No te sientas obligado a cumplir con tu personalidad, eres libre de cambiar
“Es que yo siempre he sido muy tímido“, “soy muy impulsivo, no puedo evitarlo“o “me cuesta mucho negarme cuando alguien me pide un favor“. ¿Alguna vez has empleado afirmaciones similares a las anteriores para referirte a ti mismo? Seguramente sí, y es que los seres humanos jugamos con nuestra definición una y otra vez. Sin embargo, en determinados momentos, ser extremos defendiendo un valor puede colocarnos en situaciones muy complicadas. En este sentido, no te sientas obligado a cumplir con tu personalidad.
Mucho se ha hablado sobre el efecto de etiquetar a los niños y cómo influye en el desarrollo de su carácter. En este sentido, señalar a un infante como malo o miedoso aumentará las probabilidades de que realmente se comporte así. Extendiéndolo en el tiempo, las etiquetas que nos autoimponemos, ya de adultos, tienen un efecto similar. ¿Y si dejaras de limitarte?
¿Estás acostumbrado a cumplir con tu personalidad por inercia?
Hay muchos momentos en los que cumplimos con nuestra personalidad por pura inercia. Simplemente no nos paramos a pensar que tenemos la opción de actuar de un modo diferente al que venimos manteniendo desde hace años.
Es lo que sucede, por ejemplo, cuando rechazamos una invitación a una fiesta porque consideramos que se nos da mal hacer amigos. O cuando levantamos la voz y perdemos los papeles en una discusión con un ser querido porque estamos convencidos de que tenemos un carácter muy fuerte.
Evidentemente, estas creencias sobre nosotros mismos no son aleatorias. A lo largo de nuestra vida, habremos experimentado situaciones que nos han llevado a confirmar que somos poco sociables o muy temperamentales. Sin embargo, no estamos obligados a “casarnos” con esas definiciones. Somos libres de cambiar y más aún cuando estos rasgos de carácter perjudican nuestro día a día.
No te escudes en el “yo soy así” para continuar perpetrando actitudes que te dañan o dañan a quienes te rodean. Deja de definirte y de serle fiel a tus antiguas definiciones y atrévete a probar algo nuevo. Puede resultar costoso, pero el cambio es posible.
Tienes derecho a cambiar
Por otro lado, es posible que te encuentres en una situación en la que eres plenamente consciente de que cumplir con tu personalidad te está perjudicando y deseas dejar de hacerlo. No necesariamente los rasgos que deseas cambiar son negativos, tal vez se trata de cualidades positivas que están siendo mal enfocadas.
Por ejemplo, puede que siempre hayas sido una persona sumamente atenta y servicial; alguien que siempre está disponible para otros y se muestra generoso y comprensivo.
Tal vez hayas tomado conciencia de que estar siempre disponible para otros te desgasta emocionalmente. O quizá desees dejar de priorizar a los demás por encima de tus propias necesidades; pero, simplemente, no te sientes capaz de hacerlo porque estos rasgos forman parte de tu identidad.
Cuando llevamos mucho tiempo pensando, sintiendo y actuando de un determinado modo nos resulta complicado desligarnos de esas actitudes. Solemos creer que son una parte inherentemente nuestra, pero la realidad es que cada día tenemos la oportunidad de escoger cómo actuar.
No estás obligado a seguir estando siempre disponible para otros, a decir siempre “sí”. Si te has dado cuenta de que algo no está bien, tienes derecho a cambiarlo. No tienes por qué seguir siendo la persona servicial y complaciente que dejaba en el último lugar de la escala de prioridades el cuidado personal, ni aquella que aceptaba malos tratos por evitar el conflicto. No estás obligado a cumplir con tu personalidad.
Tu personalidad es una elección diaria
En definitiva, tómate un momento para revisar lo que piensas de ti, para descubrir esas etiquetas que te impusiste hace años y que has venido cumpliendo rigurosamente. ¿Te agradan? ¿Te benefician? Si no es así, olvídalas, diséñate de nuevo, trabaja en tu nueva versión. No te limites con palabras y adjetivos, lo que de verdad te definen son tus actos y estos puedes escogerlos en cada momento.
Igualmente, acuérdate de realizar este ejercicio de revisión periódicamente y no temas cambiar de opinión. Tal vez lo que fuiste ya no es lo que eres, o lo que deseas ser. No es incoherencia, es crecimiento personal. No estás obligado a cumplir con tu personalidad, siéntete libre de cambiar.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Rosenthal, R. (2002). The Pygmalion effect and its mediating mechanisms. In Improving academic achievement (pp. 25-36). Academic Press.
- Edmonds, G. W., Jackson, J. J., Fayard, J. V., & Roberts, B. W. (2008). Is character fate, or is there hope to change my personality yet?. Social and Personality Psychology Compass, 2(1), 399-413.