Por miedo a perderte, te perdí
“Mi miedo a perderte fue el motivo de tu huida”. Muchas veces no hay que cometer grandes errores para perder o alejarnos de aquello que más queremos y deseamos. Muchas veces, solamente el miedo que sentimos a perder aquello que queremos o que necesitamos hace que, sin querer, destruyamos lo que anhelamos.
Parece irónico, pero sí: es muy frecuente que, tras un duro trabajo por conseguir cierta meta o tras liberar una gran batalla superando una enfermedad o una crisis de pareja, sucumbamos. Y, aunque “Novia a la fuga” sea una película, esta situación es mucho más real y cercana de lo que podemos imaginar.
En los siguientes párrafos hablaremos de las razones biológicas y psicológicas de este fenómeno. Por último, trataremos de encontrar una respuesta a cómo combatirlo cultivando emociones positivas donde ahora habita el miedo.
El miedo a perderte fue caldo de cultivo para celos, obsesiones, miedos sin fundamento y un sinfín de demandas de afecto.
¿Qué es el miedo?
El miedo en una de las seis emociones básicas que tenemos: miedo, alegría, tristeza, ira, asco y sorpresa. Estas emociones se denominan básicas porque se pueden identificar claramente en todas las culturas hasta ahora estudiadas. También porque nos permiten adaptarnos al medio que nos rodea.
¿Cómo nos ayuda el miedo? Todas las emociones juegan un papel crucial a la hora de empujarnos o apartarnos de una meta. La alegría, por ejemplo, nos ayuda a conectar con los demás y eso, a su vez, mejora nuestra adaptación social y, por tanto, nuestra salud.
Por otro lado, el papel del miedo es el de “evitar un mal mayor” o enfrentar con coraje aquello que nos amedrenta y, por ello, es necesario en nuestra vida diaria. Como afirma Alberto Acosta, profesor de la Universidad de Granada, el miedo y la ansiedad están relacionadas. Según Acosta, “el miedo y la ansiedad son emociones que tienen que ver con nuestra seguridad personal. Ambas surgen cuando nos sentimos amenazados”. Acosta matiza sobre el miedo asegurando que “en el miedo las amenazas o los peligros son concretos […]. En la ansiedad, sin embargo las amenazas son existenciales, tienen que ver con la incertidumbre de nuestro mundo”.
El miedo a fracasar: “¿y si esto es demasiado para mí?”
El miedo se produce como resultado de una evaluación negativa o amenazante de una situación. Es decir, el peligro no tiene por qué ser real. Muchas veces se produce porque sentimos que la situación supera los recursos con los que contamos para llevarla a cabo o enfrentarla.
Cuando el miedo a perderte hace acto de presencia, en realidad tengo un gran temor a que nuestra relación se vaya al garete
A este fenómeno se le denomina expectativa de autoeficacia. Se define como “la percepción y valoración que haces de ti mismo como poseedor de la capacidad y de los recursos personales necesarios para hacer frente a diferentes situaciones”.
Por otro lado, cuando se desencadena la respuesta del miedo se dan las siguientes reacciones fisiológicas -que facilitan las tres respuestas motoras básicas: lucha, parálisis y huida-:
- Aumenta la tasa cardíaca y presión sanguínea para aportar “combustible” a nuestro cerebro.
- La respiración se acelera para oxigenar los músculos en preparación de la huida.
- Se produce la segregación de glúcidos y lípidos a la sangre para aportar energía en caso de lucha.
- Se detienen la mayoría de procesos esenciales, como los que lleva a cabo el sistema inmunológico o el digestivo, en beneficio del riego de el corazón y el cerebro.
- Comienzan a tensarse los músculos, preparándose para la acción.
¿Por qué el miedo a perderte me hace perder?
Sucede cuando nos topamos con un problema, una situación beneficiosa o neutra que evaluamos como una amenaza. Este es el mecanismo que siguen las fobias y por el que muchas veces perdemos aquello que más queremos. Como afirma Alberto Acosta, “cuando sentimos algún miedo específico, si podemos, evitamos o escapamos de la situación que nos amenaza”. Es decir, nuestra tendencia de acción es ha huida.
Así, cuando realizamos una evaluación de una situación como estresante o amenazante, ese mensaje llega a nuestra amígdala cerebral que desencadena la respuesta de miedo. La amígdala, a su vez, está asociada con varios procesos relacionados con la memoria, incluido el del almacenamiento de nuestros recuerdos y, por ello, nuestros miedos perseveran.
Por otro lado, la evaluación de la situación -como amenazante o no- depende de nuestra personalidad y de la estimación de los recursos con lo que contamos. Es por ello, entre otras razones, que hay personas que adoran los perros y otras que les tienen pánico.
“Es una locura odiar a todas las rosas porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños porque uno de ellos no se realizó”
-El Principito-
Estas mismas reacciones se dan en todas las situaciones en las que nos exigimos mucho o tenemos la sensación de que “hay mucho en juego”, con lo que involucramos todos nuestros mecanismos de lucha y supervivencia. Esta es precisamente nuestra cruz. Porque al activarse las reacciones de lucha, parálisis o huida acabamos escapando de las cosas que nos hacen más felices, por evitar un fracaso que es solamente una conjetura.
Así, no solo forman parte de las películas os padres o las novias que se dan a la fuga, las discusiones con un compañero antes de entregar un trabajo o que nos quedemos paralizados a la hora de exponer nuestras ideas ante un exigente público, por más que dominemos el tema.
¿Cómo manejar el miedo al fracaso?
Casi todos hemos visto una de estas típicas películas románticas en las que el protagonista deja ir al “amor de su vida”. De pronto, se da cuenta de lo que ha perdido y sale a corriendo a decirle que lo ama pero… El avión ya se fue. Y nos quedamos con esa desazón de decir “Imbécil, lo tenías todo, ¿por qué la dejaste marchar?”. Entonces, ¿por qué no visionas tu vida como si fuera esa película?
Actúa. Vive. En la obra de tu vida, tú eres el actor principal
Aunque en primer lugar, debemos reconocer que el miedo es una emoción esencial y, como tal, es bueno regularla y no ignorarla o negarla. Simplemente, es positivo identificarla y atribuirle el significado correcto.
Reflexionar que si te sientes mal ante una entrevista de trabajo importante no significa que no valgas para ese puesto o que seas cobarde. Una vez que hemos asumido que es una reacción perfectamente comprensible, ahora hay que tener la mente despejada para realizar la mejor entrevista posible.
1. Combatir las ideas irracionales que genera el miedo
Muchas veces, cuando estamos en una situación en la que el miedo a fallar se apodera de nosotros, nuestros pensamientos se trasforman en “embrollos o inutilidades mentales”. Es decir, el miedo es esa “sed en el desierto” que provoca el nivel de activación fisiológica suficiente como para que “veamos fantasmas donde no los hay”.
Así, empezamos a pensar cosas como “mi jefe me mira mal, me van a despedir”, “seguro que se ríen de mí”, etc. Es perfectamente posible que nuestro jefe haya pasado mala noche o le duela el estómago, y que los que se ríen lo hagan de una anécdota. Así que cuando te asole el pensamiento de “miedo a perderte” a perder a esa persona que amas, cuestiónalo. ¿De qué tienes miedo realmente?
Deja de creerte el ombligo del mundo. Porque, lamento decirte, que no lo eres
2. Romper con la historia de fracasos
Si no te subes a la vida, ella no te esperará. Una buena idea puede ser cambiar la cadena de acontecimientos que te hicieron fracasar la última vez. Si llegaste tarde a esa cita importante, protégete de los imprevistos para llegar con margen. Esto romperá con los precedentes que tienes y no podrás imaginar el fracaso porque “no hay fracasos similares en tus recuerdos con los que comparar esa situación en concreto”.
“No basta con saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer”
-Goethe-
Emplea todos aquellos elementos que te hagan sentir más seguro. Ten fe. Cree, créete y, si no puedes, focalízate ese obstáculo y ocúpate en lugar de preocuparte. Y, por último, pero no menos importante, respira. Ayuda a aclarar las ideas y activa el sistema nervioso parasimpático que se encarga de la “relajación de nuestros órganos”. Así, inoculamos el estrés y el miedo.
“No es verdad que las personas paran de perseguir sueños porque se hacen viejos, se hacen viejos porque paran de perseguir sus sueños”
-Gabriel García Márquez-
3. Viviendo el ahora, verás como todo mejora
La única certeza en este mundo tan caótico es que tú eres el dueño absoluto y exclusivo de tu tiempo. Por tanto, antes de lamentarte por aquello que no hiciste por miedo o por el qué dirán o porque era demasiado tarde… piensa, solo tú eres quién decide si es tarde. Ese “miedo a perderte” puede ser un pensamiento muy letal. Empieza a centrarte en el ahora.
A través de la atención plena podrás poner en práctica estar en el aquí y ahora, esto es, libre de miedos. Al centrarte en el presente, tus pensamientos más paralizantes comenzarán a disminuir, ya que el miedo se basa en lo que puede pasar. Si te centras en el presente, las creencias más temerosas empezarán a perder fuerza. Sin embargo, esta práctica debe ser continuada en el tiempo. El cerebro es un músculo que requiere entrenamiento.
“Volví a sentir unas inmensas ganas de vivir cuando descubrí que el sentido de mi vida era el que yo le quería dar”.
-Paulo Coelho-
Personalmente te diría que ni la gente que te critica o que predices que lo hará va a devolverte los años que perderás al huir de tus sueños. Así que, vive. Vívelo todo. Y si el mundo se acaba, que nos pille bailando.
“El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Lo desconocido para los temerosos. Y para los valientes es la oportunidad”.
-Víctor Hugo-
El miedo a perderte no hará más que adelantar el momento en el que te alejarás de mí. Así que si tú te has encontrado alguna vez en esta tesitura, no te aferres al miedo. Enfréntalo y libérate de él.