¿Por qué el ladrón juzga por su condición?
Nadie es más infiel que un celoso. Incluso puede ser infiel solo en el deseo, sin llegar a concretarlo en hechos. Pero lo cierto es que en su mente no cabe la idea de la fidelidad y por eso cuestiona a su pareja, aunque no haya razones. Por acciones y esquemas de pensamiento como este, se dice que el ladrón juzga por su condición.
No solo se aplica a los celosos. El ladrón juzga por su condición cada vez que alguien le adjudica a otro lo que en realidad aplica para sí mismo. O, dicho en otras palabras, cuando ve a los demás como si estuviera mirando a un espejo. Entonces, nota en ellos características que en realidad están en él mismo. Les atribuye a otros sus propios defectos o virtudes.
«El modo en el que nos tratamos a nosotros mismos es también el modo en el que tratamos a los demás».
-Miguel Ruiz-
Cuando se habla de que el ladrón juzga por su condición, en realidad se está hablando de un mecanismo de defensa inconsciente. Tal mecanismo recibe el nombre de «proyección». Consiste precisamente en ver en los demás lo que no queremos admitir en nosotros mismos.
Los mecanismos de defensa
Los mecanismos de defensa son estrategias en su mayor parte inconscientes. Su propósito es proteger a la conciencia de pensamientos o emociones que le resultan desagradables o intolerables. Es como si existiera un botón que se activara automáticamente. Ese botón hace que un velo caiga sobre aquello que no deseamos ver. Y así dejamos de verlo, aunque esté ahí.
Todas las personas tenemos mecanismos de defensa. Algunos se forman a edades muy tempranas y otros, más tarde. Nos ayudan a mantener el equilibrio y no son en sí mismos malos o buenos. Hay quienes hacen mayor consciencia sobre los mecanismos de defensa que emplean, mientras que a otros les cuesta mucho trabajo reconocerlos.
La proyección es uno de estos mecanismos de defensa. Nos evita el malestar de tener que hacernos cargo de realidades personales que rechazamos de manera consciente. Por eso, de manera involuntaria, ponemos esas realidades fuera. Se las adjudicamos a otro. Es ahí cuando el ladrón juzga por su condición.
La proyección, que Anna Freud también llamó desplazamiento hacia el exterior, es el reversó de volverse contra uno mismo. Es la propensión a ver nuestros deseos inaceptables en los demás. Es decir, los deseos siguen ahí, sin embargo, ya no son nuestros, sino de alguien más. Por ejemplo, podemos odiar a alguien, pero nuestro superego nos dice que esos sentimientos son inaceptables. Entonces, resolvemos esta disonancia creyendo que son los otros los que nos odian.
Cómo el ladrón juzga por su condición
De una u otra manera, todos estamos permanentemente proyectando. Vemos el mundo a nuestro modo. Hacemos una lectura particular de la realidad, por más objetivos que pretendamos ser. Vemos algunos aspectos y dejamos de ver otros. Le damos énfasis a algunos detalles y no a otros. Cuando hablamos del mundo, en gran medida estamos hablando de nosotros mismos.
El mecanismo de proyección opera de diferentes maneras. Estos son algunos ejemplos:
- Proyección afectiva. Decimos que alguien nos odia, aunque en realidad somos nosotros los que odiamos a ese alguien. Lo mismo pasa con el amor y todos los sentimientos
- Proyección emocional. Cuando decimos que la luna está romántica o que el mar es silencioso. Realmente la luna es un satélite que no tiene en ella misma ningún sentimiento. Lo mismo pasa con el mar. Somos nosotros quienes los vemos así, quienes les damos una connotación otra.
- Proyección de una necesidad. Es un poco más difícil de detectar. Ocurre cuando, por ejemplo, una persona le da consejos a todo el mundo, sin que se los pidan. Probablemente busca a alguien que le dé orientación
- Proyección de los rasgos personales. Ocurre cuando recriminamos conductas ajenas en las que nosotros incurrimos también. Como el padre fumador llama «viciosos» a sus hijos cuando los ve con el cigarro en la boca. Es el típico caso que aplica cuando el ladrón juzga por su condición.
La proyección no se queda solo en hechos aislados. A veces construimos verdaderas teorías que solo sacan a la luz rasgos muy particulares. Es lo que le pasó a la humanidad egocéntrica que no podía aceptar que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol.
Hacer conscientes las proyecciones
Si se logra tomar consciencia sobre las proyecciones, aumenta significativamente el conocimiento de uno mismo. Para lograrlo, lo más eficaz es tomar cierta distancia y tratar de observarse desprevenidamente. La idea es captar qué es lo que realmente se siente.
Cuando emitas un juicio sobre alguien espontáneamente, trata de hacer una pausa. Examina cuál es el contenido de ese juicio y qué experimentas respecto a ello. Evalúa las razones que tienes para juzgar a otro de ese modo. Intenta descifrar cuáles son los sentimientos negativos que acompañan a ese razonamiento.
Es muy posible que haciendo este pequeño ejercicio comiences a darte cuenta de la forma como proyectas. Empiezas a entender qué significa eso de que el ladrón juzga por su condición. Encuentras en ti mismo los rastros de aquello que te parece insoportable en los demás.
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