Sin decirnos nada, nos dijimos todo con una mirada
Sin decirnos nada, solo una mirada, ahí donde se inscriben todos los “te quiero”, todos los besos dados, todas las promesas formuladas y las caricias que ambos llevamos tatuadas en la piel. Porque cuando tus ojos y los míos se encuentran no hacen falta las palabras, el universo entero se acompasa y nuestros corazones bailan, ahí, entre tu mirada y la mía…
Dicen los lingüistas que a pesar de que el amor es el sentimiento más universal y conocido por todos, la forma en que se expresa el amor en cada país incluye un matiz excepcional que lo hace único, de hecho, hasta “intraducible”.
En Japón, por ejemplo, existe el término “Koi no yokan“ que vendría a ser algo así como esa sensación intensa y casi inexplicable que tenemos cuando estamos ante alguien a quien seguramente vamos a querer para siempre.
Tú eres el culpable de mis miradas perdidas y mis risas tontas, tú la persona en la que deseo verme reflejada cada día en el océano tibio de tus ojos…
En la lengua de signos, un “te quiero” se puede expresar de varios modos. Una forma es levantando el dedo meñique, el índice y el pulgar. Aquí la magia es sin duda excepcional, porque no necesitamos voces ni palabras que articulen los sonidos, no obstante, el sentimiento, por su puesto, sigue siendo el mismo. Como lo es en cualquier lengua y en cualquier rincón de nuestro planeta.
A pesar de ello, podríamos decir que el lenguaje más universal a la hora de transmitir con autenticidad el amor, son las miradas. Esos espejos limpios donde las emociones arden, se complacen y cautivan; aunque evidentemente, siempre seguiremos necesitando las palabras…
Una mirada y un “te quiero” en mil idiomas
Dicen que el amor es un naufragio químico, que el deseo, que cada promesa trazada bajo las sábanas o en esas noches en que volvemos a casa a paso lento trazando sueños entre besos y risas, no es más que el resultado de una compleja maquinaria de nuestros neurotransmisores, de nuestras caprichosas hormonas…
Es algo que sin duda cuesta creer. Porque el amor es más que química, son momentos, es una mirada que nos atrae sin saber por qué y es un “te quiero” que lanzamos con miedo pero arriesgándonos, como si en ello nos fuera la vida.
Quizá por ello, el ser humano ha intentado desde siempre “enfrascar” en el lenguaje cada matiz de esas emociones inexplicables, contradictorias, intensas pero siempre mágicas. Veamos algunos ejemplos.
- Firgun. Del hebreo, es cuando nos sentimos felices porque a alguien que amamos le ha sucedido algo bueno.
- Dorn. Del rumano, hace referencia a esa dolorosa sensación que experimentamos cuando no estamos junto a la persona que queremos.
- Merak. Cuando amamos, cuando hacemos algo que nos complace de forma muy intensa, parece como si nosotros mismos formáramos parte del propio universo. Es algo maravilloso, una emoción tan plena e intensa que los serbios han querido plasmar en esta sonora palabra.
- Cwtch. Del galés. Es ese abrazo maravilloso que recibimos de nuestras parejas.
- Naz. Del urdú. Hace referencia al orgullo por sentirse amado.
- En la lengua yámana, un pueblo de la zona más austral de América, describen la mirada “Mamihlapinatapei” como esa donde dos personas se desean y no dejan de buscarse con los ojos, pero aún así, aún son demasiado tímidos para dar el primer paso.
El amor en silencio, el amor de las miradas
Ninguna parte de nuestro cuerpo alberga tanta carga emocional como la mirada. Por ello, en realidad, no importa demasiado en qué lengua nos digan un “te quiero”. Lo más probable es que ya conozcamos mucho antes que somos amados gracias a esos ojos trémulos, a esa mirada que nos contiene, que nos busca, que nunca necesitará subtítulos para describir lo que el alma siente.
El amor en silencio dice mucho más que una frase, mucho más que un discurso y la mejor carta del mundo. De hecho, cuando las palabras cesan las manos se buscan, y se buscan las bocas para dibujar besos y se encuentran las pieles para jugar al verdadero juego del amor, ahí cuando reina el silencio y todo es auténtico.
No obstante las personas siempre vamos a necesitar comunicarnos para construir el amor. Ya sea con lengua de signos o aprendiendo en ocasiones a la fuerza el idioma de la persona de la que nos hemos enamorado, necesitamos comunicarnos para dar forma a lo que se ha encendido en nuestro corazón.
Según Gary Chapman, autor de Los 5 lenguajes del amor, la expresividad física del cariño y la pasión es solo una parte de lo que constituye una relación de pareja estable o feliz. Las personas necesitamos afecto, apoyo, una comunicación empática y la complicidad de esa persona capaz de decir en palabras, todo ello que expresan sus ojos.
Porque como suele decirse, el amor empieza con una mirada, se dice con una palabra, se siente con un beso y a veces… Se pierde con una lágrima.