Preparación psicológica para dejar de fumar
La decisión de dejar de fumar con frecuencia no logra mantenerse en la realidad porque no hay suficiente preparación psicológica para hacerlo: su voluntad puede ser fuerte, pero sus estrategias son débiles. Tal vez no hay claridad sobre los motivos para hacerlo, o falta convicción frente a los beneficios de abandonar el cigarrillo.
La dependencia del tabaco es física, pero también psicológica. No se fuma simplemente por hábito, sino que detrás de esta acción hay motivos que podemos ignorar. El cigarrillo, pese a lo nocivo que es, también proporciona alguna forma de bienestar o de alivio, aunque sea fugaz. Por lo mismo, dejar de fumar es también dejar de percibir esos beneficios.
La nicotina es una sustancia muy adictiva y abandonarla demanda un esfuerzo, pero también en muchos casos un ejercicio de inteligencia. Pero no todo tiene que ver con un tema orgánico. Cuando una persona comienza a fumar, desarrolla toda una serie de pautas y conductas alrededor del tabaco. Así que dejar de fumar también implica dejar atrás todo el andamiaje que hay alrededor de esta conducta.
La conducta de fumar puede estar asociada a contextos sociales, a contextos de soledad, a los ratos después de la comida, a la ansiedad, etc. Así, un ejercicio inteligente sería reducir en la medida de lo posible, y sobre todo en los primeros días, la exposición a estos contextos.
“Cuida de tu cuerpo. Es el único lugar que tienes para vivir”.
-Jim Rohn-
Los motivos para fumar
El psicoanalista Gustavo Chiozza hace un interesante análisis, tanto de los motivos para fumar como de los motivos para la intolerancia a los fumadores, tan extendida hoy en día. A su juicio, el tabaco es una suerte de “alimento espiritual” para el fumador . Señala que no incorpora tanto el humo a su cuerpo, como el fuego que le da origen.
Señala que una gran cantidad de personas comienzan a fumar durante la pubertad y la adolescencia y que generalmente lo hacen “robándole” cigarrillos a sus padres u otros adultos. En este sentido, el hecho de fumar tiene en su origen un significado de transgresión. En un sentido simbólico, se roba el fuego, como lo hizo Prometeo, para igualarse a los dioses. En los adolescentes, este acto equivale a penetrar en el mundo adulto.
Ese robo inicial, ese ingreso al mundo adulto, también genera un sentimiento de culpa inconsciente, que se incrementa actualmente por la intolerancia a los fumadores en todos los espacios. Cuando esa transgresión y esa culpa están ligadas con una gran tensión con el mundo adulto, se incrementa el deseo de fumar y también el autocastigo. Así aparecería la compulsión, de la cual es muy difícil deshacerse.
Los motivos para dejar de fumar
Retomando el punto anterior, en el fumador hay ansiedad, culpa y autocastigo. Muy usualmente todo ello tiene su origen en la adolescencia, en donde el tabaco fue simbólicamente una declaración de ingreso en el mundo adulto. Si ese mundo adulto se rechazaba o generaba tensiones muy fuertes, el hábito de fumar adquiere raíces más profundas.
Finalmente, aunque parezca absurdo, se fuma para decir “yo soy”. Y al decirlo, se siente culpa. En casi todos los fumadores hay principalmente sentimientos de ansiedad y culpa, unidos a una sensación de reafirmación cuando se fuma. Es algo placentero y gratificante, pero al mismo tiempo autodestructivo.
Los motivos para dejar de fumar son casi tan importantes como los motivos para consumir tabaco. Si la motivación es una censura, inconscientemente se asume como volver a experimentar las limitaciones de la infancia frente a los adultos. Por eso, muchas personas fracasan en el intento por dejar de fumar: muy en el fondo de ellos mismos, lo experimentan como la claudicación en su rebeldía y como un “dejar de ser”.
La preparación psicológica
Se cree que alrededor del 60 % de los fumadores tratarán de dejar de fumar en algún momento de sus vidas, pero solo un 10 % de ellos lo conseguirá. En la mayoría de los casos esto se debe a que hay una fuerza inconsciente que termina imponiéndose sobre los motivos conscientes para abandonar el tabaco.
Quizás sea buena idea ir más allá de las técnicas puntuales para dejar de fumar y comenzar más bien por comprender lo que significa el cigarrillo en la vida personal de cada quien. En particular, ayuda mucho recordar esos momentos iniciales cuando se adquirió el hábito. ¿Qué circunstancias rodeaban ese momento? ¿Qué sensaciones producía el fumar? ¿Qué sensaciones produce ahora? ¿En qué momentos se siente más deseo de fumar?
Por supuesto, la adicción al tabaco tiene un componente físico muy fuerte y para manejar esto desde el punto de vista orgánico ya existen muchas ayudas eficaces. Lo que a veces falla es la motivación para abandonar el hábito. Explorando lo que significa el cigarrillo en nuestras vidas, tal vez consigamos comprender los ejes autodestructivos del hábito. Y quizás también permitimos que surja un deseo más fuerte, de ya no hacernos más daño.
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- Marqueta, A., Jiménez-Muro, A., Beamonte, A., Gargallo, P., & Nerín, I. (2010). Evolución de la ansiedad en el proceso de dejar de fumar en fumadores que acuden a una Unidad de Tabaquismo. Adicciones, 22(4), 317-324.