En un mundo donde nada es seguro, todo es posible
Llegamos a este mundo con la inocencia de quien no sabe nada y lo espera todo. Nuestros padres son quienes nos guían con más o menos acierto en esos inicios donde el futuro, se nos antoja casi perfecto. Como satinado de mil colores y alcance de la yema de nuestros dedos. Cuando somos pequeños, vivimos en un mundo donde creemos que todo es posible.
No obstante, a medida que crecemos parte de ese hechizo se va rompiendo. Llegan las primeras desilusiones, y comprendemos lo que supone convertirse en adulto. Nadie ofrece algo a cambio de nada, y nadie nos garantiza que vayamos a ser siempre felices.
El mundo gira en su rueda oxidada del tiempo repartiendo destinos. Hay quien piensa que todos llevamos el nuestro fijado casi de fábrica, pero no es así. En esta vida compleja, todo es posible mientras nosotros así lo pensemos, mientras tengas ilusiones, fe y valentía, cualquier cosa puede ocurrir.
Hay quien anda en su sendero vital cuidando de no salir de esas marcas, de esas vallas que otros han creado para ellos. Son esos patrones con los que nos han educado, es también la necesidad de cumplir determinadas expectativas, de no defraudar, de no fallar a otras personas…
En ocasiones, nos limitamos a vivir vidas prefijadas por otros porque así nos sentimos más seguros. Sin embargo, nadie puede ser feliz sintiendo cadenas ajenas, viviendo la vida que otros tienen en mente. De ahí, que valga la pena recordar que todo es posible siempre y cuando tú mismo/a te lo permitas. Te invitamos hoy a reflexionar sobre ello.
Todo es posible para quien esté libre de batallas internas
Cada uno de nosotros contamos con nuestra propia historia personal. Puede que a estas alturas de la vida, hayas escrito ya más de un capítulo de decepciones, de fracasos e incluso de desengaños.
Eres muy consciente de todas las batallas que has librado, y de las formas que tienen tus cicatrices internas, pero sólo aquellos que han sido capaces de asumirlas, y aceptarlas en lugar de cargarlas, serán capaces de permitirse nuevas oportunidades: ahí donde todo es posible.
Podríamos decir quizá, que las segundas oportunidades sólo están disponibles para quien crea en ellas. Por su parte, todos aquellos que cierren su corazón con el sello de la amargura y el rencor, están ventando su propio crecimiento personal, y la oportunidad de ser felices de nuevo.
Nuestro historial de aprendizaje puede anclarnos a experiencias amargas que nos impidan avanzar. Sin embargo, si aprendemos a liberarnos de estos nudos que nos atan al pasado, abriremos la vida a un horizonte donde todo es posible. En un mundo donde nada es seguro, todo puede ocurrir. Por lo que abrirnos a nuevas experiencias será un camino de aprendizaje y enriquecimiento personal.
Volver a tener fe en ti mismo
El mundo es complejo, de hecho, lo es tanto, que gusta de vez en cuando de ser bastante injusto. No obstante, no debemos caer en el error de atribuir todo lo que nos ocurre a esas voluntades externas que marca el destino.
- El mundo puede ser complejo, pero sólo tú eres responsable de hilar esa madeja y tejer el manto de tu vida.
- Entre todo el caos que has vivido, entre todas esas decepciones, es muy posible que en algún momento dejaras de creer en ti mismo.
- Las personas dejamos de creer en nuestras capacidades y valentía cuando nuestros pensamientos se convierten en ruido, en una música desafinada cargada de emociones negativas.
¿De qué manera podemos volver a armonizar esos pensamientos? Cambiando la actitud, variando esa actitud limitante y esa carga negativa tomando conciencia de nosotros mismos. Aceptando estos pensamientos y viendo qué podemos aprender de ellos. Porque, aunque parezca imposible, de todo se aprende, incluso de lo malo. Los grandes maestros espirituales aseguran que de todo aquello que nos ocurre, podemos sacar un aprendizaje.
Estás viviendo un momento difícil. Pero tú no eres tú dolor, tú no mereces vivir de forma crónica en el mundo de la decepción y el abatimiento. Alimenta nuevas ilusiones, abre puertas interiores para encontrar esa llave que derrumbe muros exteriores. Observa dentro de ti y caerás en la cuenta de que no eres tus pensamientos destructivos ni tus emociones negativas.
Vivir mejor en un mundo complejo
Tenemos muchas, muchísimas responsabilidades que cumplir, objetivos que alcanzar, personas que atender y necesidades que cubrir. Nuestra vida es a veces tan complicada que poco a poco, vamos perdiendo nuestro propio rumbo, nuestro equilibrio interno.
En el rumor incansable del día a día se desdibuja parte de nuestra esencia, de nuestra espontaneidad de nuestro ser. Debemos aprender a establecer prioridades, y la máxima prioridad… Eres tú.
Es necesario no olvidar algo tan importante como esto: si tú no estás bien, tu mundo no va bien. Y más aún, tampoco conseguirás hacer feliz a otros. En este mundo todo es posible siempre y cuando estés en equilibrio con tus esencias, con tus valores, con tus emociones. Alcanzar la paz y la calma interior, nos llevará a un estado de serenidad desde el cual observaremos el mundo como un lugar menos hostil y lleno de oportunidades maravillosas.
- La vida debe discurrir en tu día a día con una sutil armonía donde todo encaje.
- Nadie debe imponerte algo que no deseas, jamás pongas tu felicidad en los bolsillos de otros. Toda manipulación, toda vulneración a tu autoestima, romperá al instante esa “sinergía” de las que todos deberíamos disfrutar.
- Permítete aquello que necesitas. A veces, es necesario dejar a un lado lo que sentimos para recordar lo que merecemos. Puede que hoy te sientas dolido/a, pero recuerda que mereces mucho más que el sufrimiento cotidiano. Mereces ilusionarte, ser tú mismo/a cada día de tu vida.
En esta existencia compleja, revoltosa y caótica, necesitamos siempre de un equilibrio interno donde el mundo quede ajustado y bajo nuestro control. Recuerda que todo es posible siempre y cuando tú mismo pienses que lo es.
Imágenes cortesía de Anne Julle-Aubry