¿Eres capaz de sorprenderte a ti mismo?
Con el paso de los años, la vida puede volverse cada vez más rutinaria, incluso aburrida. El mismo horario cada semana para trabajar, las mismas actividades para hacer en el tiempo libre, formas similares de pasar los fines de semana… Poco a poco la monotonía se abre paso y una vez establecida pocas veces se marcha.
Añadir un ápice de emoción, diversión y sorpresa al día a día es muy beneficioso para nuestra salud mental y emocional. Ahora bien, sorprenderte a ti mismo no es una tarea fácil. ¿Cómo hacerlo? ¡Sigue leyendo y descúbrelo!
La sorpresa: entre la inconsciencia y la pasividad
Hay personas que a menudo se sienten desbordadas por sus sentimientos. Su falta de perspectiva les genera malhumor, abatimiento o pesimismo. En el otro extremo, encontramos a individuos que sí son conscientes de sus emociones, pero se limitan a aceptarlas pasivamente, sin más. Mantienen siempre una actitud de resignación e indolencia.
En mitad de ambos polos, se encuentra el terreno de las personas que son capaces de sorprenderse a sí mismas. Aquellas que basan su vida en la aceptación, consciencia y dominación de sus sentimientos. Su vida emocional es más rica, son más autónomas y se muestran más seguras de sí mismas.
Salir de tu zona de confort: la mejor manera de sorprenderte a ti mismo
Lo sorprendente raramente está en tu zona de confort. Todos tenemos una tendencia natural hacia lo conocido. Por eso, frente a lo desconocido, preferimos aquel terreno en el que nos sentimos cómodos y protegidos. Al no tener nada que nos perturbe, no tenemos la necesidad de salir de él.
Sin embargo, para que se produzca desarrollo personal, es conveniente romper esa barrera de confortabilidad y ver qué hay más allá. Cada paso que des fuera de tu zona de confort, te aportará un nuevo punto de vista del mundo. Por muy pequeño que éste sea, te proporcionará algo diferente, novedoso, atrayente o enriquecedor.
“Autocompadecerme no es algo que me cree ningún tipo de placer”.
-A single man-
Pon a prueba tus límites
Para sorprenderte a ti mismo, no necesitas realizar prácticas que pongan en riesgo tu salud o tu bienestar físico o psicológico. Simplemente tienes que poner a prueba los límites de tu mente. ¿Por qué? La respuesta está en que tu cerebro prefiere ser conservador y mantener sus automatismos y heurísticos. Su máxima es el principio de economía cognitiva o la ley del mínimo esfuerzo. No está entrenado para acabar con las barreras preestablecidas.
Por esta razón, ante la decisión de atreverte o dejar algo tal y como está, tu mente siempre te dará más razones para escoger la opción menos arriesgada y más fácil. Es decir, saboteará tus ganas de superarte. Por ejemplo, si tu sueño es ser cantante, lo primero que hará será intentar quitártelo de la cabeza. Para ello, usará todo tipo de excusas: eres muy mayor ya, es muy difícil llegar a ser alguien en ese mundillo, no estás realmente preparado, te decepcionarías a ti mismo…
Esto ocurre porque estamos programados para protegernos de los peligros y para mantener un estado de alerta frente a estímulos aversivos. Por ello, entrenar a tu mente consciente en lo positivo es una de las tareas más difíciles. Ahora bien, sus beneficios compensan el esfuerzo.
Remítete a tu pasado… Y supéralo
Pregúntate qué es eso que más has deseado desde siempre. Aquello de lo que te arrepientes o que no has logrado conseguir. Y lo más importante, busca las razones por las que no has alcanzado esos sueños pasados. ¿Qué te lo ha impedido?
Si en la respuesta se encuentra tu actitud o tus prejuicios, entonces es muy factible que con esfuerzo encuentres la manera de sorprenderte a ti mismo. Recuerda que el cerebro opta siempre por la decisión que menos esfuerzo le requiere. Tu voluntad es la que puede luchar contra el conformismo.
Haz algo ridículamente inesperado
Sube a la pista de baile o arrasa en el karaoke. Lee un libro en un solo día. Haz una actividad nueva, como ir de acampada o instruirte en buceo. Prueba un alimento exótico. Ponte un conjunto de ropa extravagante. Hay muchísimas maneras de aparcar tu sentido del ridículo.
Deja a un lado tópicos como “¡Qué pensarán de mí!”, “Yo nunca haría eso”, “¡Qué corte!”. Si quieres que algo cambie, hazlo de manera diferente. Prueba a realizar actividades que te diviertan, te motiven y te suban el ánimo. Es posible que lo mejor aún esté por llegar.
Si te avergüenzas o te preocupas en exceso por el qué dirán vuelves al inicio del primer problema: mantenerte en la zona de confort. Y esto paraliza tus esfuerzos por sorprenderte a ti mismo.
Recupera parte de tu infancia
Los niños tienen una capacidad envidiable de sorprenderse por casi cualquier cosa. Todo les llama la atención. Pero su inocencia y sus ganas de explorar van disminuyendo a medida que crecen. Sin embargo, siempre es posible invocar al niño que llevas dentro para redescubrirte.
De hecho, cuando somos pequeños y nos dan a elegir entre muchos juguetes, solemos escoger aquél que realmente nos encanta. Nuestra elección no está sometida a influencias externas o intereses de ningún tipo. Por lo tanto, si quieres dejarte sorprender, echa a un lado tus prejuicios, ataduras, obsesiones y tabúes. Y recupera momentos de tu infancia.
Atrévete a pensar. Permítete sorprenderte a ti mismo. Deja volar tu imaginación y visualízate en cualquier otro lugar del mundo. Crea la vida que quieres y no la que te impongan. Deja que la geometría de tu conciencia se desmorone por un instante. Sé creativo, innova. Todo lo que no esté inventado es susceptible de estarlo en un futuro.