Nociceptores, los receptores del dolor
Dolor. Todos lo experimentamos, nuestra piel es como un campo minado donde cualquier golpe, pinchazo, roce o foco de calor produce una reacción. A veces, incluso es nuestro propio organismo el causante de ese sufrimiento al desencadenar una inflamación. Lo interesante de ello es saber que todas esas sensaciones son detectadas unos receptores muy concretos: los nociceptores.
Si hay algo que le gustaría al ser humano (y a cualquier otro ser vivo dotado de un sistema nervioso central) es no experimentar dolor. Sin embargo, la experiencia del dolor cumple una función primordial en todos nosotros. Si camináramos por nuestro día a día siendo inmunes a todo golpe, quemadura, lesión o a los indicadores físicos de una enfermedad, seguramente gozaríamos de una vida realmente corta. Es más, se sabe que hay personas con analgesia congéntita (insensibilidad al dolor) que tienen una existencia tan trágica como breve.
“El dolor es más llamativo que la felicidad”.
-Ana María Matute-
El dolor informa, nos revela cómo nos sentimos y nos ayuda a su vez a reaccionar ante estímulos peligrosos o nocivos. Así, podríamos decir, casi sin equivocarnos, que los nociceptores garantizan nuestra supervivencia, nos permiten tener una mejor calidad de vida y relacionarnos mucho mejor con nosotros mismos y nuestro entorno.
Nociceptores, ¿qué son?
No podemos vivir sin dolor. Pocas certezas son tan persistentes. Sin embargo ¿quiénes son los responsables biológicos de que lo experimentemos? Bien, cabe decir que el único culpable es el cerebro. Pero necesita eso sí, de unos aliados que detecten los estímulos dolorosos y de todo un complejo entramado que conduzca la información de esa experiencia, como el tálamo y las aferencias sensoriales.
Los nociceptores son precisamente quienes detectan esas sensaciones desagradables. Se trata de terminaciones nerviosas (el final de un axón) y que tenemos ubicadas en todo el cuerpo. Se hallan tanto en nuestros tejidos externos (piel) como en cualquier área de nuestra fisiología interna (músculos, intestinos, vejiga, ovarios…) Son ellos quienes evalúan el daño al cuerpo mientras estamos experimentando ese dolor, ellos quienes transmiten esa información al sistema nervioso central.
Como curiosidad, cabe decir que no solo nosotros y los animales disponemos de estos receptores sensoriales. También los organismos más simples como los procordados (un tipo de invertebrado marino) tienen su función nociceptiva. Todos necesitamos de estas estructuras como mecanismo de defensa y de conservación.
Tipos de nociceptores
Los nociceptores conforman un mosaico muy heterogéneo. Cabe decir que aunque cada uno reacciona a un estímulo y que pueden establecerse diferentes tipologías, los científicos siguen teniendo serias dificultades para diferenciarlos. Si pudiera conseguirse, la industria farmacológica podría crear dianas químicas más precisas y efectivas para el tratamiento del dolor. Es un reto en el que la ciencia va avanzando poco a poco.
Veamos no obstante qué tipos de nociceptores tenemos en nuestro cuerpo.
- Los quimiorreceptores. Estos nociceptores reaccionan ante determinados químicos que liberan nuestros tejidos cuando se infectan, se enferman o se inflaman. Hablamos de sustancias como la bradicinina y la histamina, sustancias que llegan a la sangre cuando sufrimos una lesión, cuando un corte que se infecta o cuando recibimos un golpe.
- Los termorreceptores. Tal y como la palabra nos indica, hablamos de esos receptores del dolor que sea activan cuando tomamos contacto con una superficie o elemento de elevada temperatura. Como curiosidad, cabe señalar que muy a menudo experimentamos esta sensación dolorosa sin saber aún qué ha ocurrido o qué hemos tocado.
- Mecanorreceptores. Toda presión mecánica que sobrepase el umbral del simple roce hasta llegar a la lesión, al impacto o a la deformación de un tejido de nuestro cuerpo, activará los mecanorreceptores. Es el tipo de dolor más común y a su vez el más rápido que notamos debido a que esta información, se conduce a través de las las fibras A delta (nervios mielinizados)
- Nociceptores silenciosos. Este tipo de nociceptor, a diferencia del anterior, tarda bastante en activarse. Hace referencia a esos receptores situados en tejidos inflamados, justo a lado de alguna lesión.
- Los nociceptores polimodales, por último, son todo un reto para los científicos. ¿La razón? Responden a todos los tipos de estimulación antes señalados.
La percepción del dolor, ¿por qué hay dolores que se cronifican?
Sabemos que los nociceptores son estructuras ubicadas al final de los axones que se reaccionan ante estímulos nocivos térmicos, mecánicos o químicos. Ahora bien, si hay algo que sabemos también es que hay experiencias más soportables que otras, y condiciones que, sin saber por qué, se transforman en estados donde el dolor persiste hasta volverse crónico.
Algo que nos dicen los expertos es que el dolor va en sintonía con la gravedad de la lesión o la disfunción. El dolor de un corte en un dedo, por ejemplo no irá más allá de dos o tres días siempre y cuando, llevemos a cabo las adecuadas medidas de desinfección y tratamiento. Ahora bien, en el caso de una quemadura la cosa cambia. Implica que hay más tejidos dañados, y que el proceso de curación suele ser más laborioso.
Por otra lado, también es importante diferenciar el dolor nociceptivo del dolor neuropático. El primero ya lo conocemos, es el producido por esos estímulos mecánicos, térmicos o químicos. Sin embargo el dolor neuropático implica un daño en el sistema nervioso. Puede existir una pequeña alteración neurológica que haría que esos axones o receptores del dolor reaccionaran de manera más intensa y perdurable ante cualquier estímulo. Esto último, se relacionaría por ejemplo con condiciones tan desgastantes como la fibromialgia.
Para concluir, recordar solo lo anteriormente señalado: la ciencia tiene por delante el reto de desarrollar fármacos más afinados y personalizados. Agentes químicos que actúen en esos nociceptores concretos que desencadenan el dolor, ese sufrimiento que a menudo limita nuestra calidad de vida.