Parejas que funcionan, ¿cuál es el secreto?
Existe una tendencia a imaginar que las relaciones de parejas que funcionan cuentan con el factor de la suerte… cuando no es del todo así. El amor a corto plazo no resulta difícil, no requiere de “demasiado amor” ni “demasiado compromiso”. Sin embargo, las pasiones iniciales no siempre duran en el tiempo.
Las parejas que mantienen relaciones a largo plazo parecen compartir ciertas cualidades, hábitos y dedicación que hacen que la relación resulte mucho más satisfactoria.
Entre otras cosas, las personas que permanecen en parejas que duran en el tiempo gozan de mejor salud. Muchos estudios han demostrado que las personas que se encuentran en una relación feliz viven más tiempo, tienen tasas más bajas de enfermedades cardíacas y mayores tasas de supervivencia al cáncer que las personas solteras o divorciadas.
Este hecho parece responder al cuidado mutuo que se genera dentro de las parejas que funcionan. Son parejas que todavía conservan el amor dentro de los parámetros de su relación y que cuidan la una de la otra. ¿Cómo lo hacen? Vamos a ver algunos de esos parámetros en que parecen estar cimentadas las buenas relaciones de pareja.
Una buena comunicación
Aunque nos parezca mentira, una mala o deficiente comunicación dentro de la pareja es el origen de muchos de los problemas que terminan llevándola a su fin. Hablamos de comunicación efectiva. Algo que se distancia considerablemente del monólogo, las críticas o la repetición de lo que uno quiere, necesita o desea.
Más del 60% de los divorcios se producen, sobre todo, por una mala comunicación. El respeto, la comprensión y el tacto a la hora de comunicarse es algo que comparten las parejas que funcionan.
En este sentido, saber expresarse asertivamente, saber escuchar con la actitud correcta y querer comprender al otro en su discurso son solo algunas de las características de una comunicación fluida y eficaz en todos los ámbitos de la vida.
No todos los intereses son comunes en las parejas que funcionan
La codependencia es una herida mortal para casi todas las relaciones; sin duda, no la encontramos en las parejas que funcionan. Mantener pasiones separadas, intereses e inquietudes propios parece ser un terreno fértil para la prosperidad de la relación a largo plazo.
Tener y respetar el espacio y el tiempo propio de cada uno es fundamental. Si no mantenemos una parte de nuestra vida al margen de nuestra pareja, tendremos poco que aportar a ella. Se trata de compartir tiempo de calidad y para eso es necesario que ninguno se cuelgue literalmente a la vida del otro.
Hacer cosas juntas y cosas por separado. Dar rienda a los intereses profesionales, creativos o de ocio de cada uno sin mezclarse. Saber apreciar los logros de la pareja en su terreno personal y saber llorar con ella las pérdidas, pero respetando el espacio de cada cual.
Parejas que funcionan: el sexo
El pasado año, se realizó una investigación con 30,000 personas sobre la relación entre el sexo dentro de las parejas y los niveles de felicidad. Los resultados mostraban como las parejas que mantenían sexo regularmente reflejaban también un mayor nivel de satisfacción.
La demostración de afecto, más allá del sexo, se reveló como otro factor decisivo. Gestos que hacen que las personas se sientan valoradas y queridas, como tomarse de la mano, los abrazos, los besos y las palabras de amor, todo, forma parte de los hábitos de las parejas que funcionan.
Reparto equitativo de las responsabilidades
Parece mundano y repetitivo, pero las parejas que no equilibran las obligaciones y los derechos terminan mal. Generalmente uno de ellos termina sintiéndose responsable del otro en unos términos más paternales que románticos.
Cuidar el uno del otro significa exactamente eso: que los dos tengan claras sus obligaciones y su derechos y que ambos los respeten, los agradezcan y los valoren. Es la mejor forma de evitar los resentimientos y las quejas constantes de una relación injusta para alguno de ellos.
Parejas que funcionan: saber estar en desacuerdo
También las parejas que funcionan tienen sus desacuerdos. La convivencia no siempre es un camino de rosas y, si somos nosotros mismos, no vamos a estar siempre de acuerdo en todo con nuestra pareja.
El secreto no está en no tener una opinión diferente, el secreto está en saber cómo argumentar en un desacuerdo. No se defienden eficazmente posturas si uno golpea a traición en una discusión.
Asumir la responsabilidad de nuestros estados emocionales y saber manejarlos, además de respetar la opinión del otro conforman otro de los pilares en los que se basa una relación a largo plazo. Claro, esta disposición tiene que ser mutua, no importa cuánto uno trabaje en el buen funcionamiento de una relación si el otro no lo hace.
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