¿Qué es lo que diferencia a un líder?
¿Qué pueden tener en común Benito Mussolini y Gandhi? El primero llevó a su país a un tiempo de oscuridad e intolerancia, que casi fractura por completo la sociedad italiana. El segundo, en cambio, se convirtió en un símbolo mundial de la paz y logró la independencia para su país haciendo uso de la no violencia. Y, sin embargo, sí se parecen en algo: ambos fueron grandes líderes.
Cuando te mencionan la palabra “líder”, seguramente piensas en alguien con gran influencia sobre los demás, una oratoria convincente y un talento natural para guiar a otros. El liderazgo es una de esas virtudes que todo el mundo se disputa y que está altamente valorada en el mundo laboral. Pocas veces se toma en cuenta que hay diferentes tipos de liderazgo.
Los liderazgos
No hay una sola forma de liderar, sino muchas. Algunos pueden tener el mando o la dirección, pero no necesariamente el liderazgo. Y también ocurre lo contrario: hay quienes no tienen el poder y, pese a ello, son genuinos líderes en su entorno.
Lo primero es puntualizar que cada ámbito de la realidad exige un liderazgo diferente. Hay liderazgos espirituales, emocionales, intelectuales o prácticos.
Los líderes espirituales, por lo general, difunden determinadas creencias, las explican y las “traducen” para los seguidores de una religión, secta o ideología. Su actividad se fundamenta en su capacidad para dar respuesta a las expectativas o inquietudes de los creyentes, con base en una doctrina. Pero principalmente actúan como motivadores de la adhesión y permanencia dentro de una creencia.
Los líderes emocionales son esas personas que siempre tienen una respuesta, una frase de aliento, un consejo para darles a los demás. Personas con la sensibilidad y la intuición suficientes como para comprender a otros, ponerse en su lugar y orientarlos en momentos decisivos. El líder intelectual, en cambio, tiene capacidad para dilucidar respuestas y soluciones a problemas de índole conceptual. Pueden ser científicos o políticos, y su acción está encaminada a mostrar un rumbo que resuelva un interrogante.
Finalmente, los líderes prácticos son gente de acción. Aquellos que saben cómo actuar en una situación puntual, eligiendo la mejor de las opciones y resolviendo asuntos de orden concreto. El bombero que busca y encuentra el camino para rescatar víctimas, o el sobreviviente que decide racionar el agua mientras llega el rescate.
Los efectos del liderazgo
Los líderes también se pueden clasificar según los efectos que provocan, o los aspectos sobre los que inciden. De esta manera, podemos ver que hay liderazgos inspiradores, organizativos o funcionales.
El líder inspirador es el que comúnmente llamamos “visionario” o “preclaro”. Es el primero, o uno de los primeros, en entender, en captar, en definir. Su papel es el de descifrar el camino y mostrarlo a otros. Corresponde al clásico pensador. No siempre (en realidad pocas veces) él mismo es quien aplica el camino que ha trazado. Es lo que muchas veces llamamos “el poder detrás del trono” o el “ideólogo” del grupo.
Los líderes organizativos, en cambio, tienen una habilidad especial para dirigir y canalizar los esfuerzos de las demás personas. Quizás no son los inventores de la teoría (en realidad, casi nunca lo son) pero sí saben cómo traducirla en acciones concretas. Y también saben cómo extraer lo mejor de cada quien para que se sume a un propósito común.
Los líderes funcionales son quienes tienen una gran iniciativa y capacidad de acción frente a las estrategias pensadas y organizadas por otros. En este grupo está el típico líder militar, o experto en logística, que no diseña las políticas, ni estructura la estrategia, pero sí sabe cómo convertirla en un éxito real, frente a una situación puntual.
Si te fijas, todos somos más o menos líderes en uno o más de estos campos. Si profundizas un poco, también notarás que el verdadero liderazgo es una condición compartida. Ya no estamos en la época de los grandes caudillos que concentraban en sí mismos la totalidad. Líder, finalmente, es quien sabe reconocer el liderazgo en otros.
Imagen cortesía de Antonio Scaramuzzino