Quiero dejar a mi pareja, pero no puedo: ¿por qué me cuesta tanto?
«Sé que debo dar fin a esta relación, pero me angustia hacerle daño». «Soy consciente de que juntos somos infelices, pero aún le quiero». «¿Cómo voy a decirle que debemos dejarlo todo y hacer vida por separado? ¡Hemos compartido tantas cosas!». Miedo, sentimiento de culpa, inseguridad, tristeza, ansiedad… Dejar una relación de pareja es una decisión no exenta de un gran nivel de estrés.
Saber que debes desvincularte de un lazo sexoafectivo y no sentirte capaz se explica muchas veces por el apego ansioso. Este patrón relacional suele estar detrás de dicha indecisión, así como una posible baja autoestima o incluso el temor a la soledad. Sea como sea, existen estrategias muy válidas que te servirán de ayuda, soporte y guía en este instante vital tan delicado.
Razones por las que te cuesta dejar a tu pareja
Hay muchas personas que acuden a terapia cuando lidian con esta misma encrucijada emocional. No es un proceso sencillo. Muchos no encuentran las palabras ni la decisión para llevar a cabo una ruptura que, en buena parte de los casos, es necesaria. Con todo, detrás de esa indecisión subyacen, a menudo, realidades psicológicas que vale la pena entender.
La causa más frecuente es la dependencia emocional en la pareja. En otros casos, hay una falta de habilidades sociales y recursos de afrontamiento. Sin embargo, bajo determinadas narrativas mentales puede navegar algún trauma no sanado. El miedo al abandono o el no poder dejar a una persona abusiva podrían explicar este tipo de patrón conductual. Analicemos, a continuación, las causas asociadas.
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La baja autoestima detrás de la indecisión
«Quiero dejar a mi pareja, pero me da pena». «Si rompo esta relación no encontraré a nadie más que me quiera». «Igual no debería ser tan exigente. Tal vez debería ceder de nuevo». En caso de que te identifiques con este tipo de pensamientos, es momento que revises la valoración que tienes de ti. A veces, una relación de pareja desgastante y conflictiva boicotea tu autoestima.
Una publicación compartida por European Psychologist enfatiza la relevancia de este «tendón psicológico» para la calidad y el bienestar de un vínculo afectivo. Cuando esta dimensión se debilita, es muy probable que refuerces creencias negativas e inconscientes sobre tu persona. Una de ellas es priorizar al otro por encima de ti o dar infinitas oportunidades a pesar del sufrimiento.
El apego ansioso
¿Eres una de esas personas que necesita validación de forma constante en su relación de pareja? ¿Sabes que debes dejar ese vínculo, pero te aterra estar solo? ¿Te pasas muchísimo tiempo buscando migajas de amor, aunque sepas que ya no funciona? El apego ansioso suele explicar esa reticencia a la hora de romper un vínculo que ya no se sostiene.
Desde la Universidad de Catania (Italia) destacan en un trabajo que, por término medio, este tipo de vinculación ansiosa es más frecuente en los adultos jóvenes. Así, en estas situaciones, lo que puedes experimentar es una ambivalencia muy angustiosa. Eres consciente de que hay que poner fin a ese lazo, pero por otro lado, te atormenta no tener a nadie contigo. Ello puede tener su origen en traumas de infancia.
La dependencia emocional
La dependencia emocional define la imposibilidad de alejarte de una relación sexoafectiva que no funciona. Piensa que este tipo de vínculos son casi como una adicción. Te destruyen, pero tu cerebro es incapaz de ver los daños que te genera dicho apego patológico y lesivo a todos los niveles. Por ello, conocer en qué consiste esta tipología relacional es esencial. Te mencionamos algunas características:
- Falta de autonomía.
- Sacrificios constantes.
- Idealización de la pareja.
- Dificultad para establecer límites.
- Búsqueda constante de aprobación.
- Necesidad constante de complacer a la otra persona.
Piensas que has invertido demasiado
«Quiero dejar a mi pareja, pero… ¿cómo hacerlo después de la dedicación y esfuerzos invertidos?». Cuando has mantenido un vínculo sexoafectivo de varios años, cuesta más proceder a la ruptura. Más si hay hijos, una casa y proyectos comunes construidos entre los dos. Si bien hay quien verá este paso como un alivio, otro siente que con esa decisión pierde una parte significativa de su vida.
Al fin y al cabo, existen vínculos en los que prevalece la idea de que ese amor durará para siempre. Se fijan objetivos a largo plazo, se construye un presente con miras al futuro, lleno de planes, ilusiones y esperanzas compartidas. Cuando surgen los problemas, la infelicidad y el desamor, cuesta asumir que todo ese proyecto edificado deberá reformularse.
El peso de las emociones: culpa, vergüenza y lealtad
Vemos diferentes tipos de rupturas. Las menos dolorosas —y frecuentes— son aquellas que se llevan a cabo de manera consensuada. Las más complejas son las que se realizan de forma unilateral. De hecho, quien es rechazado tiene un mayor riesgo de padecer depresión. Por otro lado, quien debe dejar a su pareja, tampoco está exento de lidiar con emociones incómodas.
Cuando eres tú quien debe dar fin a una relación, pueden bloquearte realidades internas como la sensación de culpa o la tristeza. La creencia irracional de que vas «traicionar» su confianza o que es un acto de deslealtad, son percepciones que es necesario reformular. Si te preocupa hacer daño a la otra persona, recuerda que el mayor dolor se desprende al mantener un vínculo que ya no es auténtico.
Beneficios percibidos de aguantar un poco más
«¿Y si aguanto un poco más?». «¿Y si mi pareja toma conciencia de las cosas y todo mejora?». A algunas personas les cuesta dejar un vínculo porque dan validez a ideas del todo sesgadas. Les convence la falsa esperanza, esa capaz de hacerles creer que las cosas mejorarán por sí solas. Les ciegan necesidades del todo irracionales, como esperar a que el otro cambie.
La percepción de que vale la pena esperar porque puede haber beneficios al aguantar conduciría a estados de gran desgaste. La indecisión, los miedos y las falsas creencias dificultan con frecuencia el poder alejarse de lo que no tiene sentido.
Estás en una relación abusiva
Para comprender por qué no siempre es fácil terminar con tu pareja, es necesario hablar de una esfera en concreto: la del maltrato. A la hora de abandonar un abusador o abusadora, se experimenta miedo e inseguridad. De hecho, los momentos en que más se incrementa la violencia es cuando expresas tu deseo de poner fin a ese vínculo. Nunca se sabe cómo puede reaccionar la otra persona.
Entonces, hay una vinculación traumática que puede alargarse en el tiempo si no tienes apoyo. La soledad, el desgaste psicológico y la angustia puede hacer que permanezcas en lazos dañinos y muy aniquilantes para tu autoestima. Habla con alguien sobre lo que te sucede, no te aísles. Poco a poco hallarás fuerzas para dar ese paso.
¿Qué estrategias puedo aplicar para dar fin a una relación?
Dejar una relación no es fácil para nadie, pero hacerlo de la forma adecuada es un acto de madurez y de integridad. Es comprensible sentir miedo, inseguridad y tristeza. Ese caleidoscopio de emociones son parte normal de un proceso nada sencillo, pero necesario. Si ahora mismo atraviesas por este viaje personal, te proporcionamos algunas herramientas.
Concienciación
Si los temores y las dudas ponen cadenas a tu necesidad de dejar esa relación, es fundamental que trabajes tu autoconciencia. Es recomendable que te reafirmes en tu decisión, que confíes en tu voz interna y tengas seguridad en ti. Para tal propósito, te ayudará reflexionar en las siguientes cuestiones:
- ¿Eres feliz en esa relación?
- ¿Te agrada la persona que eres en ese vínculo de pareja?
- ¿Qué has ganado y qué has perdido a lo largo de este tiempo?
- ¿Qué crees que pasará si decides darle una oportunidad más? ¿Cambiará algo?
- ¿Piensas que es lícito para ti y para tu compañero estar en una relación que ya no funciona?
- ¿Cuántas veces has intentado que ese lazo afectivo funcione y no han sucedido los cambios que necesitabas?
Comunicación emocional
La comunicación es el corazón que da vida a toda relación. Ahora bien, este elemento resulta igual de decisivo cuando te ves en la obligación de dar fin a una historia sentimental. Las buenas habilidades sociales y una adecuada inteligencia emocional facilitan el propio proceso de ruptura. Estas son algunas pautas:
- Regulación emocional: gestiona el estrés y la ansiedad. Regula tu sistema nervioso mediante la relajación, el deporte, la meditación, la reestructuración cognitiva, etc.
- Preparación: es mejor tener un guion sobre lo que dirás a tu pareja. Escríbelo si lo necesitas, anticipa posibles respuestas de la otra persona e integra esas pautas en tu mente.
- Claridad y concisión: procura claridad y honestidad en aquello que vas a decir. La asertividad comunicativa se basa en una sinceridad respetuosa en la cual, el mensaje es sencillo y directo.
- Escucha y empatiza: poner en voz alta la intención de dar fin a un vínculo sexoafectivo no es algo que se reciba con agrado. Escucha lo que tu pareja desee decir, dale espacio para el desahogo emocional y empatiza con su reacción.
- Firmeza en tu resolución: tras expresar tu mensaje, toma conciencia de que no hay vuelta atrás. Pon una fecha para que se inicien los cambios y gestiones pertinentes. De ese modo, aportas convicción a tus palabras y firmeza a tu resolución.
Apoyo social
Una ruptura es como dar un paso al vacío. Eres consciente de que debes dar tal avance, pero el abismo emocional es enorme y se abren ante ti muchos miedos. No tienes por qué hacerlo en soledad. Tener a tu lado personas que te apoyen, que te sostengan a lo largo de ese proceso, te será de gran ayuda. En caso de que tengas hijos, no dudes en ser su refugio también.
Habla con sinceridad en todo momento con ellos, explícales qué va a suceder y procura hacer las cosas de manera consensuada con tu pareja. A pesar de que dar punto y final a un vínculo afectivo es algo duro, hacerlo de manera acordada y respetuosa facilita también el duelo posterior y el poder rehacer la vida de forma separada.
El final de un amor que no pudo ser, un desenlace necesario
Decir adiós a quien, durante un tiempo lo fue todo, no es fácil para nadie. Tus temores y reticencias actuales son normales. Sin embargo, entiende que formalizar esa ruptura es algo más que un acto de valentía y de amor propio. Todo vínculo se merece ser auténtico y tratado con dignidad. Alargar o estirar como un chicle algo que no tiene sentido, es ser deshonesto con la otra persona.
Reconocer cuándo es el momento de dejar ir un amor que no pudo ser y hacerlo del mejor modo te hará sentir bien. Esa despedida facilitará tu avance y, con el tiempo, tu plenitud personal. Aunque el dolor sea inevitable durante un tiempo, hay actos que son necesarios. Encuentra las fuerzas, las palabras y el coraje. Es momento de ser honestos por el bien de ambos.
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