¿Por qué no llego al orgasmo?
Hombres y mujeres, solteros o en pareja, jóvenes y adultos… son muchas las personas que se han enfrentado en algún momento de su vida a esta pregunta: ¿por qué no llego al orgasmo?
Cuando somos incapaces de experimentar esa culminación de la actividad sexual podemos sentirnos realmente confusos y agobiados. Culpar al otro o a nosotros mismos, sentir que algo falla en nuestro organismo o en nuestra relación amorosa. Sin embargo, con frecuencia, esta situación puede solucionarse.
La sexualidad es una parte fundamental en la vida de los seres humanos. Experimentar complicaciones puede generar una gran frustración y llegar a afectar tanto a la autoestima como a nuestra capacidad para relacionarnos en el plano afectivo. No obstante, aunque en ocasiones existe realmente un problema médico u orgánico, muchas otras veces la clave se halla en nuestra psique.
¿Por qué no llego al orgasmo?
La incapacidad para llegar al orgasmo va asociada necesariamente la ausencia de libido o la imposibilidad de experimentar placer sexual. Es posible que realmente te sientas atraído/a por tu compañero y sientas placer durante el intercambio, pero que te resulte imposible alcanzar el orgasmo.
Si te encuentras en esta situación, lo principal será analizar si existe alguna lesión, enfermedad o patología orgánica que pudiera dar cuenta de esta situación. Una vez descartadas las causas físicas, podemos comenzar a trabajar con el componente psicológico, sumamente importante aunque infravalorado dentro de la sexualidad. Si bien las causas pueden ser variadas, estas son algunas de las más frecuentes.
Creencias erróneas
Con frecuencia las creencias y actitudes desarrolladas en torno al son un obstáculo para el disfrute. En muchas familias, religiones, culturas y entornos la sexualidad sigue siendo un tema tabú, asociado a la vergüenza y la culpa.
Si algo de esto permanece en la mente, no nos sentiremos libres ni cómodos durante ningún tipo de actividad sexual. Por ello, en primer lugar, revisa tus creencias.
Falta de autoconocimiento
Por otro lado, es muy común que quienes tienen dificultades para llegar al orgasmo sean personas que no se han permitido explorar su sexualidad por su cuenta. Conocer el cuerpo, las zonas erógenas, nuestros gustos y preferencias es necesario para gozar de una vida sexual satisfactoria.
Por ello, la masturbación puede resultar una herramienta realmente útil y saludable. Conocerte te permitirá sentirte más cómodo y seguro y además guiar a tu compañero sexual durante las relaciones.
Ausencia de asertividad sexual
También puede suceder que, teniendo unas creencias sanas y funcionales y habiendo sido capaz de explorarme y conocerme, aún no llego al orgasmo al tener relaciones con una pareja. Esto puede provenir de una falta de comunicación sexual asertiva. Es decir, la incapacidad de comunicarle al otro lo que deseo, lo que me gusta, sin pudores ni culpas. Si este intercambio de información no se produce la relación sexual se entorpece, impidiendo a la persona llegar al orgasmo.
Recordemos que en un intercambio sexual ambas partes tenemos derecho a disfrutar y a experimentar placer; y que, muy probablemente, tu compañero sexual busque realmente complacerte. Entonces ¿por qué no facilitar la situación proporcionando una guía útil al otro?
Rol del espectador
Por último, cuando no llego al orgasmo debo plantearme dónde estoy enfocando mi atención. Es muy común que muchas personas estén excesivamente preocupadas por cómo se ven físicamente o por si su pareja está disfrutando. Todo ello les impide dejarse llevar por las sensaciones físicas; no se implican en verdad en la experiencia y, por el contrario, permanecen en la mente, como un mero espectador de lo que está sucediendo.
¿Qué puedo hacer si no llego al orgasmo?
Al trabajar los puntos anteriores, las dificultades para alcanzar el clímax sexual suelen desaparecer. Por ello comienza por revisar tus creencias, elimina tabús, culpas y vergüenzas y permítete ver la sexualidad como una parte integral del ser humano.
Conócete, explórate y aprende a disfrutar por ti mismo. Descubre tus preferencias para poder comunicárselas al otro. Y, sobre todo, comunícate sin miedo: es algo natural y beneficioso para ambos. Por último, intenta centrar tu atención en las sensaciones físicas y corporales que vas experimentado, participa de lleno en la experiencia de un modo más sensorial y emocional que analítico o reflexivo, y, ante todo, no dudes en buscar ayuda profesional si la situación no se resuelve adoptando las medidas que hemos señalado.
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