Técnicas de desarrollo de la empatía para personas poco empáticas
Imagina que estás en una conversación con alguien importante para ti. Ahora, intenta responder a dos cuestiones: ¿Eres capaz de pensar lo que la otra persona está pensando? ¿Y de sentir las emociones que está experimentando como si fueran tuyas? Si la respuesta no es un sí rotundo, probablemente este artículo te sea muy útil.
A grandes rasgos, existen dos tipos de empatía. La empatía cognitiva que implica ponerse en el lugar del otro, es decir, dar respuesta a preguntas como: ¿qué estará pensando? ¿Qué decidirá?; mientras que la empatía emocional hace referencia a sentir la emoción del otro. ¿Soy capaz de experimentar las diversas emociones que está experimentando la otra persona: felicidad, miedo, incertidumbre…?
“La empatía tiene dos componentes: uno cognitivo, muy relacionado con la capacidad para abstraer los procesos mentales de otras personas, y otro emocional: que sería la reacción ante el estado emocional de otra persona”.
-Luis Moya Albiol-
¿Qué es la empatía?
El término empatía ha sido debatido a través de la historia con mucha intensidad. Ha sido definida de múltiples formas, desde la ‘pena o compasión ante la miseria de otros’ (Smith, 1757), pasando por la ‘imitación interna que tiene lugar a través de una proyección de uno mismo en el otro’ (Lipps, 1986) hasta ‘la capacidad para experimentar de forma vicaria los estados emocionales de otros’ (Moya-Albiol, 2010)
La empatía es un constructo complejo, pero con una base biológica innegable. En determinadas regiones cerebrales, como en el área premotora, existen algunas neuronas que juegan un papel relevante en la empatía: las neuronas espejo.
“Las neuronas espejo explicarían cómo podemos acceder a las mentes de otros y entenderlas, y hacen posible que se dé la intersubjetividad, facilitando de este modo la conducta social”.
-Luis Moya Albiol-
Empatía y salud
El déficit de empatía juega un papel importante en multitud de entidades clínicas. Entre ellas, podemos mencionar los trastornos del espectro autista o diversos trastornos de personalidad.
Trastornos del espectro autista
En el autismo, los circuitos cerebrales encargados de la empatía presentan una baja reactividad ante pruebas como la lectura de historias en las que se juzgan las características de las intenciones o estados mentales de un personaje. Se conoce que una de las características más destacadas de los trastornos del espectro autista son los déficits en teoría de la mente (ToM), es decir, la capacidad de representar a nuestra propia mente y la de los demás.
Trastornos de personalidad
Respecto a los trastornos de personalidad, cabe destacar el trastorno de personalidad esquizoide (clúster A), así como los trastornos narcisista, antisocial y límite de la personalidad (clúster B). Los clústeres son las agrupaciones que realizan los manuales diagnósticos en base a las características que aglutinan determinados trastornos de personalidad.
Por ejemplo, los trastornos de personalidad englobados bajo el paraguas del clúster A se caracterizarían por ser raros y excéntricos, mientras que en el clúster B se encontrarían las personalidades dramáticas.
Técnicas de desarrollo de la empatía
La intervención en empatía suele comenzar por el entrenamiento de relaciones sociales. A continuación, explicamos algunas de las técnicas más comunes que favorecen el desarrollo de la empatía:
1. Escucha activa
La escucha activa implica entender lo que nos dice la otra persona y transmitir el mensaje que nos ha comunicado en nuestras propias palabras. La reformulación del mensaje de quien nos habla implica una elaboración propia y previa. Por ejemplo:
- Mensaje: “estoy viviendo un momento complicado porque mi pareja me ha dejado y me encuentro mal”.
- Reformulación: entiendo que estás en un momento delicado de tu vida y que sientes un vacío tremendo a consecuencia de tu pérdida.
Realizar una escucha activa tiene dos componentes fundamentales: qué está transmitiendo la otra persona y cuál es la emoción desde la que parte. A este respecto es útil hacerse dos preguntas: ¿qué me está queriendo decir? ¿Cómo se puede estar sintiendo?
2. Próximo destino: estación sin prejuicios
El prejuicio se define como una actitud negativa hacia una persona o grupo social. Tiene tres componentes: el cognitivo se refiere a las creencias, el afectivo a las emociones y, finalmente, el comportamental se refiere a las conductas que emitimos en consecuencia.
Ahora que sabemos a qué se refiere un prejuicio y qué implica en relación al desarrollo de la empatía, la meta consiste en distanciarnos de nosotros mismos para bucear en la otra persona. Es decir, evitar pensar, sentir y actuar en términos de “cómo hubiéramos actuado nosotros”, sino focalizarnos en cómo está actuando y sintiéndose quien tenemos enfrente.
3. Pautas saludables
Existen signos que demuestran a quien tenemos enfrente que está siendo escuchado, comprendido y validado. A este respecto, procura mostrar interés por lo que te están contando y concéntrate en aquello que dista de ser expresado únicamente con palabras.
Capta el trasfondo, el mensaje íntimo y las emociones fundamentales que sostienen el mensaje; pues este puede ser comunicado con felicidad, con miedo, con tristeza, con decepción, etc. Respeta sus tiempos y sus pausas, pues son importantes. Evita las prisas.
En conclusión, para ponerse en el lugar del otro y empatizar, es necesario tanto reflexionar lo que puede pensar la otra persona como sentir y experimentar las emociones que están en juego como si fueran propias.
Estas son algunas técnicas que podrían propiciar la conexión cognitiva y emocional de la empatía, pero distan de ser las únicas. Si crees que necesitas mejorar tu capacidad empática, busca ayuda especializada.
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