Reconciliarte con tu pareja, ¿cómo saber si vale la pena?
Después de un gran disgusto, un desacuerdo considerable o una falta importante, a veces pasa la tormenta y viene la calma. Otras veces no. Lo sucedido dejó una huella significativa, y es entonces cuando te preguntas si vale la pena reconciliarte con tu pareja o más bien si llegó la hora de terminar con la relación.
El interrogante es muy válido, en especial si los dos han tenido dificultades recurrentes o ha ocurrido algo que pone en tela de juicio la pertinencia de la relación. De cualquier manera, lo más importante es que te preguntes si reconciliarte con tu pareja representa una solución o, en lugar de esto, es una forma de perpetuar los problemas.
Así mismo, es necesario que tengas en cuenta la forma en que vas a reconciliarte con tu pareja. ¿Se soluciona todo con un ramo de flores o una cena romántica o debes ir más allá y poner los puntos que falten sobre las íes que están disponibles? Hablaremos sobre esto.
«La reconciliación exige cambios de corazón y espíritu, así como el cambio social y económico. Se requiere una acción simbólica, además de práctica».
-Malcolm Fraser-
Reconciliarte con tu pareja, ¿cuándo es posible?
Los problemas en una relación son normales y, de hecho, constituyen una excelente oportunidad para mejorar. Muchas dificultades no llegan al punto de generar distanciamientos, pero otras sí. Incluso no solo provocan alejamientos, sino que ocasionan malestar y dejan huellas significativas en ambos. También se da el caso de muchos pequeños problemas que se vuelven reiterativos y deterioran la relación.
Es en esos casos cuando surge la pregunta de si es conveniente reconciliarte con tu pareja o no. Lo primero que debes tomar en consideración son tus propios sentimientos. En particular, las emociones que te genera ese disgusto y si el amor que sientes por la otra persona es todavía muy fuerte.
¿Vale la pena reconciliarte? No tan rápido, si corresponde a alguna de estas situaciones:
- La principal motivación para reconciliarte con tu pareja es el miedo a que se acabe la relación.
- Ya has tenido el mismo problema una y otra vez. Termina en reconciliación, y luego vuelve a presentarse.
- Guardas resentimientos y solo quieres reconciliarte esperando una oportunidad para vengarte.
- Sientes culpa porque crees que la otra persona sufre mucho si no te reconcilias con ella.
- Crees que con un poco de paciencia puedes cambiar al otro.
- Piensas que reconciliarte es un deber, por el bienestar de los hijos.
- Tienes algún interés económico que solo puedes salvar si te reconcilias.
- Te preocupa lo que otros puedan pensar si no hay reconciliación.
En todos esos casos, debes pensar muy bien en lo que haces. Corresponde a situaciones en las que en realidad no buscas reconciliarte con tu pareja, sino prolongar una realidad que te resulta incómoda, pero que por una u otra razón no quieres dejar atrás. Al final, esto no funciona. Más tarde o más temprano vas a darte cuenta de que te haces daño y le haces daño a la otra persona.
¿Cómo reconciliarte?
Si buscas reconciliarte con tu pareja por amor y porque quieres que todo funcione mejor, que crezcan juntos y consigan más equilibrio y armonía, estás en el camino correcto. Ahora bien, esto no basta. Tan importante como esto es elegir la forma adecuada de resolver el núcleo del conflicto. Primero que todo, tómate tu tiempo, no es necesario que te apresures.
Lo indicado es que examines muy bien lo que sientes. En particular, que te preguntes qué es lo que te molesta, qué sentimientos te provoca y por qué te causa malestar. Ponte la mano en el corazón y, sin fustigarte, pero con honestidad, trata de identificar de qué manera participas o contribuyes al conflicto. Por acción o por omisión. Concéntrate en ti, no en la otra persona.
Cuando creas que lo tienes todo claro, comunícale a tu pareja que quieres hablar. Lo ideal es que busquen un tiempo y un espacio en el que ambos se sientan cómodos y no tengan prisas. La mejor manera de reconciliarte con tu pareja es exponiéndole lo que has encontrado con tu reflexión. Cómo te sientes, cómo te afecta la situación y qué quieres hacia el futuro. También, por supuesto, es importante que estés en capacidad de escuchar con respeto al otro.
La reconciliación se consolida cuando se llega a un nuevo acuerdo. Si no es posible resolverlo todo, por lo menos debe existir un compromiso de cambio, de readaptación, de mejora. Algo que no es sencillo; conseguirlo bien merece una reconciliación. Reconciliarse no es pasar la página, sino disponerse a escribir una página mejor que la anterior.
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