¿Por qué se le echa la culpa a los demás?

Echarle a la culpa a los demás de forma constante es una forma de evadir nuestros errores y responsabilidades.
¿Por qué se le echa la culpa a los demás?
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Yamila Papa

Última actualización: 06 agosto, 2023

Echar la culpa a los demás es muy fácil. Y muchas veces no es más que una forma de no reconocer nuestros propios errores, de no ejercer nuestra responsabilidad.

Por ejemplo, es muy habitual decir “el taxista iba demasiado lento” o “había mucho tráfico”, en lugar de reconocer que nos levantamos más tarde de lo que deberíamos. O echar la culpa al horno de una comida quemada porque “no funciona bien”, en vez de decir que nos quedamos mirando televisión y nos olvidamos de la cena.

“Echarle la culpa de tus errores a tu naturaleza no cambia la naturaleza de tus errores.”

-Thomas Harris-

Esto ocurre porque la mente trata siempre de deslindarse de los problemas y, sobre todo, de las culpas. Es como una especie de protección hacia los ataques de otros que, en ocasiones, son más producto de nuestros miedos e imaginación.

¿Por qué echamos la culpa a los demás?

Mujer señalando hombre para echarle la culpa

El ser humano cae una y otra vez en un típico error: buscar culpables fuera de sí mismo, para cualquier problema. Si acertamos, es nuestra virtud, pero si erramos, seguramente será responsabilidad del otro.

Antes de decir “me equivoqué”, es probable que digamos que fue por la mala suerte, el clima, el jefe, el transporte, el zodíaco o la alineación de los planetas. No importa, cualquier excusa es buena para evitar afrontar la realidad y asumir los errores.

“La gente está siempre culpando a sus circunstancias por lo que son. Yo no creo en las circunstancias. La gente que progresa en éste mundo es la gente que se levanta y busca las circunstancias que quiere, y, si no puede encontrarlas, las hace.”

-George Bernard Shaw-

Por supuesto, también es cierto que habrá momentos en donde la culpa la tiene otro y no nosotros. En estos caos, el culpable es otro y ya está. Pero, echar siempre la culpa a los demás, cuando no siempre es de los demás, impide que veamos nuestros errores con claridad y hace que perdamos las riendas de nuestra vida.

Ahora bien, si esta actitud es perjudicial ¿por qué preferimos echarle la culpa a los demás? Pues, realmente lo hacemos para protegernos de la culpa y quitarnos ese peso de encima. Muchas personas no saben cómo gestionar adecuadamente sus emociones, de manera que deciden (a nivel inconsciente) evitar o suprimir aquellas estados emocionales displacenteros, como lo es la culpa.

Según el psicólogo Rafael San Román, echarle la culpa a los demás es un mecanismo muy infantil. En la niñez este comportamiento puede tener una justificación evolutiva hasta cierto punto, pues admitir la culpa y responsabilidad de algo que se ha hecho requiere de mucha madurez y ser capaz de tolerar las consecuencias; cualidades que obviamente no presentan los niños pequeños.

De esta forma, aquellos adultos que operan de esta forma probablemente no hayan alcanzado la madurez emocional suficiente.

El primer paso: aceptar los errores

Es una tarea que no es nada sencilla, pero que tampoco es imposible. El punto de partida para dejar de echarle la culpa a los demás es quitarnos la comodidad del cuerpo y comenzar a aceptar cuando nos equivocamos.

Es necesario dejar que los demás nos corrijan, sacarnos de encima las capas de esa gran coraza que se llama orgullo, y sobre todo, ser sinceros con nosotros mismos, para luego poder serlo con el resto de las personas.

Errar es humano, y no solo eso, sino que es también aprendizaje. Asumir los errores es aprender de ellos, y eso nos permitirá crecer como personas. Pero también nos ayudará a comprender a los demás cuando comentan fallos y a perdonarlos si nos han afectado de algún modo. Al final, no es más que una forma de madurar y de hacernos con el control de nuestra vida.

“Si cerráis la puerta a todos los errores, también la verdad se quedará fuera.”

-Rabindranath Tagore-

Cuestión de empezar

Mujer escribiendo sus errores

Afortunadamente, la solución está dentro de nosotros y nadie más que nosotros somos los que podemos revertir esa tendencia insana a echar la culpa a los demás de cualquier error que comentamos, por pequeño que sea.

Podemos comenzar a practicar con el próximo error que cometamos o un con uno de esos fallos que se viene repitiendo desde hace tiempo. Aceptar que nos cuesta levantarnos cuando suena el despertador, concentrarnos para entregar a tiempo los trabajos, estudiar para un examen o prestar atención a la comida nos hará sentirnos mejor, de manera interna y por consecuencia, externa.

Equivocarse no es sinónimo de valer menos

Existe una creencia generalizada en la que parece ser que cuando nos equivocamos pensamos que valemos menos. El hecho de errar nos lleva a pensar que si hemos hecho algo mal es porque no somos lo suficientemente buenos y vemos peligrar nuestra propia identidad y autoconcepto. ¿Y qué ocurre cuando nos equivocamos? Para no asumir nuestro error, echamos la culpa a los demás o a las circunstancias. “Yo no me quedo nunca dormido, es que hay mucho tráfico”. No queremos admitir que a veces somos impuntuales y mucho menos queremos que los demás lo piensen.

“El miedo a una evaluación negativa, o miedo a ser juzgados negativamente por los demás e incurrir en su desprecio y desdén; miedo a que los demás piensen que somos unos estúpidos, débiles, ineptos y tal vez incluso que estamos locos”.

-Crark y Beck-

Es importante saber que todos podemos errar y no por ello valemos menos. Cuando aprendemos a conducir un coche se nos va a calar unas cuentas veces y no echamos la culpa al coche ni al profesor ni al clima, sabemos que somos nosotros quienes todavía no tenemos un manejo adecuado del vehículo.

Lo mismo ocurre con muchos otros aspectos de la vida, cuando realizamos una acción que conlleva un resultado no deseado, es mucho más sano mirar hacia dentro que buscar culpables fuera. De esta forma, aprenderemos y creceremos como personas.

Poco a poco, el reconocimiento de esos errores nos llevará a a enfrentarnos a ellos y superarlos. Tal vez hasta tengamos la suerte de que se “contagie” la idea y todas las personas que nos rodean aprendan a no echar la culpa a los demás, a decir “me equivoqué”, algo tan difícil de conseguir en estos días, pero tan necesario.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.