Olivia Farnsworth, un caso único en el mundo
El caso de Olivia Farnsworth es uno de los más sorprendentes de los que se tenga noticia. Hablamos de una niña británica que no siente dolor, ni hambre, ni sueño. Esas son precisamente tres de las grandes debilidades y limitaciones humanas. ¿Qué ocurre en una mente que no registra ese tipo de vivencias tan cotidianas? ¿Cómo puede sobrevivir una persona que carece de la noción del peligro?
Todo indica que su caso es único en el mundo o, al menos, el único conocido. Cuando su condición se hizo pública , buena parte de la prensa comenzó a llamarla “niña biónica”.
“Lo que hace tan difícil ver el mundo con claridad no es su extrañeza, sino su normalidad. La familiaridad puede cegarnos”.
-Robert Pirsig-
Ella y su familia no le han prestado demasiada atención a esos sobrenombres, ni tampoco a la insistencia de los medios de comunicación por mostrarla como una rareza. En cambio, han aprovechado la popularidad para iniciar una campaña con el fin de recaudar fondos para que su caso sea investigado científicamente. Esto, eventualmente, lo hará el Centro Médico Universitario de Groningen (Holanda).
Olivia Farnsworth y sus extrañas características
Olivia Farnsworth nació en la ciudad inglesa de Huddersfield, que está a medio camino entre Manchester y Leeds. Es una niña hermosa y feliz, que ha crecido de forma normal, aunque ya manifestó algunos extraños síntomas desde edad temprana. Su madre se percató de algunas diferencias con los demás niños cuando ella era una bebé.
Olivia no lloraba casi nunca y su madre, en principio, simplemente pensó que se trataba de un bebé tranquilo, que no se alteraba fácilmente. Sin embargo, cuando comenzó a crecer, también mostraba dificultades para dormir .
Estaba activa todo el día y desde los 9 meses de edad nunca volvió a dormir una siesta. Pese a ello, al llegar la noche estaba todavía muy dinámica y a veces despertaba a sus padres de madrugada. Asimismo, no parecía tener mucho apetito; tan solo comía después de que sus padres le insistieran para que lo hiciera. Su madre comenzó a llamarla “bebé de acero”.
Un hecho llamativo
Todas esas características no les despertaron sospechas a sus padres. Pensaban que, simplemente, ese era el temperamento de la pequeña Olivia Farnsworth. Sin embargo, cuando llegó el momento de que fuera a la escuela, ocurrió un hecho que sí se escapaba por completo de lo normal. Olivia sufrió una caída y se hizo una herida profunda en el labio. Sangraba copiosamente, pero reaccionó como si fuera algo normal.
Cuando la llevaron al hospital, tuvieron que practicarle una pequeña cirugía. La niña no mostraba ninguna señal de dolor. Esto, obviamente, llamó la atención del médico, la primera persona en alertar a la familia sobre esa rara condición. Aun así, los padres no sabían hasta qué punto llegaba esta rareza.
Lo comprobaron tiempo después, cuando un vehículo atropelló a la niña. La arrastró por más de 20 metros y luego la niña se levantó, como si no hubiera pasado nada. Más adelante, los médicos explicaron que no le había sucedido nada, no porque fuera inmune al daño, sino porque había mantenido su cuerpo tan relajado durante el accidente que no se produjeron fracturas.
De este modo, descubrieron que Olivia Farnsworth no solo carecía de sensaciones de dolor, sino que tampoco tenía ninguna noción de peligro. Por ello, no había evadido el coche y tampoco le había dado importancia al hecho de que la atropellara.
Las explicaciones científicas
Hay casos registrados de personas que no sienten dolor, o que tienen menos apetito de lo normal, o que apenas necesitan dormir. Sin embargo, el caso de Olivia Farnsworth es el único en el que todas esas características están presentes de manera simultánea. Los médicos han explicado que se trata de una rara condición genética provocada por la ausencia del cromosoma 6.
En realidad, no es que dicho cromosoma esté ausente del todo, sino que seguramente tiene una alteración tan significativa que, básicamente, lo deja inutilizado. Esta deficiencia ha llevado a que Olivia Farnsworth tenga que tomar somníferos para dormir.
Esa es la gran tragedia de esta niña: que no sienta sueño no significa que no necesite dormir; que no sienta hambre tampoco implica que no necesite comer. Igualmente, la ausencia de dolor no equivale a ausencia de daño en su organismo. Por todo ello, se trata de alguien que necesita de muchos cuidados, ya que no posee las señales internas que la alertan sobre lo que necesita para seguir viviendo. Por suerte, su caso ya se está estudiando.
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