La proactividad, una clave del éxito aún mal entendida
La proactividad es un superpoder que puede llevarnos muy lejos en cualquier área de nuestra vida. Nos puede ayudar incluso a destacar entre la mayoría. En unos entornos sociales en los que es común moverse por hábitos, rutinas y por cierta pasividad, quien sea capaz de anteponerse a las cosas para actuar de manera original e innovadora tendrá ventaja frente al resto.
Esta competencia es altamente valiosa a nivel laboral. Desde el campo de la psicología organizacional, siempre se destaca el papel de las figuras proactivas porque son las que muestran iniciativa y resolución. Se anticipan a los hechos y esta actitud brilla por sí misma porque permite manejar la complejidad de cualquier trabajo.
De este modo, algo que siempre le ha interesado al psicólogo de empresa es comprender si esta característica es algo que forma parte de la personalidad humana o bien es una habilidad que puede entrenarse. Es interesante saber que si bien es cierto que hay personas con mayor empuje, carisma e iniciativa, es también una competencia que podemos desarrollar en los equipos de trabajo.
“Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad”.
-Mario Benedetti-
¿Qué es la proactividad?
La proactividad es una dimensión poco estudiada. Trabajos de investigación, como los realizados en la Universidad de Ámsterdam (Países Bajos), señalan algo interesante. Las personas proactivas no son solo esas figuras que toman la iniciativa en un momento dado, además son capaces de inspirar y guiar a las demás.
Aún no existe bastante documentación científica para saber si este comportamiento se guía por las emociones, el carácter, la experiencia adquirida o se alza simplemente como un instinto natural en determinadas personas. Sin embargo, hay algo que también apreciamos con frecuencia: la proactividad no siempre es bien recibida.
En ocasiones, los escenarios de trabajo son tan estructurados y rígidos que no ven con buenos ojos a la voz que sugiere cambios. Mostrar otros mecanismos para lograr los objetivos y tener una actitud más dinámica se ve con inquietud. Lo señalábamos al inicio, los entornos actuales se rigen más por normas, hábitos y rutinas y esto puede ser un riesgo a corto y largo plazo.
Quien no integra la proactividad en sus políticas de acción actuará por reactividad. Es decir, en lugar de anticiparse a los cambios y peligros se limitará a sentir su impacto, como el Titanic al chocar contra un inesperado iceberg bajo el agua. Comprendamos más datos al respecto.
¿Cómo son las personas proactivas?
Dinámicas, atentas, desafiantes… Es cierto que muchos tenemos en mente una serie de conceptos sobre la proactividad y las personas que las aplican. Sin embargo, podemos llevarnos alguna sorpresa, porque estamos ante un perfil increíblemente rico, profundo y competente en muchas áreas:
- Disponen de múltiples competencias “blandas”: empatía, trabajo en equipo, buena comunicación, capacidad para resolver problemas…
- Son perfiles muy creativos.
- Son persuasivos: saben convencer a los demás, crean impacto e inspiran.
- Disponen de buenas habilidades para planificar.
- Son analíticas y observadoras, capaces de anticipar las cosas debido a su capacidad de análisis.
- Gestionan muy bien sus emociones.
- Tienen una mentalidad flexible, abierta y resiliente. Aprenden de los errores, tienen en cuenta varias perspectivas.
- Son personalidades altruistas: no dudan en ayudar a los demás.
La proactividad impulsa el cambio constructivo
La proactividad no tiene nada que ver con la hiperactividad, con la personalidad inquieta que trae caos, ruido y cambios inesperados. Todo lo contrario.
Las figuras con esta habilidad aportan soluciones a los problemas. Asimismo, tampoco son arrogantes ni buscan notoriedad en la empresa. En realidad, se mueven por valores y principios éticos. Por ello, no dudan en ser de ayuda a los demás, en anticipar los posibles problemas en un escenario y promover soluciones que puedan dinamizar y mejorar la situación del grupo.
La proactividad impulsa cambios constructivos, prácticos y útiles. Las personas proactivas no buscan desafiar a nadie, sino que son esa apuesta de valor en cualquier trabajo orientada a traer una mayor eficacia al entorno.
¿Una actitud arriesgada? Con planificación y acierto, no
No todas las empresas o directivos asumirán o verán con buenos ojos que, de pronto, venga alguien para decirles cómo guiar su barco. A veces, las sugerencias o los intentos por hacer las cosas de otro modo pueden verse como un desafío a la autoridad o a la política empresarial.
Por ello, la persona definida por la proactividad aprende con el tiempo a planificar muy bien sus pasos. A veces, hay que ser sutil y esperar la mejor oportunidad para actuar. El éxito llega con la ejecución inteligente, con el plan bien meditado y con la oportunidad idónea.
Esto nos hace concluir con un razonamiento muy simple. Todos podemos desarrollar esta herramienta de poder para aplicarla en cualquier ámbito de nuestra vida. Sin embargo, hay escenarios en los que lo innovador se interpreta como peligroso. De ahí que lo idóneo sea ser perseverantes, cautos y saber cuándo actuar para que nuestra estrategia y actuación sea bienvenida y reconocida.
“Solo triunfa en el mundo quien se levanta y busca las circunstancias y las crea si no las encuentra”.
-George Bernard Shaw-
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- Wolsink I, Den Hartog DD, Belschak FD, Oosterwijk S (2019) Do you feel like being proactive today? T
- Wu, Chiahuei & Parker, Sharon. (2012). Proactivity in the Workplace: Looking Back and Looking Forward. The Oxford Handbook of Positive Organizational Scholarship. 10.1093/oxfordhb/9780199734610.013.0007.