Olvido es una palabra que el corazón no entiende
El amor hacia una pareja, cuando se ha experimentado de verdad, deja una huella imborrable; un recuerdo que siempre quedará arraigado a lo vivenciado y sentido, donde el olvido apenas tiene cabida.
Nuestra percepción acerca de lo que ha durado el amor siempre será algo subjetiva. Dure lo que haya durado nos parecerá poco, porque nos habría gustado más tiempo y porque su intensidad nos atrapa como una droga que nos vuelve adictos.
El éxtasis al que nos lleva sentir el amor hace que todo parezca maravilloso; que la vida adquiera más tonalidades y nos parezca estar colmados de alegría e ímpetu.
En este estado de gracia no existen ni la distancia ni los límites; todo resulta mágico.
Cuando llega el desamor o la no correspondencia, la idea del olvido se presenta en nuestras vidas, como la solución para seguir adelante y no sufrir de forma constante. Sin embargo no podemos dominar por propia voluntad nuestro olvido.
Como bien sabe plasmar Pablo Neruda en su “Poema 20”, extraído del libro “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, en el que refleja su imposibilidad de poder olvidar: Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Poema de Pablo Neruda
Este hermoso poema corresponde a Pablo Neruda, donde narra de una forma brillante, la dificultad y el dolor que supone olvidar cuando se ha amado:
“Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.”
Los recuerdos que deja nuestro amor se quedan impregnados en nosotros. Ni el tiempo, ni la rabia, ni nuestro malestar, ni el estar con otra persona podrán llevarnos al olvido.
De hecho, intentar estar con otra persona cuanto antes para olvidar es bastante frecuente, y no suele traer buenos resultados. Ya que solo estamos engañándonos a nosotros mismos y a la otra persona.
En el olvido no está la solución
Seguir adelante con nuestras vidas tras lo ocurrido no pasa por olvidar todo lo vivido. Más bien se trata de aceptar que cada periodo de nuestras vidas nos deja cosas que son irrecuperables.
Lo único que de verdad existe ahora mismo es nuestro presente, y en él tenemos la solución dependiendo de cómo decidamos situarnos. Del pasado podemos extraer lo que nos sirve para nuestra vida actual, de forma que lo integremos.
Toda vivencia, haya sido buena o mala, ya no habrá forma de cambiarla; por lo que tenemos la posibilidad de sacar de ella todos los aprendizajes posibles, para integrarlos en nuestra experiencia.
En el amor, cuando pasamos por una mala etapa que pretendemos que caiga en el olvido; tenemos la oportunidad de conocernos más profundamente; para no seguir repitiendo los mismos errores, con las mismas sensaciones que no fueron resueltas.