¿Qué dice de ti tu postura corporal?
El lenguaje no verbal juega un papel prioritario en la comunicación. Gracias a los gestos y poses del interlocutor, podemos captar sus estados de ánimo, sus juicios e intenciones, aunque solo sea a un nivel inconsciente.
Es innegable que el cuerpo refleja los estados mentales de una forma bastante fiel. De hecho, muchos terapeutas se apoyan en el lenguaje corporal para comprender el malestar de sus clientes y trabajar en ello.
No obstante, no solemos prestarle atención a este aspecto. Ten en cuenta que tu postura es tan característica que tus allegados pueden incluso reconocerte a distancia fijándose solo en ella. Entonces, ¿sabes lo que estás proyectando con tu lenguaje corporal?
Las emociones se anclan en el cuerpo
Todos pueden comprobar cómo el lenguaje no verbal cambia en función de las emociones. Cuando se siente felicidad, el cuerpo se muestra abierto y relajado. En cambio, se contrae y repliega ante el miedo o la tristeza.
Las emociones y la personalidad pueden darle forma a nuestra postura corporal. Una persona tímida y una extrovertida pueden diferenciarse a primera vista, así como puede distinguirse un individuo rígido de uno flexible o uno confiado de otro temeroso.
Sin saber muy bien por qué, se pueden captar estos matices en las interacciones con otros. Pero, ¿qué es lo que da la pauta para hacerlo?
Lo que la postura corporal dice
Los siguientes son algunos elementos posturales y corporales que te darán pistas sobre lo que estás trasmitiendo o sobre lo que otros te están diciendo con su cuerpo.
1. Palmas de las manos descubiertas
Es uno de los aspectos más visibles y llamativos: ¿pareces abierto ante el mundo o replegado sobre tu propio ser? Quienes poseen una buena autoestima, confían en sí mismos y en los demás y tienen una actitud alegre y optimista, adoptan posturas expansivas.
Los individuos abiertos abarcan más espacio con su cuerpo y usan sus manos para demostrarlo. En su libro El lenguaje del cuerpo (2006), Allan Pease y Barbara Pease sostienen que cuando las personas quieren ser abiertas muestran una o las dos palmas de las manos.
Quienes «sacan pecho» ante la vida, lo hacen de forma literal y figurada. Por el contrario, las personas inseguras, temerosas y desconfiadas tienden a contraerse, como en un acto de protección ante un exterior que consideran hostil.
2. Cuerpo relajado
La tensión muscular también informa sobre cuán flexible es una persona a nivel psicológico. Los que adoptan posturas rígidas y firmes tienden a ser críticos y exigentes consigo mismas y con los otros. Es probable que les cueste abrirse en términos emocionales y tiendan a portar una máscara ante otros.
Una postura corporal relajada, distendida, puede indicarnos que estamos ante alguien flexible y adaptable, con buena capacidad para gestionar el estrés y que suele mostrarse tal y como es.
Ahora bien, una excesiva falta de tono muscular puede ser indicio también de un sentimiento interior de debilidad. Las personas que arrastran una herida de abandono suelen presentar esta tipología corporal, que evidencia una necesidad de apoyarse en los demás y una sensación de no poder sostenerse solo.
3. Dirección de la mirada
Siempre se ha escuchado que los ojos son el espejo del alma; y, aunque esto no es posible saberlo, en realidad sí son una ventana que permiten ver las emociones.
Así, si la mirada se dirige al suelo, se puede inferir timidez e inseguridad. Si es huidiza, tal vez indique un cierto temor a la vulnerabilidad y la conexión emocional. Y, si es fija y desafiante, muestra una actitud controladora, suspicaz y segura de sí misma.
Incluso, el tamaño de la pupila puede interpretarse. Allan y Barbara Pease señalan que cuando una persona está excitada, sus pupilas se dilatan. Mientras que cuando está enfada o tiene un estado de ánimo negativo, se contraen.
4. Posición de los hombros
Este último aspecto también puede ofrecer información interesante. ¿Conoces a una persona cuya postura típica implica hombros caídos y cabeza gacha y que suele sufrir dolores de espalda?
Es probable que se trate de una persona sensible, con baja confianza y miedo a ser herida. De acuerdo con Elizabeth Kuhnke, experta en comunicación, encogerse de hombros podría significar desprecio, indiferencia, vergüenza y falta de conocimiento.
Por el contrario, quien mantiene su espalda erguida e incluso lleva sus hombros hacia atrás, muestra una actitud valiente e incluso desafiante. Puede tratarse de alguien que tiende a estar a la defensiva y que no evade el conflicto.
5. Brazos cruzados
Dependiendo del contexto y de la persona, cruzar los brazos puede tener un significado. Podría dar a entender que se tiene un disgusto con la situación, razón por la cual el cuerpo reacciona cruzando los brazos como un acto defensivo.
También podría significar que el individuo está cómodo con lo que está pasando. Por lo tanto, puede ser una señal de confianza, autoafirmación y seguridad, así lo señala José Martín en Tú habla que yo te leo (2019).
6. Piernas cruzadas
En una conversación con otra persona, las piernas cruzadas pueden ser útiles de interpretar dependiendo de hacia dónde apunten: hacia el otro o lejos de él. Según José Martín, cuando el pie flotante va dirigido hacia la otra persona, puede significar interés o deseo de abordar el tema de conversación. En cambio, cuando va en dirección opuesta, quiere decir que el tema disgusta o no se comparte la perspectiva presentada.
7. Posición de la cabeza
En el Lenguaje del cuerpo, los autores destacan tres posiciones básicas: levantada, ladeada y agachada. Cuando se tiene levantada, indica neutralidad con respecto a lo que se dice. La cabeza ladeada es señal de sumisión. Mientras que cuando se orienta hacia abajo, demuestra una actitud crítica, agresiva o desaprobación.
8. Alteraciones en la voz
Montse Urpí, psicoterapeuta, especializada en comunicación, desarrollo y potencial humano, resalta que los estados de ánimo afectan la voz. Así, la alegría aumenta su tono y timbre, mientras que la tristeza le da un tono y un timbre más bajo y opaco.
9. Cuerpo y mentira
La mentira también se expresa mediante el cuerpo, haciendo que este asuma ciertas posturas y actitudes. De acuerdo con Teresa Pont, psicóloga clínica y psicoterapeuta, existen varias señales no verbales que delatan al mentiros:
- ojos esquivos;
- piernas cruzadas;
- pasar la mano por la boca antes de responder;
- sonrisas demasiado largas;
- cambios de posturas frecuentes;
- movimientos repetitivos de las piernas;
- cambiar la voz de manera brusca;
- hacer gestos estudiados;
- encogerse de hombros.
Es importante advertir que la presencia de uno de estos signos no es suficiente para concluir que alguien miente. Se deben encontrar varios e interpretarlos teniendo en cuenta el contexto y la forma de ser de la persona que los usa.
10. Taparse la boca
Cuando la mano se posa sobre los labios y el pulgar toca la mejilla, es una señal que el cerebro envía, de manera inconsciente, para reprimir palabras que no son sinceras, así lo indican Allan y Barbara Pease. En ocasiones, solo se usa un par de dedos o incluso el puño para cubrirse, pero el mensaje detrás es idéntico
11. Tocarse la nariz
Teniendo en cuenta las obras ya citadas, tocarse la nariz puede ser una forma encubierta de llevarse la mano a la boca. Este gesto puede ser un roce ligero o apenas perceptible.
Se cree que surge del deseo inconsciente de cubrir la boca al tener pensamientos negativos, pero se desvía hacia la nariz para ser menos evidente. También se piensa que mentir provoca una sensación en la nariz que lleva a frotarla.
12. Frotarse el ojo
Rascarse un ojo o ambos simboliza el esfuerzo de la persona por evitar presenciar el engaño o no enfrentar la mirada de aquel a quien se le falta a la verdad. El dedo o la mano usada actúa como una barrera para no enfrentar el hecho de que se está mintiendo.
13. Rascarse el cuello
Este gesto corporal es signo de duda e incertidumbre. Por ejemplo, si alguien te hace una pregunta y, mientras piensas en una respuesta, te rascas el cuello, podría interpretarse como que no estás seguro de lo que vas a decir. También puede ser una señal de contradicción.
14. Sostener la cabeza con la mano
Cuando alguien que está escuchando empieza a sostener su cabeza con la mano, indica falta de interés o tedio. La mano actúa como un soporte para evitar caer en el sueño. Allan y Barbara Pease afirman que «El grado de aburrimiento está en relación directa con la fuerza con que el brazo y la mano están sosteniendo la cabeza».
Trabajar con la postura corporal para educar la actitud
Como hemos comentado, el cuerpo refleja la actitud; pero esta es una relación bidireccional. Esto quiere decir que la postura que adoptamos también influye en las emociones que sentimos. ¿Alguna vez has escuchado que forzarnos a sonreír puede ayudarnos a sentirnos más felices? Pues, del mismo modo, modificar deliberadamente nuestra postura puede favorecer un cambio de actitudes.
Si deseas sentirte más seguro, comienza por enderezar la espalda, erguirte y expandirte. Si te gustaría ser más sociable, practica el contacto visual y opta por una postura corporal abierta. Y, si te consideras demasiado rígido y exigente, prueba a adoptar posturas relajadas. Si deseamos cambios que se mantengan en el tiempo, es recomendable que seamos constantes con estas medidas.
Además, debes acompañar esta iniciativa con un trabajo a nivel psicológico que te encamine hacia tus metas. Hacerte conscientes de tu cuerpo y emplearlo como una herramienta a tu favor es un buen primer paso.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Carney, D. R., Cuddy, A. J., & Yap, A. J. (2010). Power posing: Brief nonverbal displays affect neuroendocrine levels and risk tolerance. Psychological Science, 21(10), 1363-1368. https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/0956797610383437
- Coles, N. A., Larsen, J. T., & Lench, H. C. (2019). A meta-analysis of the facial feedback literature: Effects of facial feedback on emotional experience are small and variable. Psychological Bulletin, 145(6), 610–651. https://psycnet.apa.org/doiLanding?doi=10.1037%2Fbul0000194
- Davis, F. (2010). Comunicación no verbal. Alianza Editorial.
- Kuhnke, E. (2007). Lenguaje no verbal para dummies. Para dummies.
- Martín, J. L. (2019). Tú habla que yo te leo. Aguilar.
- Pease, A., y Pease, B. (2006). El lenguaje del cuerpo. Amat Editorial.
- Pont, T. (2010). La comunicación no verbal. Editorial UOC.
- Urpí, M. (2004). Aprender comunicación no verbal: la elocuencia del silencio. Paidós.