Problemas de memoria: ¿son normales o debo preocuparme?
Generalmente, los problemas de memoria no nos preocupan hasta que alcanzamos una cierta edad. Damos por sentado su funcionamiento eficiente y asumimos que no tendremos fallos clínicamente significativos a menos que desarrollemos algún tipo de demencia. Sin embargo, muchas personas comienzan a sufrir problemas de memoria a partir de los 40 años, e incluso antes, y se preguntan si es necesario buscar ayuda.
En realidad, es recomendable que seamos conscientes de que el funcionamiento de nuestra memoria puede fluctuar por diversos motivos, algunos naturales y otros patológicos. En cualquier caso, con nuestras acciones podemos prevenir o solventar muchos de estos problemas. Por eso, te contamos cuáles son las principales causas y qué puedes hacer al respecto.
Principales causas de los problemas de memoria
Desde hace un tiempo notas que te has vuelto más despistado y desorganizado. Olvidas las llaves, el móvil o la lista de la compra, te cuesta recordar nombres o has faltado a algunas citas por olvido. ¿Qué te está ocurriendo?, ¿debes preocuparte?
La respuesta es difícil de determinar; pero probablemente tus dificultades se deban a alguno de los siguientes motivos.
1. El paso del tiempo
Este es uno de los factores que más peso tiene, y es que se ha encontrado que la memoria suele alcanzar su punto álgido en la década de los 20 años y, a partir de este momento, comienza a descender. Así, aunque te queden años para pasar a formar parte de eso que llamamos tercera edad, quizás comiences a notar ciertas dificultades que antes no existían.
No es solo que ahora te cueste más aprender un idioma o estudiar una materia teórica, también en tus actividades cotidianas puedes sentir un efecto.
Tengamos en cuenta que en la memoria se destacan dos procesos:
- La codificación y almacenamiento de la información. Se produce al recibir los datos y procesarlos de tal forma que pasen a la memoria a largo plazo.
- La recuperación de la información. Tiene lugar cuando tratamos de acceder a los contenidos que tenemos almacenados en la memoria.
Con la edad, ambos procesos van resultando más complicados. Por un lado, podemos necesitar que se nos repita la información para lograr codificarla. Por otro, la recuperación puede llevarnos más tiempo y es posible que necesitemos alguna pista. En cualquier caso, estos son procesos naturales que no deben preocuparte.
2. La falta de atención
En ocasiones, lo que parecen ser problemas de memoria son en realidad el resultado de una falta de atención. No hablamos de un trastorno como el TDAH, sino de un estilo de vida acelerado y apresurado que no nos permite fijarnos realmente en lo que vamos haciendo.
A veces, las prisas hacen que pasemos por alto datos importantes del día a día que, por tanto, no logramos codificar adecuadamente.
Si olvidaste que tu pareja te pidió que compraras leche, o que tu hijo te dijo que necesitaba un disfraz, tal vez es porque en el momento de la conversación estabas a mil tareas más y no prestaste la suficiente atención.
3. Enfermedades orgánicas
Ciertas enfermedades, como los trastornos de la tiroides, de los riñones y del hígado, pueden estar detrás de los problemas de memoria. Igualmente, una falta de vitaminas B12, B6 y B9 causada por una mala alimentación puede ser también un factor importante.
4. Consumo de sustancias o medicamentos
Hay suficientes evidencias que prueban los efectos que las drogas pueden tener en las capacidades cognitivas, incluida la memoria. Sin embargo, el alcohol (por muy normalizado que esté su consumo) también puede afectar seriamente si no se consume con moderación; y no solo causando efectos transitorios, sino generando daños a largo plazo.
El consumo de determinados medicamentos (ansiolíticos, antidepresivos, anticonvulsivos, fármacos para el colesterol…) también pueden interferir en el funcionamiento de la memoria.
5. Problemas emocionales
Cuando las situaciones cotidianas nos desbordan y no logramos gestionar las emociones adecuadamente, la memoria puede verse afectada. Por ejemplo, si padecemos un elevado nivel de estrés, vivimos en un entorno conflictivo o estamos enfrentando un duelo, es lógico que nuestras capacidades mentales no estén en su punto óptimo.
Igualmente, los trastornos de ansiedad, la depresión y otras patologías mentales pueden generar dificultades para codificar o recuperar la información.
6. Deterioro cognitivo y demencia
Además del deterioro cognitivo asociado al envejecimiento, es posible que se presenten síntomas de mayor gravedad, generalmente asociados a enfermedades como el alzhéimer o el párkinson. En ocasiones, las personas presentan un deterioro cognitivo leve que no avanza, pero en muchos casos termina derivando en demencia.
¿Cómo puedo prevenir y abordar los problemas de memoria?
Como ves, algunas de las causas son naturales y otras patológicas. No siempre es sencillo determinar en qué punto nos encontramos, por ello, fíjate en las siguientes cuestiones para determinar si necesitas ayuda profesional:
- Los problemas de memoria interfieren de forma significativa en tu funcionamiento diario. Te impiden cumplir con tus tareas y obligaciones, entorpecen tus relaciones sociales o te causan sufrimiento.
- Tienes problemas para acceder a la información y a los recuerdos, incluso si dispones de tiempo y de pistas al respecto.
Ahora bien, incluso si los problemas de memoria no son graves, hay ciertas medidas que podemos tomar para prevenir su aparición o frenar su avance. Entre las más importantes se encuentran las siguientes:
- Descansa adecuadamente. Un sueño insuficiente o de mala calidad interferirá en el funcionamiento cognitivo.
- Aliméntate de forma saludable, de manera que puedas obtener todos los nutrientes necesarios para un buen funcionamiento cerebral. No olvides incluir en tu dieta alimentos como las nueces, el aguacate, el aceite de oliva o el pescado; y, por supuesto, modera la ingesta de alcohol.
- Realiza ejercicio de forma regular. Se ha encontrado que practicar actividad física aeróbica ayuda a mejorar las funciones cognitivas. Así, correr o caminar durante 30 a 60 minutos de 3 a 5 veces a la semana puede ser suficiente.
- Adopta prácticas como el mindfulness o la meditación. Estas técnicas son excelentes para combatir el ritmo de vida acelerado y el caos mental. De este modo te será más fácil atender y, por ende, codificar la información.
- Aprende a gestionar y regular tus emociones antes de que te desborden. Para esto, puede bastar con compartir tu sentir con alguien cercano o también puedes ayudarte de la escritura terapéutica. Sin embargo, puede que sea necesario recurrir a la ayuda psicológica.
Los problemas de memoria deben ser evaluados por un profesional
Si tus problemas de memoria persisten o interfieren con tu vida, no dudes en consultar con tu médico. Él podrá identificar o descartar las causas orgánicas que pueden estar generándolos, realizar ajustes en la medicación y proponer pautas adecuadas en función del caso.
Pero, ante todo, recuerda mantener tu mente ágil y activa con pequeños retos, desafíos y entrenamientos diarios. La memoria es como un músculo: si no se ejercita, puede deteriorarse.
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