Piensa antes de hablar, lee para enriquecer lo que piensas
Más de una vez has querido decirle a alguien esto en un momento determinado: “Piensa antes de hablar, infórmate antes de pensar”. ¿Por qué? Quizá porque te estabas dando cuenta de que opinaba enérgicamente pero sin argumentos.
Seguro que también a nosotros nos ha pasado alguna vez, dado que es mucho más sencillo hablar a la ligera que construir un pensamiento elaborado y respaldado. En otras palabras, es más fácil decir “es así, porque sí” que dar razones justificadas.
Casi todos los escritores señalan que para poder escribir es necesario primero haber leído mucho. Lo mismo ocurre cuando se quiere mantener una conversación: piensa antes de hablar, medita siempre lo que quieres decir, cómo y por qué. Para ello, el fondo de armario de tu cultura va a ser muy importante.
Piensa antes de hablar
El lenguaje humano es especial porque es capaz de componer secuencias infinitas con un número limitado de letras. Además, los medios que tenemos para expresarnos con él son muchos, ya sean directos o indirectos.Estas causas nos obligan aprender poco a poco a usarlo correctamente y, lo conseguiríamos sin problema, si no fuera porque existe eso que se llama “impulso“. Durante el día, más de la mitad de los diálogos que producimos se mueven por impulsos.
“Pensar es el trabajo más difícil que existe.
Quizá sea ésta la razón por la que haya tan pocas personas que lo practiquen”
–Henry Ford-
Es complicado ser totalmente consciente del valor de cada palabra que decimos, por eso apreciamos tanto escuchar a aquellos que lo intentan. Los que se paran, reflexionan y se atreven a pensar antes de hablar gozan de prudencia, de perspectiva y actitud con los demás.
Lee para enriquecer lo que piensas
Por otro lado, las palabras tienen más fuerza de la que a menudo les atribuimos. Ellas pueden crear discursos inofensivos o dolorosos, establecer desacuerdos o fortalecer relaciones, motivar o desmotivar hasta puntos insospechados, etc.
Una de las formas más accesibles y eficaces para ir formando un pensamiento crítico que nos sirva para adaptarnos y desarrollarnos es la lectura. Leer es clave para dignificar lo que eres capaz de pensar y para poder transmitirlo de manera inteligente al resto.
“Leer les dará una mirada más abierta sobre los hombres y sobre el mundo, y los ayudará a rechazar la realidad como un hecho irrevocable.
Esa negación, esa sagrada rebeldía, es la grieta que abrimos sobre la opacidad del mundo”
–Ernesto Sábato-
La lectura nos da sabiduría y, como diría Baltasar Gracián, “los libros nos hacen personas”. Gracias a ellos ejercitamos y cultivamos la mente, a partir de lo cual mejoramos en la toma de decisiones, asentamos principios y razonamos por nosotros mismos.
Ahora podrás construir un pensamiento crítico
El intelecto, por tanto, se nutre de las experiencias vitales y sobre todo de la cultura que nos llega de otras personas y por diferentes medios. De esta manera, si eres capaz de reflexionar sobre toda esa información que adquieres y de hacer una criba que te sea útil, conseguirás un pensamiento crítico.
Un pensamiento que probablemente valdrá más -siempre hay excepciones- que el que primero se te hubiera ocurrido si no te hubieras informado o que el que has leído si lo hubieras evaluado.
“Si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos”
-Sigmund Freud-
De nada sirve opinar por opinar, ni asumir lo que leemos sin ponerlo en cuestión, ni apoyar una opinión si no tenemos razones para hacerlo. Nos molesta la gente que lo hace porque sentimos que no es posible debatir con ella sobre ningún tema: hablan por hablar y no valoran que tú hayas construido tus argumentos.
En conclusión, si deseamos que los demás tomen en serio lo que queremos comunicar, adoptar una posición de prudencia y cautela siempre es aconsejable. Pocas veces tenemos la razón absoluta y, por el contrario, muchas veces la otra postura tiene algo de razón.
Se trata de aprovechar todo lo que podamos el poder de nuestra mente y de desarrollar todas las potencialidades que hay en ella, incluidas las de informarnos y hablar con criterio. Así que ya sabes: piensa antes de hablar.
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- Heidegger, M., & Gebhardt, A. C. (2002). Construir, habitar, pensar. Alción Ed.
- Maclure, S. (1994). Aprender a pensar, pensar en aprender. P. Davies (Ed.). Gedisa.
- Nickerson, R. S., & Smith, E. E. (1987). Enseñar a pensar (pp. 87-134). Barcelona: Ediciones Paidós.