Qué hacer para no perder los nervios ni la paciencia
¿Qué hacer para no perder los nervios ni la paciencia? En situaciones de angustia, enfado y molestia existencial aguda, de poco nos sirve la meditación, una taza de tila o respirar profundo. Es más, el simple hecho de que alguien nos diga eso de “cálmate de una vez y tómate las cosas de otra manera» también termina poniéndonos mucho más inquietos”.
Cuando la mente está secuestrada por el universo de las emociones resulta muy complicado pensar con claridad. Los nervios y la impaciencia se alimentan de la frustración, de esa ira que se enciende cuando las cosas no se suceden como deseamos. Así, y como bien sabemos, permitir que sean esos estados adversos los que nos dominen por completo, siempre trae consecuencias desagradables.
Tenemos pleno derecho a enfadarnos, pero hay que enfadarse de manera inteligente. Cualquiera puede en un momento dado expresar su desacuerdo y descontento, pero si lo hacemos con la alianza de la calma y el equilibrio interno resolveremos mucho mejor estas situaciones. Descubramos qué estrategias podemos aplicar en estas circunstancias.
El temperamento humano, definido por esos aspectos biológicos y fisiológicos que están detrás de nuestra personalidad, son los que nos hace reaccionar, a veces, de manera dimensionada ante las cosas.
Qué hacer para no perder los nervios ni la paciencia: 5 claves
Todos podemos perder los nervios en algún momento. Sin embargo, hay quien es más tendente a este tipo de experiencias. Variables como el temperamento hacen que esa disposición genética y hasta biológica nos haga procesar y actuar de manera más sobredimensionada hacia los eventos de nuestro entorno. Es decir, siempre hay una hiperreactividad de base que nos puede determinar.
Ahora bien ¿quiere decir esto que siempre vamos a tener esa tendencia innata a la hora de perder los nervios? En absoluto. Tal y como explicó una vez el neurocientífico Joseph E. LeDoux , es cierto que la emoción puede ser en ocasiones más poderosa que la razón. De hecho, en un estudio que realizó a principios de los años 2000 ya dejaba entrever cómo la amígdala cerebral orquesta esos secuestros emocionales que nos hacen perder los nervios y la paciencia.
Ahora bien, podemos desarrollar estrategias para tener un mayor autocontrol e implicarnos activamente en esa regulación emocional. Mente y emociones deben trabajar en armonía para pulir la impaciencia, para armonizar pensamientos y apaciguar esa activación fisiológica. Conozcamos una serie de claves:
Tiempo fuera, reiniciar el cerebro
El primer paso para no perder los nervios ni la paciencia es saber cómo funciona el cerebro. Tiene unos recursos limitados. Cuando nos sentimos sobrepasados por la ira, el enfado, la frustración o la inquietud nuestras áreas encargadas de razonar de manera reflexiva pierden operatividad. Solo mandan las regiones emocionales orquestadas por la amígdala.
¿Qué hacer entonces? Debemos aplicar la técnica del “tiempo fuera”. Hay que desconectar la mente para reiniciar el cerebro. Cambiar de actividad para salir de esa área conflictiva que nos ocasiona nerviosismo es una buena estrategia. Basta con salir a caminar, darnos un baño, ir a otra habitación…
Acepta las emociones sentidas, pero no te quedes con ellas
Sientes frustración, impaciencia, preocupación, ira, angustia, miedo… Perder los nervios es el paso previo a la pérdida de control y esto es algo que no podemos permitir. Por tanto, el segundo paso es centrarnos en nuestras emociones, aceptándolas como quien mira un río fluir. Sabemos que está ahí, que están por algo, pero deben avanzar, pasar de largo para no hacernos cautivos de ese malestar.
“Nunca podríamos aprender a ser valientes y pacientes, si solo hubiese alegría en el mundo”.
-Helen Keller-
Reestructurar pensamientos para no perder los nervios
Una vez logramos tener una mayor calma interna al haber manejado el aspecto emocional, llega el instante de profundizar en nuestros patrones mentales. ¿Qué tipo de pensamientos estamos teniendo mientras los nervios y la paciencia fallan? Es muy probable que aparezcan expresiones como “esto tiene que ser así, no es posible qué, debería ser de otro modo, es que nunca, es que siempre…”.
Este tipo de recursos mentales bloquean el bienestar al erigir un tipo de pensamiento inflexible. Ya lo dijo el psicólogo Albert Ellis, hay ideas irracionales que nos condicionan y es necesario desactivarlas. Debemos pasar del modo bloqueo a la flexibilidad.
Por ejemplo:
- Es que esta persona siempre actúa de este modo y me hace perder los nervios ⇒ Tal vez deba aceptar a cada persona por como es y dejar que me afecte menos lo que otros hacen o dejen de hacer.
Tu mente es como un coche sin control que debes frenar para recuperar el control
Para tener el control de nuestras emociones, pensamientos y comportamientos es bueno recurrir a las metáforas y las visualizaciones. La mente es a veces como un coche sin control en el que entran un número excesivo de personas causando un gran alboroto. Es fácil perder los nervios en esas situaciones. Hay tanto ruido que no podemos concentrarnos y, casi sin darnos cuenta, perdemos el control del vehículo.
Para recuperar el dominio en la conducción de la vida y más en esas situaciones de nerviosismo, es bueno apaciguar la mente (dejar que se bajen esas personas de más en nuestro coche). Una vez recuperado el silencio, trazaremos un objetivo, un plan de ruta. ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué es lo que debería hacer en esta situación para encontrarme mejor?
Una vez clarificados esos propósitos, es momento de avanzar hacia ellos. Con calma y resolución. Sabiendo que siempre habrá aspectos que no podemos controlar del mundo externo y que como tal deberemos aceptar. E sa es la estrategia.
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