Personas sin tiempo libre: el miedo a detenernos
Hay personas sin tiempo libre por propia voluntad, de las que evitan tener momentos de ocio y desconexión. Por llamativo que nos parezca, este tipo de perfil existe y no son casos aislados. Hay quien teme detenerse, quien experimenta malestar en los momentos de inactividad y cuando no se le exige otra cosa más que ser y estar, que ser uno mismo y dejar el tiempo discurrir en calma y armonía.
Habrá quien diga aquello de que todo es cuestión de personalidad. Por supuesto, abundan los que por su carácter activo y proactivo siempre tienen la necesidad de mantenerse en movimiento, ideando cosas, creando, planeando… Ahora bien, hay otra esfera que resulta un poco más problemática y que es necesario considerar.
Hay quien no concibe disponer de un instante de inactividad. Porque esa quietud, esa permisividad para no hacer nada, da paso a un reencuentro con uno mismo. Y, en ocasiones, dicha realidad interna no gusta e incomoda. En cambio, el hecho de disponer de una rutina fija llena de tareas y actividades actúa como válvula de escape y también de olvido.
Profundicemos un poco más en este tema.
Personas sin tiempo libre: cuando no hacer nada produce ansiedad
En los últimos tiempos abundan frases como “no tengo tiempo para nada” o “me faltan horas para todo lo que tengo que hacer”. De algún modo, nos hemos acostumbrado a llenar nuestros días de listas de tareas y obligaciones. Es más, asumimos incluso que el tener cosas que hacer nos ofrece estatus.
Estar ocupado y preocupado es lo normal y lo que toca. Hasta se ve con extrañeza al ocioso, al que no hace nada, al que baja el ritmo y se permite tiempo libre.
No obstante, tengámoslo claro, el problema no está en quien durante unas horas al día elige no hacer nada y opta de manera saludable por descansar. Lejos de atribuirle epítetos como “vago” o “irresponsable”, en realidad, quien se regala tiempo de ocio se está regalando calidad de vida. En cambio, los obsesos del “tengo que y debo que” son quienes encierran en ocasiones realidades problemáticas.
Cuando no hacer nada deriva en ansiedad
La expresión “no hacer nada” suele ser algo controvertida. En ocasiones, sí puede ser el claro resultado de la dejadez en las propias funciones, en no estar cumpliendo con lo que se espera de nosotros. Ahora bien, cuando usamos esta frase en el contexto del tiempo de ocio, no hacer nada se traduce en realidad como algo necesario, saludable y hasta productivo.
- Leer, pasear, descansar, tener buenas conversaciones, disfrutar de un paisaje y del aquí y ahora llenan de significados y trascendencias el no hacer nada. Sin embargo, son muchas las personas a quienes estas actividades, les genera una elevada ansiedad.
- Las personas sin tiempo libre, las que siempre tienen algo que hacer, en realidad desconocen qué es relajarse.
- El simple hecho de sentarse y saber que no tienen nada pendiente, que no tienen la obligación de hacer nada, les genera ansiedad.
- No solo se sienten improductivos, además les embarga la sensación de estar haciendo algo incorrecto, de estar fallando en algo o a alguien.
- Por otro lado, también puede darse algo destacable. El tiempo de ocio es también una invitación a reecontrarnos con nosotros mismos. Conectar con nuestro yo es algo esencial que deberíamos practicar cada día. Ahora bien, abundan los que no se sienten a gusto realizando ese viaje al interior.
A veces, ese universo personal esconde hechos que necesitan de nuestra atención. De nada vale escudarnos en el trabajo porque el malestar seguirá presente.
Mundo acelerado, mentes aceleradas sin capacidad de disfrutar del ocio
En ocasiones, quedamos incrustados en un estilo de vida en el que estar ocupado (en lo que sea) es lo normal. Con ello, no solo normalizamos la incapacidad de disfrutar del tiempo de ocio, además, asentamos las bases de los estados de ansiedad.
- Hay personas que aún en vacaciones se buscan mil ocupaciones. Al hacerlo, se sienten nuevamente competentes y hasta productivas. De este modo, perciben también que encajan en los moldes de esta sociedad tan demandante que nos quiere ocupados (y también, preocupados).
- Estas situaciones encienden el motor de la mente acelerada, incapaz de relajarse, alérgica al silencio interior e incapacitada para apreciar el momento presente. Porque para la ansiedad, solo cuentan las tareas pendientes y la presión del mañana.
Personas sin tiempo libre incapaces de entender que el ocio es salud
Las personas sin tiempo libre abundan en exceso. Pero cuidado, no por trabajar mucho son más productivas. No por dedicar más tiempo a una ocupación son más brillantes ni más felices. Es más, una vida ocupada y sin tiempo de ocio deriva en malestar y en trastornos mentales como ansiedad, depresión, etc.
El ocio también es salud, el hecho de no hacer nada en algún momento del día puede ser increíblemente beneficioso. No hay que esperar a tener vacaciones para permitirnos esos instantes de calma e inactividad. Regalarnos dos o tres horas de calma y quietud reinicia, reduce el estrés, potencia la creatividad y revierte en salud mental.
Es momento por tanto de cambiar nuestro esquema mental: estar siempre haciendo algo también puede ser contraproducente. La vida solo puede saborearse cuando nos regalamos tiempo de calidad y ello, pasa a menudo por el ocio, por la calma e incluso por el arte de no hacer nada.