Siento que la vida me ha tratado mal y todo es injusto ¿qué puedo hacer?
“Siento que la vida me ha tratado mal y que todo es injusto”. Quien más y quien menos ha tenido este mismo pensamiento alguna vez. Es casi como un lamento cargado de frustración, como una herida que duele a decepción acumulada en el tiempo. Ahora bien, experimentar esta idea de manera puntual y sobre todo a raíz de una circunstancia concreta, entra dentro de lo normal.
Sentir que la existencia es injusta cuando, por ejemplo, perdemos a alguien querido o falla nuestra relación de pareja es comprensible. Ahora bien, el problema llega cuando la persona tiene esta percepción de manera constante. También, cuando se tiene la firme convicción de que el destino siempre actúa en su contra y que hagan lo que hagan, todo avanzará al final de manera adversa y negativa.
En estos últimos casos, ese enfoque es el reflejo claro de la indefensión, de esa mente casi desesperada que ya no sabe cómo actuar o qué hacer. La depresión puede estar detrás de este filtro con el que sentir e interpretar el mundo de forma tan derrotista. La mente teje trampas y, a menudo, nos hace cautivos de una visión demasiado gris de nuestros días…
Analicemos con detalle este hecho.
Siento que la vida me ha tratado mal y todo es injusto ¿qué debería hacer?
La idea de que la vida no es justa y de que nos ha estado tratando de manera adversa es una visión bastante estudiada por el campo de la psicología. Lo es por dos razones. La primera porque el ser humano lidia a menudo por realidades que ciertamente no son justas para nadie. Guerras, tragedias humanitarias, pérdidas de seres queridos, enfermedades, problemas económicos…
La vida no siempre es fácil y es interesante saber cómo se sobreponen las personas a estas encrucijadas. En segundo lugar, porque la mente humana articula procesos psicológicos muy concretos que explican esta percepción. De hecho, en terapia es común escuchar expresiones como “¡No puedo creer que esto me esté pasando a mí! ¿por qué siempre me sucede lo peor en esta vida?”.
Comprendamos por tanto qué podemos hacer cuando lidiemos por esos mismos momentos.
El “sesgo del mundo justo”. Debemos aceptar el lado menos amable de la vida
Puede que suene algo desconsolador o contundente, pero el mundo no es un lugar amable. En realidad, es un escenario declaradamente injusto en determinadas ocasiones. Son muchas las personas que transitan por destinos que no merecen y hasta a los hombres y la mujeres más nobles, les suceden cosas malas.
La vida es injusta, pero nosotros creemos a pies juntillas que debe ser una promesa de felicidad y equilibrio absoluto. Y esto define quizá el sesgo más común y recurrente en el ser humano, el del “mundo justo”. Estudios como los realizados en la Universidad de Londres nos señalan que quienes se aferran a la idea de que el mundo debe ser siempre amable con ellos sufren mayor ansiedad y sufrimiento psicológico.
En cambio, los que entienden que la existencia tiene a veces claroscuros y que debemos aceptar esos momentos más complejos del día a día, afrontan mejor el estrés.
Niégate a ser víctima, actúa
“Siento que la vida me ha tratado mal, siento que el destino ha sido terriblemente cruel conmigo”. Quien asume la percepción constante de que la existencia siempre es adversa consigo mismo, orilla hacia esa indefensión que todo lo distorsiona. Es necesario que se deje a un lado el papel de víctima, de esa pasividad que recibe sin reaccionar cada tormenta y cada vendaval.
El primer paso es aceptar la realidad de los hechos, pero el segundo es avanzar, actuar, superar y transformar nuestra realidad para situarla en beneficio propio. Tarde o temprano, llega esa época soleada donde todo es calma. Neguémonos a ser víctimas de nuestras circunstancias.
Las distorsiones cognitivas que hay en ti
Cuando percibimos todas nuestras experiencias a través de la negatividad, resulta muy complicado hacer cambios. Y la causa de ello está muchas veces en nuestra mente, en las distorsiones cognitivas. Veamos algunos ejemplos de ellas para saber detectarlas y controlarlas:
- Nadie me quiere en este mundo (generalización excesiva).
- Haga lo que haga todo me va a salir mal (generalización).
- No valgo para nada (etiquetado).
- Sé que nadie confía en mis capacidades y potencial (leer el pensamiento).
- Este proyecto en el que estoy trabajando va a fracasar (adivinar el futuro).
Siento que la vida me ha tratado mal: sé consciente de lo que puede y no puede controlar
Cuando te digas a ti mismo “siento que la vida me ha tratado mal y que todo es injusto” debes detenerte. Darte tiempo y poner en orden tus emociones, pensamientos y perspectivas personales es algo prioritario en esos instantes de dificultad. En momentos complicados es más decisivo que nunca decidir bien, saber hacia dónde avanzar.
Para ello, además de identificar esas distorsiones cognitivas antes citadas, es necesario asumir otro hecho. Debes ser consciente de aquello que puedes controlar y aquello que, sencillamente, está fuera de tu control. No puedes, por ejemplo, controlar muchas de las cosas que te suceden, pero puedes dominar tus pensamientos y emociones.
A veces, la vida es adversa y toma rumbos poco amables; es cierto. Pero podemos ajustar nuestra actitud para afrontarlas mejor y tomar senderos que nos sean más favorables. Pensemos en ello.
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- Furnham, Adrian. (2003). Belief in a Just World: Research Progress Over the Past Decade. Personality and Individual Differences. 34. 795-817. 10.1016/S0191-8869(02)00072-7.