esas conductas violentas que por sí mismas no siempre trazan con clara exactitud a la personalidad psicopática (aunque sí hay rasgos puntuales o temporales que lo evidencian).
- Nivel 8: personas que presentan un alto nivel de furia reprimida. Son perfiles que solo necesitan un pequeño motivante o una situación determinada para “estallar” y cometer un acto violento.
- Nivel 9: en este nivel de la escala de maldad tenemos ya a amantes celosos que presentan ciertos rasgos psicopáticos.
- Nivel 10: aquí tenemos a los clásicos “sicarios”, personas que matan a sangre fría por dinero o que son capaces de arrebatar vidas si estas se interponen en sus objetivos. Son egocéntricos pero no terminan de llegar a conformar una personalidad psicopática.
- Nivel 11: en este caso Michael Stone incluye en esta categoría a los egocéntricos con rasgos psicopáticos más definidos.
- Nivel 12: personas que matan cuando se sienten acorraladas.
- Nivel 13: aquí tenemos ya a asesinos psicópatas que matan por rabia.
- Nivel 14: son personas conspiradoras, maquiavélicas y egocéntricas que matan para obtener un beneficio.
- Nivel 15: en este nivel se incluyen psicópatas que en un ataque puntual de rabia pueden matar a decenas de personas a sangre fría. Un ejemplo de ello fue Charles Manson.
- Nivel 16: psicópatas que además de matar, cometen actos viciosos.
Cuarto grupo
En este último grado de la escala de maldad tenemos sin duda el último círculo de Dante. La maldad más primigenia y atávica. Hablamos de psicópatas incapaces de sentir remordimiento alguno y para los que el objetivo del asesinato es el placer que les produce el propio acto violento.
- Nivel 17: asesinos en serie con connotación sádica, fetichistas y sexual. Un ejemplo de ello fue Ted Bundy.
- Nivel 18: asesinos que primero torturan y luego cometen el asesinato.
- Nivel 19: psicópatas que primero intimidan, persiguen infundiendo el terror en sus víctimas, para posteriormente cometer el crimen.
- Nivel 20: asesinos psicóticos para los que la única motivación es la tortura.
- Nivel 21: psicópatas que solo buscan torturar, no matar.
- Nivel 22: en este último nivel de la escala de maldad tenemos a los torturadores extremos y los asesinos psicopáticos.
Tal y como hemos podido ver, este viaje a las profundidades de la maldad presenta abundantes matices, de manera que en algunos casos no es sencillo situar en ella a un asesino o al artífice de un acto violento. Podemos estar más o menos de acuerdo en ella, podemos reconocer la utilidad de la escala de maldad o verla como un simple intento de clasificación del mal con tintes sensacionalistas.
Sin embargo, lo que sí se desprende de la escala de maldad es que cada vez comprendemos más la mente criminal y cada vez disponemos de mejores herramientas para reconocerla. Lo que necesitaríamos ahora es dotar de más mecanismos a nuestra sociedad para evitar esos actos, que en muchos casos nacen de la desigualdad, carencia o el desarraigo.
Referencias bibliográficas
Stone, Michael (2009). “The anatomy of evil”. Prometheus Books.
Zimbardo, Philip (2012). “El efecto Lucifer” Madrid: Paidos.