"Escuchar voces", una experiencia común incluso en personas sanas
Desde hace unos años se ha venido desarrollando un movimiento denominado “Escuchando voces”, “Hearing voices” o “Entre voces” . Este movimiento propone aceptar como algo natural y normal dentro de nuestro espectro perceptivo el fenómeno de la escucha de voces o la experimentación de otras percepciones inusuales.
Fue en la década de los 80 que el psiquiatra Marius Romme, su paciente PAtsy Hage y la periodista Sandra Escher llevaron a cabo una iniciativa televisiva en la que se invitaba a los “escuchadores de voces” a ponerse en contacto con el grupo y a compartir sus vivencias.
Fue mucha gente, contabilizada en cientos, la que se animó a hacerlo. Muchos de ellos dijeron que eran capaces de manejar estas “experiencias inusuales”, mientras que otros tenían dificultades para lograrlo. (Esto sin duda nos recuerda el caso de famoso matemático John Forbes Nash).
La investigación que plantó las semillas del movimiento
Esta investigación abonó el terreno durante años para la aparición del Movimiento de Escuchadores de Voces, el cual defiende la necesidad de abogar por una actitud alternativa a la sobremedicalización y al tratamiento que se facilita en gran parte de los servicios psiquiátricos actuales.
En este sentido, este movimiento plantea que no podemos desnaturalizar ni deshumanizar algo tan básico entre las personas como son las experiencias perceptivas y sensoriales.
Así, según lo que proponen, no es sano ni positivo confrontar las voces u otros “síntomas” de la manera en la que acostumbramos a hacerlo. Esto es así porque no son un síntoma patológico de ninguna enfermedad mental, aunque se den en presencia de otros signos o síntomas que sí requieran un diagnóstico concreto (por ejemplo la esquizofrenia).
Es decir, que si bien se trata de experiencias “inusuales”, pueden ser comprensibles y, por lo tanto, estar relacionadas con problemas o traumas sufridos a lo largo de la vida. Por eso, desde el Movimiento de Escuchadores de Voces, plantean que este tipo de percepciones no tienen que ser “sacadas del espectro de experiencias perceptivas normal”.
De hecho, tal y como indican las investigaciones, escuchar voces es una experiencia común entre personas mentalmente sanas y que, por tanto, no encajan en el esquema de ningún trastorno psiquiátrico.
Entonces, ¿qué determina que una persona necesite o no tratamiento psiquiátrico?
Para responder a esta pregunta cabe aclarar que este movimiento no niega la necesidad de que haya casos que necesitan tratamiento farmacológico, bien por el malestar que se genera o por la confluencia de otros problemas que afectan al desempeño cotidiano.
Así, tal y como se señala en su página, el doctor Paolo Fusar-Poli, psiquiatra consultor en un punto de apoyo y tratamiento denominado OASIS (ubicado en Londres) indica que “los problemas empiezan cuando escuchar una voz se suma a otros aspectos de salud mental, como ansiedad y depresión, además de discapacidad funcional, abuso de drogas, acontecimientos traumáticos… todo lo cual pone a la persona en situación de buscar ayuda. En ese punto, puedes necesitar servicios como el OASIS”.
Este tipo de centros se dedican a prevenir y detectar síntomas prodrómicos de psicosis o cuadros complicados que pueden deteriorar aún más el funcionamiento sociolaboral y personal de la persona afectada. En este sentido, se procura que evitar caer en la medicalización, sobremedicalización, etiquetado y diagnóstico de personas que experimentan cierto tipo de percepciones.
Así, se acaba optando por un tratamiento psicológico cognitivo-conductual (primera línea de actuación para la NICE). En primer lugar, para salvaguardar la salud de las personas y no caer en errores diagnósticos que pueden potenciar la aparición de problemas psiquiátricos crónicos.
Por tanto, parece que el factor fundamental para determinar la necesidad de tratamiento es el grado de malestar y la discapacidad funcional asociada con la experiencia de escuchar voces. Esto puede ayudar a preservar la salud mental de personas que en realidad no sufrirían un trastorno psiquiátrico propiamente dicho.
En resumen, la perspectiva del movimiento “Entrevoces” viene a plantear que las percepciones auditivas que denominamos anómalas no son signo patognomónico de problemas mentales como la esquizofrenia y que incluso, cuando conviven con un problema mental, tienen otro tratamiento que no es tradicional, basado en la farmacología y la confrontación.
Sin duda es una apuesta novedosa, que puede resultar muy enriquecedora a la hora de dar una vuelta de tuerca a la manera que nuestra cultura tiene de tratar ciertas experiencias perceptivas. Experiencias que, en principio, no se tendrían que confrontar de manera tan intensa y en muchas ocasiones cruel.
En su web en castellano podemos encontrar más información sobre este movimiento, así como las propuestas que llevan a cabo y la manera de contactar con ellos.