La psicología del déspota: la maldad en los líderes políticos
La psicología del déspota se nutre de un deseo ilimitado de poder. Busca la obediencia ciega de los demás para sus propósitos, y en sus mentes maquiavélicas y huecas de empatía no existen los principios éticos, y aún menos morales. Solo importan sus deseos, sus ansias de grandeza, acumular mayor estatus y preservar un liderazgo absoluto que no duda en ejercer la violencia.
Este tipo de personalidades, frías como el acero, siempre han existido. Recordemos a Erich Fromm cuando nos habló del narcisismo maligno en 1964. En un intento por definir la quinta esencia del mal, el destacado psicólogo social de origen judío hizo un análisis de cómo eran esas figuras que abocaron a la sociedad a una Segunda Guerra Mundial.
Ese comportamiento grandilocuente, hostil y antisocial conforma una serie de rasgos conocidos en más de un líder político de nuestra actualidad.
“Si el hombre solo es capaz de generar maldad, deberían adoptarse estrictos controles para evitar el surgimiento de sus actitudes destructivas”.
-Erich Fromm-
Características de la psicología del déspota
Decía Mario Benedetti que los tiranos y los déspotas suelen tener la mala costumbre de invadir y matar. Es una evidencia. Son personas autocráticas que rara vez ven límite alguno a su autoridad y para ello, no dudan en sobrepasar los límites y libertades de los demás.
La psicología del déspota nos dice que este comportamiento se define básicamente por tratar de imponer sobre los demás un pensamiento único. Solo importa la propia voluntad, los propios argumentos y se busca que los demás los asuman a cualquier coste, aunque el medio para lograrlo sea la violencia. Esa ansia de poder absoluto y los mecanismos instrumentales para ejercerlo les acerca en algunos casos hacia la megalomanía psicopática.
Expertos en este tema, como el doctor Manfred F.R. Kets de Vries, psicoanalista holandés experto en liderazgo, realizó un interesante trabajo en el 2006 orientado a comprender los regímenes despóticos. Algo que especificó es que son figuras expertas en ejercer el miedo. No solo generan sufrimiento, sino que rompen el tejido moral de una sociedad. El impacto es indudable y, por término medio, siguen el patrón que ahora analizaremos.
Expanden su poder a través de la corrupción
La psicología del déspota nos dice que para alcanzar el poder absoluto se valen de un instrumento claro: la corrupción. No dudan en socavar los principios democráticos de una sociedad para obtener beneficio, y además, imponer sus ideas en un territorio. Además de obtener ganancias económicas desorbitadas, no dudan en chantajear, amenazar e instaurar una dictadura del miedo.
Hacen favores y concesiones para ganarse la admiración de los demás
El déspota conoce muy bien cómo funciona el juego del poder. Necesita granjearse la admiración de la población y para ello no duda en usar su carisma mediante pequeñas concesiones. Puede ofrecer reducciones de impuestos u otros beneficios sociales, y cómo no, dominar los medios de televisión para entretener y captar así a las masas y justificar su autoridad.
El objetivo no es otro que acumular poder manipulando mentes, corazones y voluntades de sus seguidores.
Buscan aliados poderosos
El poder no se sustenta de manera indefinida solo con la admiración o el sometimiento de las masas. Se necesitan aliados, lo que este tipo de personalidades manejan con eficacia. La psicología del déspota nos recuerda que los tiranos se apoyan en otros tiranos, también en figuras poderosas de toda sociedad: millonarios, empresarios, mafiosos…
Crean una ideología para justificar tus actos
La historia nos recuerda que muchos líderes psicopáticos y megalomaníacos han dado forma a una ideología, o incluso han inventado una religión para legitimar su poder y sus actos. A menudo, se camuflan mediante unas siglas políticas concretas para captar más seguidores o dar una falsa apariencia de heroísmo.
Sin embargo, esas ideologías siempre revelan un mismo fin: servir de salvadores para crear un país más grande, más fuerte y más unido. Son los supuestos adalides del bien, héroes que liberan pueblos sometidos y combaten (supuestamente) el fascismo…
Elimina a tus opositores y tu poder se mantendrá indemne
Es la regla de oro para todo déspota que busque prolongar su posición: elimina a tus opositores y sobrevivirás más tiempo. No pueden permitirse que existan voces contrarias a sus principios, a sus argumentos y propósitos. El déspota no deja espacio al que piensa diferente, es más, evitará por todos los medios que la gente desarrolle el pensamiento crítico,
La prensa libre no existe y se silencia a todo aquel con voz propia y osa expresar opiniones opuestas al tirano. Para ello, no dudará en aplicar mecanismos sancionadores y, por supuesto, violentos. El imperio del miedo soterrado es una constante donde erige su autoridad el líder despótico.
Para concluir, un aspecto que acompaña a estas personalidades es la idea de que están en este mundo para cumplir un fin. Esa megalomanía articula un comportamiento frío, maquiavélico y sagaz que no duda en socavar todo derecho ajeno. Son presencias de notable oscuridad que siempre habitarán en nuestras sociedades…
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