Si deseas algo, déjalo volar
Por todos es conocida la famosa frase: “si amas algo, déjalo volar“. Esta expresión genera rechazo en muchas personas porque, a menudo, es malinterpretada. No es sencillo extraer la esencia, la enseñanza tan potente que esconde esta afirmación. Por lo que, con frecuencia, se asumen significados erróneos como “deja de esforzarte” o “pon la otra mejilla”.
Nada más lejos de la realidad. Si analizamos en profundidad comprobaremos que el mensaje nos invita a la seguridad y a la confianza en nosotros mismos. Nos insta a actuar de forma madura y a dejar de aferrarnos para poder ser felices.
¿Abundancia o carencia?
Cuando encontramos el empleo de nuestros sueños, unos amigos maravillosos o una pareja estupenda nos sentimos felices. Es lógico experimentar agradecimiento por contar con estas personas y oportunidades. Y, por supuesto, es humano desear que perduren en el tiempo. Todo esto surge desde un sentimiento interior de abundancia: “qué pleno me siento con lo que hay en mi vida”.
La dificultad aparece cuando enfocamos las situaciones desde la carencia: “si pierdo ese trabajo será una catástrofe”, “si mi pareja se rompe mi vida quedará vacía”. Cuando nos movemos desde el miedo y desde el vacío interior, el impulso natural es aferrarnos a aquello que nos proporciona la felicidad que no tenemos por nosotros mismos.
Aferrarse causa dolor
Esto nos conduce a vivir en una constante angustia y un omnipresente temor a que algo de lo que tenemos desaparezca. En primer lugar nos impide disfrutar plenamente la presencia de estas personas y situaciones positivas. Pero, además, nos lleva a desplegar un arsenal de conductas insanas encaminadas a impedir que algo cambie.
Quien se aferra a su trabajo puede dedicarle 10 horas al día, a costa de su salud y de renunciar al resto de parcelas de su vida. Quien se aferra a su pareja la asfixiará, exigiendo constantes muestras de afecto y lealtad. La persona que se aferra a sus amistades utilizará el chantaje emocional y la manipulación para asegurarse de que permanecen a su lado.
Irónicamente son estos mismos comportamientos los que terminan por hacer que las peores profecías se cumplan: el jefe deja de respetar y valorar tu trabajo porque ni tú mismo lo has hecho. Tu pareja siente que le robas la libertad y decide marcharse y tus amigos se cansan de relacionarse contigo de una forma tan forzada.
Cuando tus mayores temores se han cumplido, la frustración alcanza cotas altísimas y el miedo se apodera de ti. Te quedas sólo ante los vacíos que tratabas desesperadamente de llenar desde el exterior. Y no te queda otra opción que enfrentar la realidad de que sólo tú puedes llenarlos.
Déjalo volar porque confías en ti
Lo primero que hemos de comprender es que la incapacidad para soltar nace del miedo. Miedo a quedarse solo, a la incapacidad de ser feliz por uno mismo, a la sensación de no ser lo suficientemente válido. Si queremos relacionarnos con los demás desde el respeto y la libertad, hemos de trabajar nuestra autoestima.
Quien se siente seguro de su valía y de sus capacidades no necesita retener a nadie. No se deja la salud en un trabajo, no soporta faltas de respeto por miedo al abandono y no presiona a nadie para que permanezca en su vida. Por el contrario, sabe que su presencia es un regalo y no una imposición.
Quien se ama se enfoca únicamente en su propio desarrollo personal. Comprende que quien deba estar en su vida lo estará por voluntad propia y que no necesita a nadie para sentirse bien: ha soltado el miedo.
Sin embargo, “déjalo volar” no significa “suelta las riendas de tu vida”. Si te gusta tu empleo, continúa formándote para estar al día y da lo mejor de ti, pero sin sobrepasar tus propios límites. Si aprecias a tus amigos y amas a tu pareja, cuida la relación, muestra interés pero de una forma madura. Que tus acciones estén motivadas por la abundancia y no por la carencia.
Que el tiempo que inviertas en todas las áreas de tu vida sea porque las disfrutas y no porque temes perderlas. Dejar volar significa trabajar por convertir tu vida y tu persona en lugares tan agradables que no necesites forzar a nadie para estar en ellas. Y no necesites que nadie esté en ellas porque tú ya eres feliz ahí.
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- Branden, N., & Wolfson, L. (1989). Cómo mejorar su autoestima. Paidós.
- Haeussler, I., & Milicic, N. (1995). Confiar en uno mismo: Programa de desarrollo de la autoestima. Editorial Catalonia.