¿Por qué nos vuelve locos el ocio nocturno?
Resulta divertido leer a Sócrates cuando decía hace más de 2000 años que “los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros”. ¿Quién no escuchó algo similar de sus padres durante su juventud? Y uno de los motivos principales es el ocio nocturno, muy en boga en los últimos años.
¿Qué mueve a nuestros jóvenes a volverse locos por el ocio nocturno? ¿Es posible que pasada la adolescencia, nuestras ansias por salir de noche permanezcan? ¿Hay algún motivo psicológico o sociológico que nos invite a ir a un bar un una fiesta una vez acaba el día? Tratemos de dar respuesta a estas cuestiones.
¿Hay un origen en el ocio nocturno?
Jorge Tió, coordinador de equipos de atención al menor y psicólogo clínico, estima que es normal que el adolescente tenga tendencia a aislarse de sus padres. Es en este periodo de su vida cuando se vuelven más reservados en favor de un sentimiento de autonomía y seguridad. Un chico joven necesita contar a sus iguales sus vicisitudes porque tiene la sensación de que no encuentra tanta comprensión en su familia o en personas de mayor edad.
Otra figura que ha estudiado el comportamiento adolescente es Mario Izcovich. Al igual que Tió, estima que los jóvenes dejan atrás su dependencia paterna y buscan espacios más personales. De esta manera marcan distancia con los adultos y comienzan a pasar más tiempo en zonas en las que se sienten más comprendidos.
Otro elemento a tener en cuenta es la rebeldía que despierta la juventud. Merced a las recién descubiertas angustias existenciales y al sentimiento de incomprensión, se crea una especie de dinámica policial. Así lo cree Izcovich, que considera que los adolescentes tienen una mayor tendencia a huir de los adultos cuanto más acosados se sienten.
Puesto que el ocio nocturno impone autonomía y capacidad para ser uno mismo, dada la ausencia de figuras de autoridad, considera el sociólogo Javier Elzo que es una de las opciones que encuentran los chicos para sentir que sus padres son prescindibles.
“De mis disparates de juventud lo que más pena me da no es el haberlos cometido, sino el no poder volver a cometerlos”
-Pierre Benoit-
¿Por qué gusta el ocio nocturno?
Como podemos ver, encontramos en origen diversos motivos psicológicos y sociológicos que nos invitan a las aventuras nocturnas. La necesidad de independencia y la creación de círculos sociales empuja a los más jóvenes a buscar nuevos espacios personales. Tal vez la angustia social y sus inseguridades les inviten a la desconexión temporal del mundo real.
No obstante, la mejor forma de saber por qué nos gusta el ocio nocturno, ya seamos más jóvenes o más mayores, es preguntar directamente a las fuentes. En este ámbito, hemos encontrado diversos documentos en primera persona de jóvenes y no tan jóvenes.
Martín Manuel Puñal escribe diferentes razones por las que salir de noche es una buena idea. Lo redacta con frescura y alegría, explicando que lo hacemos sencillamente porque nos apetece. Él cree indiferente la edad e incluso considera divertidas las resacas del alcohol y los recuerdos surgidos de cada experiencia nocturna. Es puro placer.
Aída Belmonte es otra joven escritora que ha publicado su pasión por la noche. Considera que es algo habitual entre la gente. Un acto inseparable de nuestra propia condición como seres sociales que incluso obedece a satisfacer un instinto de supervivencia.
Para Belmonte, el ocio nocturno incluye necesidades que considera básicas como la propia comunicación. De esta forma se crean comunidades en que se coopera entre los integrantes y se facilita un gran sentimiento de pertenencia a tu grupo concreto.
“La juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu”
-Mateo Alemán-
El futuro del ocio nocturno
Resulta curioso que sean precisamente los escritores más jóvenes quienes consideren el ocio nocturno como un hecho que nunca acaba. No obstante, a medida que crecemos, cada vez salimos menos por las noches y nos sentimos más cómodos en casa.
Parece evidente que la necesidad de pertenencia es mucho más fuerte durante la juventud. Sin embargo, instituciones como la familia provocan que, a medida que crecemos y desarrollamos nuestro propio entorno, tengamos menos predilección por socializar más allá del círculo íntimo.
No obstante, salir una noche en pareja, con amigos o incluso con compañeros de trabajo, es una actividad reconfortante a nivel social y psicológico. No es extraño que resulte atrayente para todos, pese a que durante la juventud sea algo habitual y en la madurez se convierta en más esporádico.