Mi psicólogo es más joven que yo, ¿podrá ayudarme?
Uno de los errores o mitos conceptuales extendidos alrededor de la terapia es que un psicólogo más joven no podrá ayudarnos. Acudimos a terapia con problemáticas que no podemos resolver, emociones complejas que no llegamos a entender o relaciones afectivas que parece que no tienen solución. En terapia, queremos encontrar esa solución. Sin embargo, ¿cómo va a ayudarnos un psicólogo joven cuando es improbable que, por tiempo de vida, haya pasado por experiencias similares?
Al igual que un cirujano no necesita haber ocupado el lugar del paciente en una intervención similar a la que va a hacer, un psicólogo tampoco necesita haber sido protagonista de una determinada problemática para diseñar un plan de intervención. El error lo encontramos en una pregunta que no es fácil de responder: ¿qué es realmente la terapia psicológica?
Oráculo, sabio, padre: lo que no es un terapeuta
En muchas ocasiones, se busca en la figura del psicólogo algo que el psicólogo, realmente, no es. El psicólogo no indica qué es correcto o qué es incorrecto. El psicólogo no es una figura parental para validar o invalidar decisiones. Tampoco es un sabio que puede dictaminar axiomas morales a partir de los cuales vivir. Es decir, no tiene una larga barba blanca -salvo el que quiera dejarla crecer- que mesarse mientras nos desbloquea enseñanzas y moraleja.
El psicólogo es un profesional en salud mental cuyo trabajo puede acotarse. La APA (American Psychology Association) lo hace a través de la resolución de problemas, donde se trabaja de manera tangencial la emoción, el pensamiento y la conducta -modelo ABC- (Ellis, 1955). Los modelos teóricos que han ido desarrollándose han buscado trabajar estos elementos desde diferentes aproximaciones. No obstante, el objetivo es siempre el mismo, ya sea trabajando el pasado, centrándose en la conducta o en la deconstrucción de esquemas cognitivos.
De igual manera, los trastornos psicológicos, si queremos etiquetarlos, se basan en disfunciones en alguno de esos elementos. Estas dificultades pueden tener su origen en muy diversos aspectos, que serán revisados en el proceso. Por ende, el terapeuta es la persona que facilita el trabajo en esos factores, en base a su conocimiento en la dialéctica; la relación entre el contexto y el desarrollo humano; y el impacto de diferentes experiencias en procesos como el apego, la vinculación o el autoconcepto.
Ciencia y conceptualización de la psicología
La confusión entre juventud y sabiduría no es única de la psicología, aunque en psicología sí que tiene mucho que ver con el problema raíz de la psicología como disciplina. La psicología es una ciencia. Como expone Ribes (2009), nadie cuestiona ya, a estas alturas, los métodos de investigación ni la formulación matemática de la psicología. No obstante, se sigue entendiendo por psicología algo que no es como consecuencia de:
- El establecimiento de relaciones causales con objetos de otras disciplinas: la presión por buscar explicaciones completas e infalibles sobre la psique humana lleva a la psicología a tener un imaginario, un dominio mitológico (Ribes, 2009) y pierde de vista su conocimiento empírico. El conocimiento empírico de la psicología no parece suficiente.
- La introducción de la variable “contexto” atenta contra la objetividad de la psicología. Parece menos ciencia por ser el contexto un elemento tan importante.
- Como asegura Ribes (2009): “la psicología no tiene teoría, ni tampoco límites definidos con otras ciencias, de las que se nutre indistintamente de conceptos, técnicas, modelos y medidas”. Esto convierte el proceso psicológico en confuso.
En su intento por demostrar que es una ciencia, la psicología se aleja de dicha condición. Por ello, las personas pueden llegar a concebir la psicología como una disciplina totalmente subjetiva y aleatoria, basada, en vez de en años y años de estudio, en características concretas del terapeuta. Estas características suelen estar asociadas con la sabiduría.
Entonces, la terapia se convierte no en un estudio de la emoción, la conducta y la cognición en busca de solucionar un problema, sino que se funde con disciplinas filosóficas. Busca dar respuesta a preguntas que el psicólogo no puede resolver; ni un psicólogo senior, ni un psicólogo joven.
Las habilidades profesionales en un psicólogo joven
Ciertas habilidades influyen en el proceso terapéutico, facilitándolo o complicándolo. Se han realizado diversos metaanálisis que tratan de arrojar cierta claridad acerca de las habilidades que influyen de manera concreta en el proceso psicológico.
Recordamos que el vehículo principal para realizar la terapia es la dialéctica. Esta dialéctica ha sido harto estudiada. La doctora Muñoz Rivas (2017) expone algunas de estas habilidades, véase: pericia, atractivo, y fiabilidad. En concreto, la pericia y la fiabilidad pueden ser las habilidades que de manera natural -y erróneamente- relacionemos con la edad.
- En la pericia, encontramos la percepción de utilidad por parte del paciente que puede basarse en la experiencia, la madurez, la especialización o la valoración social del rol. Dependiendo de cómo asuma el paciente la pericia del profesional y, sobre todo, en qué se base, el proceso terapéutico será más eficaz.
- En el caso de la fiabilidad, esta se basa en la congruencia verbal, la reputación, la honestidad y de nuevo, como la pericia, los indicadores que sean relevantes para la persona serán los que construyan esta fiabilidad.
La edad es un indicador más, que puede ser elemento de fiabilidad y de pericia o no serlo. Si la persona asocia la edad madura con pericia, será más fácil considerar a un psicólogo senior como bueno. Ahora bien, si también son importantes indicadores como la valoración social y la persona no “cree en la psicología”, dará igual la edad: el psicólogo no será perito.
Si para la persona la edad no es indicador de fiabilidad, si un psicólogo joven es honesto, eficaz y habilidoso dialécticamente, entonces ese psicólogo será fiable. Esto quiere decir que el psicólogo no será más fiable por ser más mayor. La valoración del paciente será la que convierta la edad en un elemento relevante, o no.
La psicología de la sabiduría
La sabiduría se ha estudiado a nivel conceptual. Baltes (2000) define la sabiduría como “un conocimiento experto en los problemas de la vida”. El conocimiento experto no es una habilidad o requisito que haya aparecido en los estudios que se han elaborado al respecto de las habilidades del psicólogo. Tampoco lo ha hecho la edad.
Además, el conocimiento experto de los problemas de la vida no tiene por qué incluir la habilidad para provocar un cambio en esos problemas de la vida. Sobre todo, porque el cambio no es provocado por el psicólogo, pero sí elegido por el paciente. La figura más activa de la terapia es el paciente. El paciente es el que toma decisiones, construye sus valores y elimina o potencia conductas.
Las decisiones las toma el paciente, no el psicólogo
El paciente no acude a terapia para que el psicólogo elija su camino, sino más bien para trabajar esas emociones o cogniciones por las que el paciente o bien no toma elecciones, o bien las elecciones que toma son contrarias a su sistema de valores.
La edad, al igual que el género, no influyen en la eficacia de la terapia. Lo que sí influye en ella es la opinión que el paciente tiene de su terapeuta. Esta opinión está basada en muchos constructos que nada tienen que ver con la ciencia ni la eficacia objetiva de la terapia.
Si nos encontramos incómodos con un psicólogo joven, antes de pedir un cambio de terapeuta, quizás podríamos revisar qué es lo que buscamos de la terapia. Y cómo la búsqueda del padre, el oráculo o el sabio que sabrá hacernos elegir la mejor opción puede estar provocando que nuestro rol como paciente no sea activo, sino más bien pasivo. Además, esto puede provocar que nos fiemos de un psicólogo mayor, a pesar de otros indicadores que nos dicen que no es el psicólogo que necesitamos, solo porque es mayor, así como provocar que vinculemos de la manera en la que vinculamos normalmente con nuestro entorno, que es justamente lo que queremos trabajar.
Así, cómo psicóloga frente a un paciente con un rol activo, no responderé a la pregunta que introduce este artículo. Solo te la devolveré, ¿por qué es la edad el elemento diferenciador de un buen o mal psicólogo?
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- APA (2012). Entendiendo la psicoterapia. Recuperado de: https://www.apa.org/topics/psychotherapy/entendiendo-la-psicoterapia
- Howard F. Stein, William D. Stanhope, Robert F. Hill. (1981) PA and MD—Some parallels with clinical psychology and psychiatry. Social Science & Medicine. Part E: Medical Psychology 15(1), 83-93.
- Pelechano, V. (2006) Psicología de la sabiduría y sus implicaciones terapéuticas. Análisis y Modificación de Conducta, 32, 583-618
- Ribes, E. (2009). La psicología como ciencia básica. ¿Cuál es su universo de investigación? Artículo objetivo: psicología como ciencia básica, 1(2), 7-19.