No pienses en un elefante rosa
Los pensamientos son un producto natural de nuestra mente. Los seres humanos tenemos esa capacidad: pensar sobre lo que ocurre a nuestro alrededor e incluso pensar sobre nuestros pensamientos. Hay pensamientos de muchos tipos: positivos, negativos, evaluativos, inferenciales… y dependiendo del que alberguemos, podremos sentirnos de una forma u otra.
Ya lo decía el filósofo griego Epícteto, no son las situaciones ni los hechos de la vida los que te perturban, sino la interpretación que sobre ellos haces.
Es decir, las emociones son esclavas de nuestros pensamientos e independientes, en gran medida, de aquello que acontece en nuestras vidas.
Los seres humanos tenemos un miedo terrible a experimentar sensaciones negativas. Aceptamos, más o menos, tener dolor de cabeza de vez en cuando, calor, frío…pero nos cuesta horrores abrazar a aquellas emociones cuyas manifestaciones son desagradables.
Para evitarlas, bien huimos de los problemas que creemos erróneamente las provocan o, sencillamente, evitamos pensar para de esta forma librarnos del sufrimiento.
El efecto rebote de los pensamientos
Los pensamientos son elecciones nuestras, están bajo nuestro control y, por lo tanto, podemos desecharlos, mantenerlos, modificarlos, cuestionarlos…
En numerosas ocasiones, cuando estos pensamientos son de carácter negativo, tóxicos o desesperanzadores, intentamos por todos los medios suprimirlos. Hacemos un esfuerzo por eliminarlos de nuestra cabeza y ponemos en marcha estrategias tan infructuosas como decirnos a nosotros mismos que lo que estamos pensando no es verdad, que no va a ocurrir; o bien imploramos que se marchen de nuestra mente.
También intentamos no pensar, distraernos con algo que nos aleje de esa maraña de ideas negras y que por arte de magia las elimine para siempre.
Con estos métodos comprobamos que no ocurre lo que pretendemos, que los pensamientos no solo no se van, si no que cuanto más luchamos en contra de ellos, con más fuerza se instalan en nuestra cabeza.
El efecto rebote
¿Por qué ocurre esto? ¿No deberían irse esos pensamientos si me obligo a no pensar en ellos? La respuesta es que no, debido al efecto rebote. ¿Qué ocurre si te digo: no pienses en un elefante rosa? ¿Qué acabada de aparecer en tu mente? Un elefante, ¿verdad?
Lo que ocurre es que el lenguaje tiene un poder enorme sobre los pensamientos y emociones y el hecho de que una palabra vaya precedida de una negación “No pienses en…” no provoca que dejemos de pensar en ello, sino al contrario.
El hecho de que las palabras prohibidas que suscitan nuestro pensamiento estén en la frase que nos decimos a nosotros mismos “No pienses más en que tu pareja te ha dejado” provocan que automáticamente aparezca en nuestra mente que, efectivamente, “nuestra pareja nos ha dejado”.
¿Por qué? Porque siempre, para negar algo, primero tengo que pensar en ese algo. Así, esto ya hace que la imagen o la palabra que quiero evitar irrumpa en la mente.
Es por esta razón que no es conveniente evitar pensar para no sufrir, ya que estaremos creando el efecto contrario al deseado. Distraernos de forma momentánea puede funcionar durante un tiempo breve, pero los pensamientos volverán de nuevo.
Piensa en un elefante rosa
Para conseguir librarnos de los pensamientos negativos la estrategia no es huir de ellos, enfadarnos con ellos o luchar en su contra. La clave está en dejar ahí esos pensamientos, dando vueltas en nuestra cabeza, observar que existen pero sin juzgarlos bajo ningún concepto.
Esto se consigue teniendo claro que nosotros no somos nuestros pensamientos; es decir, tenemos que distanciarnos de ellos, desvincularnos. El hecho de que yo piense algo no significa que en realidad esté de acuerdo con esa idea o que esta sea real.
No confundamos el dejarlos estar con obsesionarnos y pensar más de la cuenta. Esto es igual de improductivo. Si alimentamos los pensamientos, apegándonos a ellos, también haremos que aparezcan con más intensidad.
Simplemente acepta que eres un ser que produce pensamientos, ya sea en forma de imágenes mentales, palabras, sonidos… y eso no quiere decir que sean reales o tengan nada que ver contigo. Obsérvalos al igual que puedes observar un lunar que tienes en el brazo y no te parece muy atractivo.
De la misma manera, habrá pensamientos que no te agraden, pero no intentes hacer un esfuerzo activo por eliminarlos. Puedes mirarlos, reírte de ellos, dejarlos fluir, anotarlos si quieres o cuestionar su veracidad y modificarlos, pero jamás proponerte la tarea de eliminarlos directamente.
Piensa que cuanto más practiques, más automatizarás este hábito y más libre te sentirás cada vez que los pensamientos negativos pretendan anidar en tu mente y apoderarse de tus emociones.