¿Qué es la reestructuración cognitiva?

La reestructuración cognitiva es un grupo de técnicas que ayuda a reconocer y modificar patrones de pensamiento desadaptativos o irracionales. Si quieres saber más sobre ella, ¡sigue leyendo!
¿Qué es la reestructuración cognitiva?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Francisco Pérez

Última actualización: 01 septiembre, 2022

¿Qué pasaría si te abandonara tu pareja? Seguramente dirías que es algo horrible. Ahora bien, ¿es algo horrible realmente? ¿Cuántas cosas horribles existen en este mundo? ¿Cuántas son más horribles que nos abandone nuestra pareja o que nuestro hijo haya suspendido un examen? Te preguntarás a qué vienen estos interrogantes, y es que hoy os hablaremos de la reestructuración cognitiva.

La reestructuración cognitiva es una técnica que se centra en nuestros pensamientos. Mediante la misma, se enseña a las personas a cambiar aquellos pensamientos desadaptativos por otros que los ayudan a no sufrir tanto. Así pues, la reestructuración cognitiva es una de las técnicas cognitivo-conductuales más sugerentes dentro del repertorio de un psicólogo. Si cambiamos determinados pensamientos, cambiaremos las emociones asociadas a estos, con lo cual nos sentiremos mejor.

Un pensamiento es una hipótesis

La reestructuración cognitiva consiste en que el cliente, con la ayuda del psicólogo, identifique y cuestione sus pensamientos desadaptativos. Así, estos quedarán sustituidos por otros más apropiados y se reducirá o eliminará la perturbación emocional causada por los primeros.

Mujer pensando

En la reestructuración cognitiva los pensamientos son considerados hipótesis. Terapeuta y paciente trabajan juntos para recoger datos que determinen si dichas hipótesis son correctas o útiles. En vez de decir a los pacientes cuáles son los pensamientos alternativos válidos, el terapeuta formula una serie de preguntas. Después, diseñará experimentos conductuales para que los pacientes evalúen y pongan a prueba sus pensamientos negativos.

Finalmente, los pacientes llegarán a una conclusión sobre la validez o utilidad de dichos pensamientos. Como vemos, el psicólogo o terapeuta no impone nada. Es el propio paciente el que va sacando conclusiones a partir de los experimentos que va realizando.

Bases teóricas de la reestructuración cognitiva

La reestructuración cognitiva se basa en ciertos presupuestos teóricos. Estos presupuestos teóricos son los siguientes:

  • El modo en que las personas estructuran cognitivamente sus experiencias ejerce una influencia fundamental en cómo se sienten y actúan, así como en las reacciones físicas que tienen. En otras palabras, nuestra reacción ante un acontecimiento determinado depende principalmente de cómo lo percibimos, atendemos, valoramos e interpretamos.

Imaginemos que quedamos con una persona que hemos conocido hace poco tiempo. Nos gusta, pero ha pasado media hora y no ha aparecido. Si nuestra interpretación es que no le interesamos, nos sentiremos tristes y no volveremos a establecer contacto.

Pero si pensamos que la tardanza se debe a un imprevisto o a una confusión de hora, nuestra reacción emocional y conductual será muy diferente. Por otra parte, afecto, conducta y reacciones físicas se influyen entre sí y contribuyen a mantener los pensamientos.

  • Se pueden identificar los pensamientos de las personas a través de métodos como la entrevista, cuestionarios y autorregistros. Muchos de estos pensamientos son conscientes y otros son preconscientes, pero la persona es capaz de conseguir acceder a los mismos.
  • Es posible modificar los pensamientos de las personas. Esto puede ser empleado para lograr cambios terapéuticos.
Chica con su psicólogo

Técnicas de reestructuración cognitiva

Las siguientes técnicas han sido efectivas para identificar, desafiar y reemplazar formas de pensamiento irracionales por maneras de pensar más precisas, útiles y positivas.

1. La flecha descendente

Esta técnica parte de una idea y va descendiendo hasta su raíz. Para ello, el terapeuta identifica un pensamiento automático, que sospecha que puede venir de una creencia central disfuncional. Después, le pide al consultante el significado de esa idea y continua con esta indagación hasta develar una o más creencias. Por ejemplo:

Consultante: soy una persona introvertida

Terapeuta: ¿qué significa eso?

C: que me cuesta mucho socializar con las personas.

T: ¿y eso qué significa?

C: que al conocer personas tengo miedo a que me rechacen.

T: ¿y eso qué quiere decir?

C: que nadie podrá quererme.

Para no estar todo el tiempo haciendo la misma pregunta (“¿Y eso qué quiere decir?”) el terapeuta puede usar las siguientes variaciones:

  • ¿Y qué pasa si eso es verdad?
  • ¿Por qué es tan malo…?
  • ¿Qué es lo peor de…?
  • ¿Qué significa eso respecto de ti?

2. El cuestionamiento socrático

Es una técnica de reestructuración cognitiva usada para desafiar los errores del pensamiento. El primer paso es identificar los pensamientos que serán cuestionados. Luego , se considera la evidencia a favor y en contra de este pensamiento. ¿Qué evidencia hay de que este pensamiento es preciso? ¿Qué evidencia existe que lo pone en duda?

Una vez que identificada la evidencia, se emite un juicio sobre este pensamiento. Se compara la evidencia a favor del pensamiento y la evidencia en contra del pensamiento, y se decide si es más probable que sea exacto o falso. Algunas preguntas socráticas para guiar este tipo de diálogo son:

  1. ¿Es este pensamiento realista?
  2. ¿Está basado en hechos o en sentimientos?
  3. ¿Cuál es la evidencia de esta idea?
  4. ¿Podría estar malinterpretando la evidencia?
  5. ¿Está viendo la situación en blanco y negro, cuando en realidad es más complicado?
  6. ¿Tiene ese pensamiento por costumbre o los hechos lo respaldan?

3. Imágenes guiadas

Esta técnica es también un método efectivo de reestructuración cognitiva, aunque por lo general, sea usada para relajarse, controlar la ansiedad o neutralizar la ira. Para esto, el cliente debe enfocarse en un sentimiento que está experimentando en la sesión y dejar que surja una imagen del sentimiento. Una vez tiene una imagen en mente, el terapeuta pasará a evaluar los significados que tiene imagen. Hay varias técnicas de evaluación que se pueden emplear:

  1. Soliloquio motivado: el terapeuta indica al cliente que se identifique como un objeto la imagen (p. ej., a un cliente que visualizó un lago secándose se le indicó que “sea el lago”) y hable desde la posición de él (por ejemplo, el cliente hablaría sobre cómo se sentía al ser el lago y lo que significaba que se estaba secando).
  2. Entrevista: en esta técnica, el cliente volverá a asumir el papel de un objeto, y el terapeuta le hará preguntas específicas al cliente en este papel.
  3. Diálogo motivado: esta técnica implica que el cliente asuma un rol y se dirija a uno de los otros objetos o personas en las imágenes (p. ej., el cliente podría identificarse como el lago y dirigirse a los árboles alrededor del lago).
  4. Descripciones guiadas: esta técnica se refiere al uso que hace el terapeuta de preguntas sobre lo que el cliente está viendo y sintiendo.
  5. Transformación solicitada: el terapeuta puede sugerir que el cliente cambie la imagen. Esto puede ser especialmente útil cuando la imagen actual ha llegado al final de su utilidad como pieza de debate.

4. ¿Qué pasaría si…?

Esta técnica es útil para modificar el catastrofismo propio de algunos trastornos de ansiedad. Busca confrontar a la persona con lo irreal de su creencia, para ayudarle así a reducir la angustia. Al cuestionar “¿qué es lo peor que puede suceder?”, “y, ¿qué pasaría si esto ocurre?” puede que la persona tome conciencia de que incluso ese escenario sería asumible y que su temor y nerviosismo están siendo irracionales.

5. Registro de pensamientos

Mantener registros de pensamientos es una excelente manera de ayudar a las personas a tomar conciencia de las distorsiones cognitivas, lo cual es el primer paso para reestructurarlas (Myles & Shafran, 2015). El objetivo central de esta técnica es anotar qué pensamientos recurrentes vienen a la mente y las situaciones en las que surgen. Así, un registro indica la situación, los pensamientos, las emociones, los comportamientos y el pensamiento alternativo.

El modelo ABC de la reestructuración cognitiva

El modelo cognitivo en que se basa la reestructuración cognitiva ha sido denominado modelo A-B-C por algunos autores (p. ej., Ellis, 1979a). Las tres letras hacen referencia a lo siguiente:

La letra A se refiere a una situación, suceso o experiencia activadora de la vida real. Por ejemplo, ser criticado por una persona muy querida o suspender un examen.

Con la letra B se designan las cogniciones (pensamientos) apropiadas o inapropiadas del paciente acerca de la situación (A). Las cogniciones también hacen referencia a los procesos cognitivos. Entre estos se encuentran la percepción, atención, memoria, razonamiento e interpretación.

Los supuestos y creencias que tiene una persona facilitan que ocurran ciertos errores en el procesamiento de la información. Entre estos errores o sesgos encontramos la sobregeneralización, el filtraje, el pensamiento dicotómico, la catastrofización, etc.

Por último, la letra C hace referencia a las consecuencias emocionales, conductuales y físicas de B (cogniciones). Por ejemplo, sentir miedo, temblar y salir corriendo al interpretar de modo amenazante la aparición de un perro que se aproxima ladrando.

Emociones, conducta y reacciones físicas se influyen recíprocamente y contribuyen a mantener las cogniciones. En el modelo A-B-C las cogniciones siempre preceden a la emoción. Sin embargo, la emoción puede existir por unos momentos sin cogniciones previas.

Una suposición básica en el empleo de la reestructuración cognitiva es que las cogniciones juegan un papel importante en la explicación del comportamiento humano en general y de las alteraciones emocionales en particular.

Como hemos visto, según la reestructuración cognitiva no son los acontecimientos per se los responsables de nuestras reacciones emocionales y conductuales. Serían las expectativas e interpretaciones de dichos acontecimientos, junto a las creencias relacionadas con los mismos, las responsables de cómo nos sentimos y de lo que hacemos.


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