¿Rutina o desamor?
Los tiempos cambian y traen consigo nuevas esperanzas y crisis con un sello particular e infrecuente hasta esos momentos: el desamor. Un desamor que forma parte de la cotidianidad del paisaje social y que a menudo es confundido precisamente con uno de los factores que lo ocasiona: la rutina.
Grandes masas de población se ven afectadas por esta oleada aterradora y contagiosa. ¿Qué está pasando? ¿Qué “locura colectiva” es esta? ¿Realmente el amor se ha vuelto más frágil? Quizá se hayan perdido los resortes psicológicos para afrontar las dificultades que siempre han existido en la pareja o quizás “solo” sea la rutina, que termina imponiéndose dañando a la relación desde dentro, apoderándose de la vida en pareja .
Crisis amorosas “normales”
La vida en pareja suele pasar por una serie de puntos especialmente críticos. Hablamos de crisis de crecimiento, de compenetración y de maduración de la pareja. Podríamos decir que son sarampiones que al superarse fortalecen el vínculo.
Estas crisis “normales”, una vez resueltas, apuntan hacia la consecución de un vínculo más fuerte, de un conocimiento más profundo de la otra persona. Sobre todo, apuntan a un saber llevar adecuadamente el carácter y la psicología de la pareja, buscando una compaginación recíproca.
Algunas de estas crisis acaban mal porque producen o señalan distancias que la pareja no sabe o no quiere salvar. Así, terminan con el corte más drástico. La buena noticia es que estos finales pueden evitarse sabiendo detectar las necesidades que son más importantes en ese momento para los dos.
“Las crisis “normales”, cuando se superan, apuntan hacia la consecución de un vínculo más fuerte, de un conocimiento más profundo de la otra persona”.
La rutina: enfermedad mortal de la relación de pareja
Cuando la pareja entra en la rutina, en la monotonía, la vida compra papeletas para volverse insípida, uniforme, aburrida, insustancial, sosa. Si se resiente es porque faltan esos alicientes que son tan necesarios en la unión. Esos alicientes consiguen que la experiencia compartida se viva y se proyecte al futuro con una buena dosis de ilusión y entusiasmo.
Falta poner en esa vida en común imaginación, gracia, pequeños objetivos, gratificaciones recíprocas y planes compartidos. Es la forma de huir de la rutina. Lo notable aquí es que no hay grandes problemas, lo que falta son recursos para evitar la rutina, la caída tediosa y gris en unos días copiados unos de otros.
Cuando se entra en la rutina, la vida se torna larga, interminable, agotadora, cargante, insoportable, sin interés, indiferente. Su pronóstico desprende un moderado pesimismo si no se ponen con cierta urgencia los medios adecuados para evitar el hundimiento y la ruptura.
“Cuando la pareja entra en la rutina, en la monotonía, la vida se vuelve insípida, uniforme, aburrida, insustancial, sosa. Le van a ir faltando esos alicientes que son tan necesarios”.
¿Cómo sé que es rutina y no desamor?
Cuando la pareja entra en la rutina, la vida de cada uno se ve afectada de forma significativa. No es que ya no te atraiga tu pareja, es que la vida en pareja no te resulta atractiva. Como consecuencia, tu vida tampoco te satisface, pues compartes la mayor parte del tiempo con la persona amada.
Existe una sensación de hastío, de tedio, de aburrimiento y de vacío. Cuando ves a tu pareja sientes “mariposas en el estómago” pero al mismo tiempo te sientes sin fuerzas para continuar. Si se realizan actividades diferente en pareja, todo cobra sentido de nuevo y la ilusión reaparece, mejorando tu estado de ánimo.
Cuando existe desamor no experimentamos esa sensación de tedio o vacío. La sensación es más similar a la decepción, a que no hay vuelta atrás. Es como si algo que siempre ha estado ahí, de repente se esfuma sin dejar rastro. Incluso se puede llegar a experimentar tristeza y compasión por la otra persona.
El amor es el sentimiento gratificante por excelencia. Cautiva positivamente y se acompaña de una fuerte atracción, de una tendencia a estar y a compartir la vida. El desamor es lo opuesto. No es gratificante y nos aleja de la persona que antes amábamos. Cuando aparece el desamor no hay compromiso ni ganas de compartir la vida con esa persona.
“Cuando existe desamor no experimentamos esa sensación de tedio o vacío. La sensación es más similar a la decepción, a que no hay vuelta atrás”.
Si aparece el desamor, la única salida es la ruptura. No hay vuelta atrás, por mucho que nos empeñemos. El desamor puede señalar el fin de una etapa y así hay que aceptarlo. Sin embargo, cuando la rutina hace su aparición, todavía nos quedan balas en la recámara. La rutina se puede superar, el desamor es más difícil.